Ojarasca 92  diciembre 2004



 

trabajadores

     La big Migra

John Ross, Ciudad Juárez, 28 de noviembre. Es un gran año para la Migra (la patrulla fronteriza estadunidense), hoy agencia estrella del departamento de Seguridad Patria y antes dependencia de los Servicios de Inmigración y Naturalización del departamento de Justicia.

La new Migra a cargo del bulldog Tom Ridge y su hombre en la frontera, el ex zar de la dea Asa Hutchinson, es hoy responsable de mantener los 3 mil kilómetros de línea libres de terroristas y otros alborotadores de piel oscura.

La Migra cuenta ahora con un presupuesto de 1 200 millones de dólares y armamento de punta: sensores electrónicos y cámaras de video de alta definición emplazadas en toda la frontera con México, aeronaves de alas fijas y vuelo ligero, helicópteros de combate, flotillas de vehículos artillados, más perros, gas pimienta y balas de goma para controlar turbas de trabajadores indocumentados en caso de alguna irrefrenable intifada fronteriza.


El pequeño ejército de 11 mil agentes de la Migra cuenta con flamantes uniformes estilo militar. Y uno de los chistes más crueles del tlcan es que gran parte de sus nuevos overoles naranja --muy parecidos a los usados por los "combatientes enemigos" en los campos de tortura de Guantánamo--, fueron hechos en México por la barata mano de obra mexicana.

Se dice que en aras de reducir costos, Seguridad Patria hizo un pedido de 30 millones de dólares a V-Solutions, una empresa de El Paso, que resolvió el problema subcontratando los uniformes a una maquila de sueldos miserables en Chihuahua. Rojos de la pena por esta profunda metida de pata, ahora Ridge y compañía intentan ubicar qué tantos de estos nuevos uniformes de la Migra circulan por la libre en México: unos cuantos serían un tesoro para Al Qaeda.

Con nuevas potestades para "modernizar" la deportación, ahora la Migra puede arrestar y regresar sin intervención legal alguna a los indocumentados con menos de 14 días en Estados Unidos que sean capturados en las cien millas aledañas a la frontera. Los mexicanos (y los canadienses) están exentos de estas redadas y pueden someter su deportación al juicio de las cortes migratorias o aceptar la "salida voluntaria".

Las deportaciones sumarias están dirigidas contra los indocumentados centroamericanos que se desbordan por el extremo oriental de la frontera, donde la Migra del sector McAllen, en Texas, capta dos de cada tres indocumentados no mexicanos detectados.

En junio, la nueva Migra de la frontera del Pacífico lanzó a sus agentes con armamento pesado contra los migrantes mexicanos a más de cien millas al norte de la frontera californiana, en una serie de redadas que se dice recibieron la bendición del gobernador de California, Arnold "Terminator" Schwarzenegger. Barriendo los enclaves mexicanos por toda la ruta de San Bernardino y Riverside en el Inland Empire del sur del estado, la Migra pescó a todo moreno que no pudiera mostrarles una identificación con fotografía y deportó a más de mil. A dos hermanas nacidas en México, estudiantes de la Universidad de California en Northridge que fueron a Tijuana de reventón, se les impidió reingresar a Estados Unidos. Durante el operativo de junio, fue deportada la familia de un soldado del ejército estadunidense, muerto en combate en Irak.

Muchos se van a casa en los ataúdes baratos proporcionados por los consulados mexicanos fronterizos. Durante los primeros diez días de junio, diez trabajadores indocumentados fueron hallados muertos aquí en Juárez. En agosto perecieron seis más cerca de Gilla Bend, en el traicionero desierto de Arizona, donde en 2003 murieron 192 migrantes (casi el número de muertos en los primeros diez meses de 2004). Desde la firma del tlcan en 1992, han perdido la vida en la frontera 300 a 400 migrantes por año, ahogados en los ríos y en los canales de riego, ignominiosamente en un desierto que no perdona, atropellados por los veloces autos en los freeways californianos o en las cacerías de la Migra, y bajo las balas de la patrulla fronteriza. La cuenta de muertos desde el tlcan alcanzará este año la cifra de 4 mil: muchos más de los que perdieron la vida en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

No es sorpresa que las facultades con que Seguridad Patria invistió a la nueva Migra fueran avaladas por el gobierno de Vicente Fox, aunque la oposición lo critique por servirle de tapete a Washington. Un ejemplo: la Migra cuenta ahora con balas de goma llenas de gas pimienta para sofocar disturbios. El uso de estas balas "no letales" fue propuesto originalmente por el gobierno mexicano para reducir las muertes causadas por la Migra, como proyecto piloto en el sector San Diego donde una fuerza de tarea mixta (de policía y patrulla fronteriza) ya las ha disparado contra docenas de migrantes. Hoy se generalizan en toda la línea.

Aunque el gobierno de Fox promueve el proyecto para salvar vidas mexicanas, la Migra no abandona su armamento más letal y este año se registraron ya tres tiroteos, según la veterana defensora de los derechos migratorios Claudia Smith, del California Rural Legal Assistance Project, que lleva la cuenta.

Las balas de goma son potencialmente letales: en octubre una de dichas balas disparada por la policía de Boston mató a un estudiante. Aunque su reglamentación permite usarlas sólo si peligra la vida de un agente, Smith afirma que se descargan de rutina contra migrantes no agresivos. El secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Luis Ernesto Derbez, acepta que desde 2001 han ocurrido 234 de estos incidentes.
 

Otro programa piloto avalado por el gobierno de Fox para "salvar vidas", implica retirar de la región fronteriza a los indocumentados, y de Arizona se les comenzó a deportar por avión: el sector Tucson de Seguridad Patria acorraló a más indocumentados que cualquier otro foco rojo fronterizo en 2004. Pero se les aventó en dirección lateral y no hacia el sur.

En la llamada "repatriación lateral", las autoridades mantuvieron esposados y encadenados hasta 20 horas a más de 5 mil indocumentados mexicanos en su traslado del sector Tucson al este de Laredo, Texas, donde los cruzaron por el puente a México.

Ambos gobiernos alardean el proyecto como un esfuerzo humanitario por sacar a los mexicanos del llamado (con suma precisión) "corredor de la muerte" en Arizona, pero aventar a los migrantes, sin un quinto, a otra región de la línea no resuelve el problema. Investigaciones subsecuentes afirman que el 28 por ciento de aquellos sujetos a "repatriación lateral" estaban tan quebrados que no pudieron abandonar Nuevo Laredo y buscaron cruzar el río a Estados Unidos. La mayoría derivó de regreso al desierto de Sonora para intentar de nuevo por Arizona.

En julio, siguiendo una idea del diputado demócrata de Texas, Silvestre Reyes, alguna vez "mando" de la Migra en El Paso (a principios de los noventa su operativo Mantener la Línea disparó las Operaciones Guardián en San Diego y Río Grande en el golfo), las autoridades mexicanas comenzaron a aceptar la deportación por avión a México y Guadalajara: muchos miles aceptaron antes de que el programa se suspendiera abruptamente. Según todas la fuentes, la coerción de la Migra sobre los indocumentados fue mínima.

Los que aceptaron los vuelos cuentan historias traumáticas de por qué regresaron "voluntariamente": una mujer se entregó a la Migra tras enloquecer en el desierto al ver que su hija de ocho años moría de deshidratación; otro hombre cuenta que lo cazaron y casi mataron bandas rivales de "coyotes"; otro más había ido a Michoacán a enterrar a su madre y al intentar regresar a su empleo en Phoenix lo pararon tantas veces que dejó de intentarlo. Juntas, estas historias resuenan con la misma tristeza que la balada de Woody Guthrie, "Deportados", que narra de otros aviones repletos de migrantes aprehendidos en la Operación Mojado a principios de los cincuenta.

En enero de 2004, Bush destapó su paquete de reformas migratorias conocida como "ciudadanía merecida", cínica treta en año electoral para hincarle el diente republicano al voto latino demócrata. La propuesta reavivó la esperanza de un acuerdo migratorio que se le fue de las manos a México tras los ataques del 11 de septiembre, y que el ingenuo Fox avaló entusiasta.

Vista en detalle, la "ciudadanía merecida" no es sino cinco años de servidumbre oficial a un patrón antes de tener posibilidades de legalización. Aunque el congreso proponga el programa en su próxima sesión, cualquier legislación migratoria se topará con negociaciones rasposas. La aplastante victoria en Arizona de un referendo que impide a los indocumentados utilizar los servicios públicos básicos (escuelas y hospitales) es nítida prueba del ánimo antimigratorio del electorado.
 

Si el plan de ataque de la Migra no es suficiente para desalentar a los indocumentados, los hombres del fisco amenazan ahora con irse sobre las "remesas", el enorme torrente de billete verde que fluye a México (unos 13 500 millones de dólares el año pasado y probablemente 14 mil millones en 2004).

Aunque los mexicanos que trabajan en Estados Unidos pagan muchos impuestos al Tío Sam (sobre la renta, de propiedad, por compraventa y retención), si el senado de Arizona hace valer su propuesta, ahora tendrán que pagar impuestos sobre el dinero que envían a México. La propuesta, lanzada por el senador republicano Pete Ríos, conocida como "ley de reembolso por el costo de encarcelamiento y atención a la salud de los migrantes", fue aprobada en el senado estatal y urge a que el congreso federal imponga un cargo a todas las transacciones monetarias entre Estados Unidos y México para cubrir el cuidado de los migrantes y la carga que significan a los servicios públicos.

Las remesas son, de hecho, un gran remedio en una nación donde el 70 por ciento de la población vive bajo la línea de la pobreza: único dinero distribuido hasta la base social del México rural. Una de cada cinco familias mexicanas depende de las remesas para sobrevivir; un día sin remesas sería como un día sin mexicanos en Western Union, Moneygram y otros servicios de envío monetario. El flujo de efectivo es tan grande que da liquidez a regiones enteras y es el segundo lugar en entrada de divisas después del petróleo.

Aunque el presidente Fox y todos los partidos políticos condenaron de inmediato la resolución de Arizona, y fue deplorada en Lima, Perú, en la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (otros países dependientes de las remesas como Ecuador, Honduras y El Salvador saldrían afectados) la idea de fijarle un cargo a los miles de millones que ganan los migrantes por realizar labores que los ciudadanos estadunidenses desprecian, es un concepto que comienza a asentarse, sobre todo en aquellos estados en bancarrota con grandes poblaciones de mexicanos como ese que ahora gobierna el Terminator Schwarzenegger.
 
 

Traducción: Ramón Vera Herrera


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