Ojarasca 92  diciembre 2004

Los ñuu savi y su literatura

Silbidos en la bruma

Carlos Tachisavi

  

Larga

marcha será la que su pie transite

para llegar a la promisa tierra:

el porvenir confiscará los pasos

de la incansable procesión, y un día

renunciaremos al dolor de bestias

para empezar a padecer como hombres.

Enrique González Rojo

El nombre mixteco fue impuesto por los aztecas cuando envueltos por la neblina definieron lo que la primera sensación les impuso; cuando el sol logró filtrarse pudieron ver más allá, alzaron la mirada y entonces las nubes saludaron en diversas tonalidades. Después los antropólogos y lingüistas llamarían igual a la lengua. Nosotros decimos: ñuu savi "nación de la lluvia" y hablamos tu'un savi "lengua de la lluvia".

Hoy, los ñuu savi nos encontramos entre los rastrojos de la políticas coloniales, revolucionarias y neoliberales. Políticas de invasión permanente: educativas, religiosas, comerciales, lingüísticas o culturales. Las instituciones nacionales en su afán de homogeneizar y modernizar el país, ahondaron el racismo y discriminación: SEP, INI (Conadepi), Sedesol y sus solidaridades y oportunidades.

Así, nos fuimos acostumbrando al paternalismo, a la limosnas de los presupuestos y puestos, a las sobras, robos y mentiras. Objetos de valor en las elecciones, apartados de las tomas de decisiones, hundiéndonos en la servidumbre. Ubicados en unos de los estados más ricos del país, somos mayoritariamente expulsados con la vista en el "norte", el valle de México, las regiones agrícolas del norte del país. Nuestra nación es de subdesarrollo, de pobreza extrema, con altos índices de analfabetismo, con caciquismos y priístas de discursos aniñados, de misas mañaneras que perdonan los pecados del arrasamiento. No existe democracia pero sí cultura de la pobreza, de la sumisión, de agradecimiento por la anemia, por los centavos. Oaxaca, un cuerno de abundancia deformado.

Los tecnócratas y neoliberales, los ejecutores de las políticas de las empresas transnacionales, intentan borrarnos, primero a nivel de historia, luego intentarán continuar la homogeneización y comercialización, exprimir nuestras últimas gotas de sangre. Nosotros de por sí sabemos que esto no es posible. Siempre existirá tierra suficiente para mimetizarnos, sonidos y sombras confabuladas que perdurarán junto a nosotros a través de los siglos.

Nuestra lengua: tu'un savi, la que se hablaba hasta la invasión, es la misma de hoy; pero la escritura ha sufrido una modificación sustancial, de la pictográfica a la grafía castellana.

Ante esto: ¿qué tipo de escritura y literatura realizar? ¡Toda! De la historia al presente, de las tradiciones orales a la destrucción-creación, del fracaso de la originalidad al silencio y el vacío; escuchar el ritmo milenario de la naturaleza, hablar desde dentro de los múltiples basamentos piramidales todavía ocultos por la maleza. ¿Intentar una fotocopia desde Nezahualcóyotl? ¿Cantar al sol, lluvia, luna y la naturaleza? ¿Llorar la pérdida? ¿Desde los basamentos brindar la posmodernidad? ¿Emerger del códice para abrazar comercialmente las bondades de la chatarra?

Se trata de resignificar la lengua, actualizarla, inventar, retomar. Escribir desde la duda, desde la carencia, la necesidad interna, la desgracia. Que los colmillos de los jaguares se adhieran a nuestra alma, a nuestro cordón umbilical. Las huellas de los venados deben perforar nuestro silencio. ¿Cuántas lenguas de Chiapas nos lo dirán? Estamos rodeados de sonidos y trinos indígenas, nunca habrá pérdida. Encerrarnos en el localismo y regionalismo sería la muerte.

Juguemos a que somos hermanos de Savi, Xipetotec, Koo, Ñuu, Isu. Juguemos sin pena con nuestra lengua, cantemos con el abrazo de tu'un savi, sin agachar la cabeza por nuestras manos callosas y pata-rajada. Bajemos del cerro alegremente para no morirnos de enfermedades, bajemos con nuestros piojos y diarreas. Nuestro olor es único, a tierra por siempre. Demostremos que no nos hemos acostumbrado a los golpes. No somos idiotas aunque se nos repita cotidianamente, participemos en el desarrollo de las ciencias y artes. Somos indios y oaxacos, no duele cuando se conoce la historia, cuando se ama la lengua. No repitamos el folklorismo. La danza y la música deben inventar otros juegos, el tequio no es solamente para el trabajo, es para agarrarnos las manos y jugar en diferentes etapas, pero siempre. Continuemos con la búsqueda de nuestra escultura extraviada, dañada; siempre habrá un espacio donde respiraremos la vuelta de ese aire bien pulido; que florezcan las pinturas con su lengua mineral. Nuestros códices ahí están, nuestros glifos son para recargarnos. Nuestros cántaros de pulque están hechos con las multiplicaciones de jícaras.

Tiempo de recoger nuestro caminar y ambulantaje, resignificar los cuatro puntos cardinales de la nación ñuu savi. Redefinir los nombres de los dioses que han perdido su ser. Lengua viva y libre al mismo tiempo, ñuusavismos y neologismos, hablar en voz alta. Uniformar la escritura de nuestros variantes para volverla universal. Transverberar la vírgula palabra a las letras de la hoja en blanco entre la sabiduría de los antiguos y el mestizaje; no se trata de una propuesta a futuro, sino de tomar en nuestras manos los arcos y las flechas de la honestidad y respeto para entender nuestra riqueza. Caminemos con miedo y silencio, pero que el silencio no sea de miedo. Que la gota de agua sea necia. Así, logre crear afluentes que repercutan en la médula de nuestros esqueletos. Abramos nuestros ojos en el tzompantli. Los escribas ñuu savi se preocuparon por la historia y la posteridad, nos corresponde a nosotros el presente y futuro.

No esperemos pacientemente que se cumplan los 15 minutos, los que nos dirán lo que tenemos que hacer, si nos volvemos autogestivos o aceptamos la mano derecha. Las organizaciones indígenas se debaten entre la reforma, la autonomía real o parcial; hay organizaciones y pobres organizaciones. Debemos hacerlo fuera de las instituciones, un movimiento nacional e internacional revitalizaría los pueblos y sus lenguas indígenas. La ley indígena en Oaxaca es parcial, incompleta.

Quinientos años se nos han hecho costumbre. Nuestra sangre no repite eso; fluye con la de otros hermanos con la esperanza de un arroyo donde se estrellen mil sangres que generen movimiento y calor. De por sí sabemos tallar la piedra, así fueron nuestros antepasados. Heredamos esa fuerza para verter en el hueco la fría conciencia que resuma estalagmitas. Así, provocar el brillo diurno en los ojos humanos, no en la noche como los gatos. Por que podamos convivir sin un centavo en la bolsa como en nuestras comunidades.

Gracias por el silencio, los ñuu savi diremos alegremente, como José Carlos Mariátegui: "Si la incomprensión o la envidia o la malevolencia criolla nos muerde, pediremos a gritos nuevos mordiscos".
 
 

Carlos Tachisavi es escritor ñuu savi.
Este texto es fragmento de un ensayo de próxima publicación

 
 
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