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UNA ECONOMIA EN LA CALLE 20 de diciembre de 2004
Uno de los puntos más céntricos de la capital del país, el que va desde el Salto del Agua a la Torre Latinoamericana, cuenta con 124 locales de comercio establecido. En la misma superficie, en un día cualquiera, es posible contar a más de mil 500 vendedores ambulantes. La economía informal se vuelve más compleja y desplaza a los pequeños y medianos productores y comerciantes del país, los mismos que son la base del empleo y la actividad económica.

Ricardo Blanco Velázquez

Hace 25 años el Centro Histórico de la capital del país era una zona donde las personas caminaban tranquilamente para adquirir ropa, calzado, juguetes, discos o libros en los comercios establecidos. Era una práctica usual buscar y comprar la mercancía en el perímetro que va desde el Eje Central Lázaro Cárdenas hasta Anillo de Circunvalación, en el barrio de La Merced; o desde Izazaga hasta el mercado de La Lagunilla, con la convicción de hallar el producto deseado en los establecimientos existentes. "En el Centro puedes encontrar cualquier cosa", solía decir la gente.

Tras un cuarto de siglo ese panorama que definió el comercio en el DF cambió completamente, como expresión del avance de la llamada "economía informal" en todo el país.

Desde luego, en las zonas céntricas de cualquier ciudad mexicana todavía puede adquirirse cualquier cosa, pero ya no en los negocios establecidos formalmente, sino en el comercio ambulante, que ha desplazado a productores y comerciantes.

Datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) señalan que la economía informal tiene un tamaño equivalente a 12 por ciento del producto interno bruto (PIB), unos 840 mil millones de pesos anuales. Otras mediciones apuntan que puede alcanzar incluso una quinta parte del valor de la economía o hasta 40 por ciento. En este universo no se incluyen las actividades abiertamente ilegales: prostitución, pornografía, piratería, trata de blancas, narcotráfico y venta de armas.

Los números no son más que la expresión de un fenómeno que avanza cada día y que, quizá por ello, casi pasa inadvertido en su crecimiento: las calles son expendio de cualquier tipo de productos, en perjuicio de las actividades del sector formal.

¿Y los establecimientos de estos productos? Pues nada, que apenas sobreviven. Sus ventas han disminuido hasta 60 por ciento respecto al nivel de hace cinco años, según estimaciones de organizaciones de comerciantes.

"En los últimos cinco años, el ambulantaje ha ocasionado el cierre de más de 3 mil negocios y la pérdida de casi 15 mil empleos," señaló Manuel Tron Campos, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de la ciudad de México (Canaco).

Los más de 45 mil ambulantes que existen en el Centro Histórico ya están asfixiando al comercio legal. No es posible que una persona, para poder entrar en un establecimiento tenga que sortear hasta tres filas de ambulantes. Desde luego, el cliente ya no entra porque la mercancía la encuentra en la calle y esto es lo grave, agregó el representante empresarial.

"Es un círculo vicioso la economía informal. A ninguna autoridad le importa que miles de familias estén viviendo en la ilegalidad. El comercio ambulante no se resolverá mientras no exista voluntad política y menos en estos momentos, cuando nadie está dispuesto a exponer su imagen pública", añadió.

En la óptica de los representantes empresariales ha quedado trunco el análisis del fenómeno en un marco más amplio. Según cifras del INEGI y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en los últimos 25 años se ha acumulado un déficit en la generación de empleos formales de casi 10 millones de plazas. El estancamiento de la economía, con un crecimiento del PIB per cápita de apenas 0.3 por ciento en el periodo citado, ha sido la simiente de la explosión de las actividades informales.

Expresión de un fenómeno económico, pero también de una práctica política y de corrupción entre autoridades y ciertos representantes de los comerciantes, las calles se han convertido en plazas donde el concepto de ley es más elástico que los juguetes de goma que allí se venden.

Uno de los puntos más céntricos de la capital del país, el que va desde el Salto del Agua a la Torre Latinoamericana cuenta con 124 locales establecidos. "En ese corredor comercial se encuentran hasta tres filas de ambulantes que suman más de mil 500, lo que materialmente obstruye a los clientes para entrar a un establecimiento. Por eso las ventas se han desplomado hasta 60 por ciento, impidiendo sostener el empleo de varios trabajadores. Desgraciadamente las bajas ventas se reflejan en el despido de gente", añadió Tron Campos.

Una ley aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal prohíbe explícitamente el comercio ambulante en ese punto. Es sólo un dato que muestra lo complejo del fenómeno y a falta de aplicación de las normas aceptadas por las autoridades responsables.

Además, a consecuencia de la comercialización en la vía pública de productos introducidos ilegalmente al país, falsificados e, incluso robados, los empresarios de los giros textil, vestido y accesorios, calzado, juguetes, videogramas y fonogramas, videojuegos, software, vinos y licores, libros, etcétera, registran pérdidas conjuntas de alrededor de 30 mil millones de pesos anuales, sólo en la capital del país.

Campos señaló que esta competencia desleal tiene varios efectos: la evasión fiscal, que suma 9 mil 600 millones de pesos anuales, y también la posibilidad de obtener otros insumos de manera clandestina, como el uso de energía eléctrica, agua y el espacio que muchas ocasiones requieren para instalarse en las calles.

Tron Campos reiteró que "la incidencia que el sector informal tiene en el comercio es la más elevada que en cualquier otra de las actividades económicas. El año pasado la producción bruta generada en la informalidad representó 19.5 por ciento del total producido por el sector comercio".

Contra la creencia extendida, no toda la mercancía que se ofrece en las calles entra al país ilegalmente. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público reporta que existen embarques totalmente legales, que pagan el respectivo arancel. Sólo que son productos de tan baja calidad y, por tanto, costo que entran al país expresamente para ser comercializados en el sector informal. Los contenedores que llegan desde China ­y que ingresan legalmente al país­ con toda suerte de baratijas representan un monto de mercancía equivalente a 10 mil millones de dólares, de acuerdo con las cifras de Hacienda. Es una mercancía que, insiste la dependencia, va directamente de los puertos de ingreso a las calles de los centros urbanos.

Durante 2004 las autoridades aduanales lograron decomisar más de 90 millones de piezas piratas. En los últimos dos años se alcanzaron 175 millones de productos ilegales que amparan 130 mil millones de pesos.

Según estadísticas de la Canaco, en 1994 el número estimado de ambulantes en el DF era de 180 mil, en 1998 de 250 mil y en 2000 ascendía a 299 mil. Actualmente, existen más de 500 mil vendedores en calles del Distrito Federal 
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