20 de diciembre de 2004 | |
GARROTES Y
ZANAHORIAS
UN ACTO DE VALENTIA
La compra por la empresa
china Lenovo del negocio de
computadoras personales de IBM en unos mil 750 millones de
dólares es
de gran importancia no sólo para China, sino también para
la industria
tecnológica de Estados Unidos y, por ende, del resto del mundo.
Se trata por mucho de la
adquisición más grande
en el exterior por
una empresa china, y la primera de gran envergadura que no haya sido
hecha bajo la tutela del gobierno de Pekín o para satisfacer el
hambre
enorme de materias primas del país asiático.
Lenovo, pues, es la primera
empresa china que se atreve a
jugar en
las Grandes Ligas, y emblemática de la creciente autoestima del
empresariado chino. Los inversionistas, sin embargo, no han visto las
cosas así; después del anuncio de la compra, las acciones
de Lenovo
cayeron como plomo en la Bolsa de Hong Kong.
Para seguir con el símil
beisbolero, los inversionistas ven a
Lenovo no
como parte de las Ligas Mayores, aunque la compra representa un acto
extraordinario de valentía: el negocio que acaba de comprar es
de tres
veces el tamaño de la propia Lenovo. De la noche a la
mañana, Lenovo se
ha convertido en la tercera empresa fabricante de computadoras del
mundo, detrás de Dell y Hewlett-Packard.
¿Realmente se
preguntan los inversionistas
tendrá capacidad
administrativa para ofrecer la misma calidad de servicio que ha
caracterizado a IBM en el trato con sus millones de clientes en todo el
mundo?
Si Lenovo puede con el paquete,
sólo el tiempo
dirá. Pero mientras
su osadía es innegable ¿qué decir de IBM? No hace
muchos años, era el
indiscutible líder en computadoras personales. "A ningún
ejecutivo le
han despedido por haber comprado máquinas de la marca IBM", se
decía.
Allí está el
detalle. Hoy día, han
argumentado en IBM, cada vez
menos compradores se fijan en las marcas. Como ya casi todas ofrecen la
misma tecnología, simplemente optan por la computadora que tenga
más bytes por dólar.
La competencia ya no es por
innovación, sino por precio.
Prácticamente la computadora se ha vuelto un commodity,
como el cemento o el café, con los bajos márgenes de
utilidad que ello
implica. Mucho mejor, razonaron los de IBM, es concentrar sus esfuerzos
en las áreas más rentables del negocio: el software
y los servidores.
A diferencia con lo que
pasó con Lenovo, los inversionistas
muchos de
ellos incapaces de ver más allá de la punta de su
nariz han aplaudido
la decisión de IBM como garantía de un futuro con mayores
utilidades.
De repente, sin embargo, ha
aparecido un aguafiestas, de nombre David
Gelernter. El señor Gelernter es catedrático de ciencias
de computación
de la Universidad de Yale. En su día, dice, IBM era líder
indiscutible
de las empresas tecnológicas mundiales, y todavía cuenta
con algunos de
los ingenieros y técnicos más talentosos. Si ellos
piensan que la
computadora personal es un aparato que ya no da para más, que no
hay
forma de introducir adelantos que justifiquen un precio más alto
que la
competencia, están profundamente equivocados. Porque, dice
Gelernter y
aquí la mayoría de los usuarios estaríamos de
acuerdo, la computadora
personal sigue siendo una máquina primitiva que produce dolores
de
cabeza constantes.
Después de enumerar una
larga lista de cosas que
podrían hacer más
productiva y menos complicada la vida de los usuarios, añade
Gelernter,
en un análisis para el Wall Street Journal:
"De una cosa sí puedes estar seguro: Algún día,
alguna empresa va a
incorporar todo esto y más en una computadora personal
radicalmente más
potente y radicalmente más fácil de usar. ¿Dicha
empresa será de
Estados Unidos? No cuentes con ello" §
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