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  27 de diciembre de 2004
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Ronald Buchanan

AMIGOS INESPERADOS

Los que mantienen que México debe frenar la explotación de la riqueza petrolera han recibido apoyo ­implícito aunque importante­ de donde menos lo hubieran esperado: el sector privado de Estados Unidos.

Durante algunos años, la dirección de Petróleos Mexicanos (Pemex) ha sostenido la tesis de que hay que aumentar la producción de crudo lo más que se pueda. La razón es que muy pronto el hidrógeno podría sustituir a los derivados del petróleo como el combustible de preferencia para el transporte en todo el mundo, por ser más barato y menos contaminante.

Cuando llegue ese día, según esa tesis, los precios del petróleo se van a desplomar. El petróleo quedaría para siempre bajo tierra y mar. Prácticamente de la noche a la mañana, no habría más debates sobre si el precio del barril debería de quedar en 23 o 27 dólares; nos quedaríamos sin ingresos petroleros para pronosticar en el presupuesto.

No es así, sin embargo, argumenta un grupo de empresarios, ambientalistas, académicos y ex funcionarios de Estados Unidos en un informe para "romper la parálisis" en la política energética de aquel país con una serie de propuestas a debatir en el Congreso.

El informe, basado en un estudio de dos años cuyo costo de 5 millones de dólares fue cubierto por instituciones del sector privado, argumenta que el uso del hidrógeno para el transporte todavía es una posibilidad muy distante.

Citando a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, el estudio contradice el pronóstico del presidente George W. Bush en el sentido de que la tecnología necesaria para el cambio de petróleo a hidrógeno estaría lista para el 2020. No será hasta dentro de medio siglo, alega el documento.

No es la única conclusión del estudio con relevancia para México. Tomando en cuenta la tendencia ambientalista de muchos de los participantes y el clima de opinión pública dentro de los Estados Unidos, sorprende notar que el estudio recomienda el gasto de unos 2 mil millones de dólares en la construcción de dos centrales nucleares pilotos que incorporen los últimos adelantos tecnológicos en la materia.

Regreso al futuro

Pero si el posible regreso de la opción nuclear es interesante, no lo es menos la recomendación de usar más carbón. Al carbón, sin duda, le falta un buen director de comunicación social para levantar su imagen. Para muchos, se identifica con un pasado industrial en Europa y el este de Estados Unidos que fue altamente contaminante.

Pero no tiene que ser así, dice el informe. Hoy se pueden construir plantas eléctricas que "cocinan" el carbón para producir gases que después se queman en turbinas como las que se usan para el gas natural.

Por cierto, el carbón se está poniendo de moda en Estados Unidos, donde hay unas 100 solicitudes pendientes para la construcción de carboeléctricas. El renovado interés se debe a dos factores principales: los pronósticos de que el gas natural va a ser cada vez más escaso, y a que el carbón cuesta mucho menos.

En México, existen 2 mil 600 megavatios de capacidad en dos carboeléctricas, ambas en Coahuila, el único estado que produce carbón. En Petacalco, Guerrero, la planta "dual" de 2 mil 100 megavatios usa carbón o combustóleo, aunque se prevé que próximamente se cambiará al uso exclusivo del carbón.

Pero de los 25 mil megavatios de capacidad adicional de generación eléctrica que se proyecta instalar en la década que viene, hasta ahora se ha definido el uso del carbón para únicamente 700 megavatios, en lo que será en efecto una extensión de Petacalco §

El informe estadunidense está disponible en la web: http://www.energycommission.org/

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