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  27 de diciembre de 2004
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GARROTES Y ZANAHORIAS

COSTOSA ESPERA

Mediocre con tendencia a empeorar: tal podría ser el resumen lapidario de la situación del sistema educativo mexicano que se desprende de los informes comparativos que desde 2000 elabora cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el marco de su Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés). Dichos informes son un auténtico fresco del nivel educativo de los estudiantes de secundaria de un total de 41 países, que son sometidos a pruebas idénticas de capacidad y conocimiento.

El primer informe, publicado en 2001, se dedicó a la lectura. El segundo, dado a conocer en la primera semana de diciembre, se centró en el conocimiento de las matemáticas. Los resultados obtenidos por los alumnos mexicanos colocan al sistema educativo nacional como el peor de los 30 países de la OCDE.

Siempre colocados a la cola de este grupo de países, los resultados obtenidos por los alumnos mexicanos en comprensión de lectura observaron un descenso en la evaluación de 2003 con respecto a la de 2000. Si en este último año obtuvieron 422 puntos (124 menos que Finlandia, el país puntero en este rubro), en 2003 ya sólo consiguieron 400 (ampliando a 143 puntos la brecha con los finlandeses).

GARROTES P8

Las diferencias son mayores en el terreno de los conocimientos matemáticos y la cultura científica que provee el sistema educativo. En el primer caso la puntuación de México cayó dos puntos entre cada una de las evaluaciones trianuales, lo que amplió la distancia con Finlandia, que también en este campo ocupa el primer sitio: si en 2000 la diferencia era de 148 puntos, en 2003 llegó ya a 159. Y en cuanto a la cultura científica de los jóvenes estudiantes mexicanos, una evaluación negativa casi idéntica se observa con respecto a los estudiantes de Japón, que están a la cabeza en ambas encuestas.

De acuerdo con el PISA, el gasto en educación que ejerce cada país es uno de los factores clave en la explicación de los resultados educativos. El informe muestra que hay una correlación general entre altos niveles de inversión nacional en educación y altos rendimientos promedio de los alumnos. En el contexto de la OCDE, México presenta el peor equilibrio en esta correlación: es el que menos gasta por alumno y, como lo indican los datos de la evaluación, el que obtiene los más bajos resultados (incluso por debajo de Turquía).

La sociedad no puede ser indiferente ante esta situación. Al contrario de lo que sugiere el discurso simplón de las autoridades, más ocupadas en encontrar aislados casos de éxito que en reconocer estas crudas realidades, la mediocridad del sistema educativo mexicano proyecta un panorama ominoso en todos los planos del desarrollo. Es evidente que no se trata solamente de invertir más en educación, sino de modernizar un sistema anquilosado que cuenta con el agravante adicional de ser un botín político y presupuestario de grupos clientelares y de interés. En este campo estratégico de la economía, la sociedad y los derechos humanos es mucho lo que hay que construir e innovar. Esperar otros dos años para ver si el próximo gobierno federal es portador de una propuesta renovadora constituye un lujo que el país no puede permitirse §

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