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FRENO AL CRECIMIENTO EN BRASIL
3 de enero de 2005
El sector de la energía es estratégico para la recuperación sostenida de la actividad productiva en los países de América Latina. Argentina ya enfrenta esa limitación desde principios de 2004 y en México las reformas propuestas no avanzan. Ahora en Brasil se enfrenta una potencial escasez de electricidad que pone en entredicho las metas económicas del gobierno del presidente Lula.

Jonathan Wheatley, Sao Paulo

Dilma Rousseff, secretaria de Energía de Brasil, ha estado negando durante las semanas recientes los informes de que su país enfrenta de nuevo la amenaza de escasez de energía eléctrica. La ONS, entidad pública y privada que vigila la industria eléctrica, se ha retractado de las advertencias acerca de que esa insuficiencia se presentaría en 2008. Rousseff reaccionó con fuerza ante el informe de la Agencia Internacional de Energía que hacía señalamientos similares.

Está fresco el recuerdo de la última crisis de energía en 2001 y 2002, producto de mala gestión y poca lluvia, ya que 90 por ciento de la energía es hidroeléctrica. En 2001 se proyectaba un crecimiento de la economía de 4.5 por ciento, pero el racionamiento lo redujo y desde entonces ha promediado uno por ciento anualmente.

La consultora Tendencias, basada en Sao Paulo, considera que el sector eléctrico requiere inversiones por 20 mil millones de reales (7.25 mil millones de dólares) por año durante la próxima década para equiparar la demanda. El gobierno espera proveer la tercera parte de ese monto. Diversos grupos privados que podrían aportar el resto no parecen estar en posibilidad de hacerlo.

dilma2 P3La electricidad no es la única área en que el capital es escaso. Los transportistas marítimos de granos dicen que faltarán 20 millones de toneladas en la capacidad del sistema de transporte para cargar en los puertos del sur del país este año. El ministro de Comercio señala que esa capacidad debe ser creada para transportar 200 millones de toneladas adicionales para 2007.

El gobierno busca soluciones. La ley para permitir las inversiones conjuntas con el sector privado está entrando al Congreso. Ya pasó un comité en el Senado a mediados de noviembre y debe pasar otro antes de volver a la cámara baja, de modo que la meta gubernamental de que se vote antes del fin de año resultó muy optimista. Pero el gobierno tiene esperanzas de que una vez en vigor, la nueva ley atraerá miles de millones de dólares de capitales privados.

Eso puede igualmente ser demasiado optimista. "Nuestra preocupación es si el entorno es suficientemente atractivo" dijo Claudio Sales, presidente de la Cámara Brasileña de Inversionistas en Electricidad. "Por lo pronto no lo es."

Un problema es el de la regulación. Brasil privatizó la mayor parte de la distribución de energía eléctrica al final de los años 90, antes de que las regulaciones se aplicaran por completo. Atraídos a uno de los pocos mercados globales con alto potencial de crecimiento, los inversionistas aceptaron las condiciones. Estaban AES y Duke, de Estados Unidos, la española Ibedrola y Tractebel y EDF, de Francia.

Muchos lo han lamentado, pues las regulaciones se han aplicado lentamente. Rouseff, nombrada cuando el presidente Lula llegó al gobierno en 2002, ha prometido desde entonces un nuevo modelo para la industria. Sólo el pasado noviembre proclamó que estaba completo, pero la tardanza disminuyó la confianza de los inversionistas, ya muy débil dada la notoria dificultad para hacer válidos los contratos en un sistema judicial muy impredecible.

Los inversionistas en electricidad han resentido dos golpes adicionales. Primero la devaluación de la moneda en 1999, lo que afectó fuertemente el costo del capital en dólares y los ingresos en reales. Luego fue el racionamiento impuesto en 2001 y 2002 cuando el gobierno forzó a los usuarios a bajar el consumo en 20 por ciento. Desde entonces el consumo sólo se ha recuperado lentamente.

Los inversionistas potenciales en infraestructura ven señales conflictivas en el gobierno. Luiz Fernando Castro Santos, director de proyectos de inversión en el grupo brasileño de construcción e ingeniería Odebrecht, dice que una ley de concesión emitida en el gobierno anterior ya provee un marco para la inversión privada en infraestructura. "El hecho es que nada ha pasado", insiste. Muchos observadores creen que el gobierno y el hora moderado Partido de los Trabajadores mantienen la desconfianza hacia el sector privado por su origen como organización de izquierda.

No obstante, se están abriendo oportunidades de inversión privada. Una fuente de capital es la de los fondos de pensiones, el tipo de institución que con sus compromisos de largo plazo y la necesidad de activos de larga maduración, debería invertir en ese tipo de proyectos. Tradicionalmente, sin embargo, han estado satisfechos con los altos rendimientos que obtienen de la deuda pública de corto plazo.

Pero esto está cambiando. Las tasas de interés se han ido reduciendo y los fondos buscan diversificar sus inversiones. Funcef, por ejemplo, el fondo de pensiones de los empleados del banco de ahorro del gobierno Caixa Economica Federal, está por proveer 25 por ciento de un fondo que será lanzado por el BNDES, el banco de desarrollo estatal, para una inversión de por lo menos 600 millones de reales en estaciones que usan petróleo para generar 3 mil megavatios. También está formando una compañía con otros fondos de pensiones para comprar equipo de exploración de petróleo para rentarlo a Petrobras. La compañía tendría un capital de unos 180 millones de reales.

El Banco Interamericano de Desarrollo prepara un fondo para inversión de infraestructura en Brasil que espera llegar a 1.5 mil millones de reales, de los cuales el BID pondrá 75 millones de dólares en un préstamo. El banco quiere atraer parte de la liquidez disponible en los fondos de pensiones brasileños, permitiendo que diversifiquen sus carteras, al tiempo que mantengan las metas actuariales. Entre tanto, GP Investimentos, firma de Sao Paulo especializada en acciones del sector privado, ha lanzado un fondo de 200 millones de dólares para infraestructura para captar recursos fuera del país.

Más iniciativas de este tipo serán necesarias para cubrir las crecientes y urgentes necesidades de Brasil para poner al día su deteriorada infraestructura, sobre todo si el crecimiento económico sigue al paso actual. Pero mientras dura la estabilidad, el apetito del sector privado por inversiones crecerá, a pesar de las incertidumbres reglamentarias. Brasil tiene que evitar más escasez y cuellos de botella en el sector de la energía §   

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