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Lunes 10 de enero de 2005

REPORTAJE / PERFIL DEL CAMPO MEXICANO

Triple Ocho, ejemplo de impunes abusos y engaños a jornaleros

El gobierno estatal y personajes poderosos, parte de la red protectora a la firma

La productora estadunidense de vegetales exóticos prometió salarios en dólares tras la privatización de Tabacos Mexicanos. Hoy paga poco en pesos, a destiempo o nada; los empleados -algunos menores de edad- carecen de Seguro Social y de equipo para manejar sustancias peligrosas

CLAUDIA HERRERA BELTRAN /I ENVIADA

Gavilan Grande, Santiago Ixcuintla, Nay. Hace ocho años Anthony Trinh; su apoderado legal, Danny Si Tan Vo, y otros tres socios estadunidenses de origen vietnamita se asentaron en estas tierras con la promesa de pagar en dólares a ejidatarios y jornaleros agrícolas produciendo y exportando verduras exóticas a Estados Unidos.

La empresa Triple Ocho, constituida en junio de 1996, parecía la salvación de un pueblo que se estaba vaciando a comienzos de los 90 cuando los habitantes emigraron al norte luego de que el gobierno de Carlos Salinas de Gortari privatizó la paraestatal Tabacos Mexicanos (Tabamex), motor de la economía local.

Los chinos, llamados así por los pobladores, obsequiaron a Gavilán Grande una cauda de ilusiones, como la de traer al campo nayarita modernos métodos de cultivo, desconocidos en la mayoría de las parcelas de la entidad.

La esperanza pronto devino desengaño.

En ocho años la empresa ha acumulado decenas de denuncias en su contra de jornaleros que laboran por semanas o meses sin recibir su paga (actualmente 75 pesos el jornal, casi la mitad de lo que se obtiene en campos vecinos) y que a la menor muestra de inconformidad son despedidos sin la remuneración a que tienen derecho.

Los 400 jornaleros, algunos menores de edad, no tienen seguridad social y se pudo observar que tampoco disponen de equipo básico para manejar pesticidas y permanecer largo tiempo en cuartos de congelación.

En 2003 Eduardo Zepeda, de 50 años, se envenenó cuando se encontraba rociando un poderoso pesticida. Hoy, impedido para trabajar en el campo, cuenta cómo, mediante artimañas, Si Tan Vo eludió pensionarlo y sólo le pagó unos días de hospitalización.

A esos trabajadores del campo engañados se suman proveedores defraudados con cheques sin fondos y ejidatarios que rentan sus tierras a precios de regalo (3 mil pesos la hectárea cuando el promedio en entidades como Sonora es de 16 mil pesos), que reciben su paga incompleta o con retraso.

En esta historia de abusos, dicen los afectados, Si Tan Vo y sus socios han operado cobijados por el gobierno estatal, omiso ante las numerosas acusaciones.

También, protegidos por personajes poderosos del municipio de Santiago Ixcuintla, como Lucas Vallarta Chan, precandidato del PRI a alcaldía, y sobrino del extinto general Alvaro Vallarta Ceceña, quien defiende legalmente a la empresa, según documentos en poder de este diario y el testimonio del abogado, Tomás Mé NAYARIT GAVILAN 1 ndez, quien ha presentado varias denuncias contra Triple Ocho.

Por décadas, Nayarit anheló modernizar su producción agrícola y emparentarse con Sinaloa, su poderoso vecino del norte, pero "Ƒa qué precio? con extranjeros que ganan terreno beneficiados de las reformas salinistas del campo?" reflexiona Isaías Solórzano, líder de productores de Nayarit.

La Uva

Amanece en el campo La Uva, el más cercano a la empacadora de Triple Ocho, que renta unas 450 hectáreas en la región.

De un desvencijado camión de redilas bajan siete jornaleros, cuatro mujeres y tres muchachos de no más de 20 años, a la pizca de frutas y verduras.

A sus 17 años de edad, Juan Manuel Cárdenas, originario de la ranchería de Pueblo Nuevo, trabaja de estibador en Triple Ocho.

No conoce al dueño, sólo trata con el caporal. Cuenta que no recibe su salario a tiempo ni está asegurado.

ƑY cuando alguien enferma? "Pues le quitan el trabajo, y si alguien fallece nos descuentan cinco pesos (a cada uno) para pagar la caja del muerto."

Poco sabe de las frutas y verduras que cosecha. Su única referencia son las decenas de cajas que debe cargar, con la etiqueta de Triple Ocho y los letreros en inglés de variedades que difícilmente se conocen en México.

"Lechugas bok y yu, calabaza kabocha, berenjena thai, tamarindo verde, calabazas patera y fuzzy, melón bitter, chile Thai, son algunos de los cultivos producidos en México para su venta en Estados Unidos.

Levanta la vista y muestra que en ese campo se usan técnicas modernas: riego por goteo, uso de acolchados de plástico (funcionan como invernaderos) y el envarado (riego por manguera).

Mientras Juan Manuel carga la mercancía, Norma Páez Esparza, de 40 años, sopea un caldo de frijoles con moronas de queso (la comida del día que lleva en un recipiente de plástico) y platica:

"Ya nos impusimos al trabajo. Los primeros días amanecía aporreada de cargar las taunas y cuando me toca estar en el cuarto frío me la paso estornudando, porque está muy helado.

"A los caporales de El Chino les lloramos para que nos subieran el sueldo (en un campo cercano pagan a 120 pesos el jornal), pero nomás no quiso. Hubo veces que nos debía cuatro semanas y vivíamos de pedir fiado en la tienda."

-ƑPor qué no se han inconformado?

-No hay otros trabajos aquí y uno sabe a qué le tira: el que se rebela lo corren.

Gavilán Grande, Gavilán Chico

Este pueblo debe su nombre a un hacendado que llevaba por apellido o le decían (nadie puede precisarlo) Gavilán. La leyenda reseña que un hijo suyo se mudó al pueblo vecino y por eso los campesinos preguntaban: "Ƒtrabajas con Gavilán Chico o con Gavilán Grande?" Con el paso de los años, ambos nombres quedaron registrados en los mapas de Nayarit.

José de la Paz Márquez nació hace 70 años en Gavilán Grande y ha visto días de pobreza y bonanza en este pueblo que pertenece al municipio de Santiago Ixcuintla, de casi 95 mil habitantes.

Hasta antes de la Revolución Mexicana, el territorio de Gavilán Grande formaba parte de la hacienda de Las Palomas y se repartió como ejido en 1936. "En esos años, la gente a puro valor empezaba a sembrar maíz, frijol, sus matas de chile y jitomate y cuando no había buen tiempo se iban a los cafetales."

En los años 60 los agricultores comenzaron a recibir créditos hasta que Tabamex instaló hornos en Santiago Ixcuintla y se ampliaron los beneficios a Gavilán. "Al principio éramos pocos, pero a los tres años la mayoría de los ejidatarios teníamos préstamos."

Cambió tanto el pueblo -explica Paz- que "era una belleza, porque todas sus tierras estaban cultivadas de tabaco y frijol. Aparte, gente de localidades cercanas, como Villa de Juárez y Otates, venía en camionetas y carros a cortar el tabaco para llevarlo a Tabamex. Había mucho movimiento de dinero y de trabajo".

Rosa Ismerio, hija de don Cayetano -uno de los primeros ejidatarios que se dedicaron a la siembra de tabaco- rememora cómo en los días de pago se hacían unos "fiestones" y a lo largo del año los locatarios fiaban de todo: ropa, calzado, muebles, porque sabían que habría dinero para liquidar las deudas.

Los buenos tiempos acabaron en 1986, cuando Tabamex se vino abajo. A la mayoría de los ejidatarios les retiraron sus créditos y al paso de los años -prosigue Paz- la situación cambió tanto que ahora "los patos les tiran a las escopetas", porque quienes acceden a los créditos no son los propietarios, sino avecindados que rentan tierras.

En ese grupo de avecindados se encuentran los chinos o, mejor dicho, los estadunidenses de origen vientamita que Paz define como "lacra" para Gavilán Grande.

Triple Ocho

Danny Si Tan Vo es de baja estatura y siempre lleva una cachucha para protegerse del sol. Cuando habla hilvana con dificultad algunas palabras en español. "Mí no entender, mí no entender", repite cuando se encuentra en una situación comprometida.

Nació hace 50 años en Saigón y después de la guerra de Vietnam se trasladó a Estados Unidos a trabajar en empresas agrícolas y después a México, a fundar Triple Ocho junto con Anthony Trinh, quien al parecer no vive en México y delegó la operación del negocio a Si Tan Vo.

Un documento de la notaría pública número uno, propiedad de Lucas Vallarta Chan, así lo asienta: "En la ciudad de Tepic, capital de Nayarit, a los 11 días de junio de 1996 comparece el señor Anthony Trinh, de nacionalidad estadunidense, empresario, casado, de 31 años de edad, originario de Vietnam, donde nació el 10 de octubre de 1964 y vecino del estado de California... Comparece en su carácter de presidente del consejo de administración de la empresa denominada Triple Ocho y viene a otorgar poder general para pleitos y cobranzas y actos de administración a favor de los señores Tu Than Quach, Danny Si Tan Vo, Loc Huu Tran y Pho Thang".

Roberto Murillo Fuentes, quien ocupó diversos puestos en Triple Ocho y pudo obtener su liquidación después de demandar a Si Tan Vo, recuerda que cuando llegaron los chinos la gente se ilusionó mucho.

El primer año de operación organizaron una comida por el Día del Trabajo y rifaron regalos.

"Al principio todo iba muy bien, nos pagaban 30 pesos, era mucho porque en el plantero (la siembra del tabaco) ganábamos 20 pesos.

"Los Villela (una de las familias señaladas como las que respaldaron la llegada de esta empresa) nos dijeron que iban a pagar en dólares y que la compañía iba a progresar y a ayudar mucho a la gente", refiere Rosa Ismerio, quien hasta hace poco laboraba de jornalera agrícola en Triple Ocho.

Transcurrieron los meses y comenzaron las irregularidades. Por temporadas, Triple Ocho otorgó seguro social a todos sus trabajadores, pero el año pasado definitivamente "no nos dio seguro a nadie".

"Me imagino que tenían a alguien que les daba el pitazo, porque un día antes de que llegaran los inspectores del IMSS nos mandaban a descansar", explica Ismerio.

El problema de suspender esta prestación es que los trabajadores se encuentran en riesgo permanente. La jornalera cuenta su vida en la empacadora: "Nos metían al cuarto frío sin botas, chamarra ni cubrebocas; de hecho dejé de trabajar, porque me enfermé de las piernas. No me pagaban, pero sí me quedaron enfermedades".

Uno de los afectados directos es el campesino Eduardo Zepeda. Recuerda que el 3 de enero de 2003 recibió la orden de rociar un pesticida en las plantas del invernadero. Según reseña, la etiqueta "traía una calaverón rojo", lo que indica que era una sustancia peligrosa.

Sin ropa apropiada, Zepeda comenzó a hacer su trabajo.

Los efectos del pesticida fueron inmediatos: "comencé a aventar agua por la boca y estuve tiemble y tiemble. Cuando me di cuenta de que no podía seguir así, me fui solo a Santiago Ixcuintla (la ciudad más cercana) y me interné en el hospital civil".

Allí permaneció cinco días hasta que Si Tan Vo aceptó inscribir en el Seguro Social, no a él sino a su esposa Leticia Garza Ruiz, entonces cocinera de la empresa, como quedó asentado en la hoja rosa (documento de vigencia de derechos), cuya copia tiene este diario.

Cuando Zepeda llegó a la clínica del Seguro Social, uno de los doctores se molestó por la "triquiñuela de los chinos", porque si el tarjetón hubiera estado a nombre del enfermo éste habría obtenido una pensión de por vida.

El campesino desconoce los detalles de su padecimiento, tampoco guarda las recetas médicas, aunque en aquel momento el diagnóstico indicaba "envenenamiento", pero no pudo presentar denuncia, porque los papeles se quedaron en la empresa.

-ƑY no supo qué pesticida aplicó?

-No me enteré, porque lo desaparecieron. Cometí el error de no quitar la etiqueta. Cuando los doctores me pedían el nombre les dije que el líquido no lo venden aquí. Pero ya no supe más.

De su último examen sanguíneo ni siquiera conoció los resultados, porque la vigencia del seguro había vencido, duró tres meses. Pero es claro, dice, que no está sano y desde entonces está impedido para usar pesticidas, porque si lo hace se enferma de las vías respiratorias.

Al final, una mueca de insatisfacción se dibuja en el rostro de Zepeda y se acuerda de los días en que los chinos llegaron a Gavilán Grande diciendo que iban a pagar en dólares.

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