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Miércoles 12 de enero de 2005

Alejandro Nadal

Monsanto: la mordida de los transgénicos

La página electrónica de Monsanto (www.monsanto.com) dice que el soborno y las mordidas son ilegales. También afirma que estos pagos dañan la confianza necesaria para promover el ambiente saludable para los negocios. "Ningún fondo de Monsanto servirá para hacer pagos que busquen influir en la conducta de las personas receptoras."

Bellas palabras sobre la ética de los negocios. Pero no impidieron que en Indonesia se distribuyeran 700 mil dólares a 140 funcionarios del gobierno con el fin de inducirlos a permitir la difusión de cultivos transgénicos. En un caso, se buscó eliminar el requisito de un estudio de impacto ambiental. Por eso la trasnacional llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia y la Comisión de valores (SEC), aceptando pagar un millón 500 mil dólares después de una investigación penal.

Hay que hay que pensarlo con calma. Se sobornaron 140 funcionarios. Eso no es un detalle, es un monumento a la corrupción. ƑSerá ese el modus operandi de la empresa trasnacional especializada en plaguicidas y semillas para cultivos genéticamente modificados? ƑNo se supone que las bondades de los transgénicos harían que el mercado los aceptara sin problemas?

El soborno es ilegal y dañino, dice Monsanto. Pero, Ƒqué hay de la intimidación, el chantaje y el engaño?

Un ejemplo de intimidación es la carta dirigida a Edgard Zielinski el 12 de noviembre de 2002 por Monsanto Canadá. Zielinski es granjero de Saskatchewan y la carta dice: "hemos llevado a cabo una investigación para definir si usted cultiva ilegalmente colza (Brassica napus) propiedad de Monsanto. Ahora tenemos evidencias de que sembró ilegalmente 250 acres con semillas de colza Roundup Ready cubiertas por derechos de propiedad de Monsanto".

Sigue la carta: "Antes de tomar una decisión final sobre nuestro proceder en este asunto, y buscando resolver la cuestión en buen tiempo y de manera económica, estamos preparados para no iniciar un procedimiento legal en su contra, sujeto a que usted: 1) pague a Monsanto la cantidad de 28 mil 750 dólares; 2) acepte que Monsanto tiene derecho a obtener muestras en sus tierras y almacenes durante los próximos tres años; 3) no haga público el presente arreglo".

Además del caso de Percy Schmeiser en Canadá, Monsanto ha interpuesto 90 demandas contra 100 agricultores estadunidenses en 20 estados. El promedio del pago realizado a la trasnacional en algunos casos es de 75 mil dólares, aunque un caso llegó a los 2 millones. Todas las demandas son por invasión de patentes al encontrarse plantas patentadas por Monsanto en los sembradíos de los agricultores demandados. ƑCómo llegaron esas plantas a esas granjas? Para los jueces, eso no importa. Lo que importa es que están protegidas por derechos de propiedad intelectual de la compañía trasnacional.

Típicamente, cuando un agricultor compra semilla genéticamente modificada firma un contrato de Uso de Tecnología. En ese instrumento se libera de toda responsabilidad a la compañía proveedora (y dueña de las patentes) en caso de que los campos de otros productores se contaminen con material transgénico y sufran daños por este hecho. Es decir, aun cuando el agricultor siembre de acuerdo a las instrucciones de la compañía dueña de la patente, si hay contaminación en otros campos la responsabilidad es únicamente suya.

Los partidarios de los transgénicos alegan que esto es parecido a lo que ocurre con un automóvil. Si usted maneja el auto de acuerdo con las instrucciones del fabricante y sufre un accidente, usted es el único responsable. La analogía es absurda: los automóviles no chocan solos y no atropellan a la gente cuando están estacionados. En cambio, el material transgénico puede trasladarse por el solo efecto del viento, los pájaros o insectos. Aun cuando usted no quiera recibir semillas transgénicas en su terreno, el material transgénico puede ser transportado y aparecer en su cosecha. Siguiendo con la analogía, si usted decide que no quiere ser atropellado y se queda en casita, el coche entrará por la sala. Y después el fabricante lo demandará por invadir su patente.

Finalmente, el engaño. Monsanto tiene un récord envidiable de denuncias debido a la manipulación de estudios sobre el impacto ambiental de sus plaguicidas. Uno de ellos data del monitoreo de acuíferos para analizar el impacto de uno de sus herbicidas en 1985. El muestreo que realizó estuvo sesgado y la decisión oficial sobre el uso de ese químico fue favorable gracias a esa falla. Hay otros ejemplos que indican que, cuando se trata de torcer los datos, Monsanto sí sabe hacer ciencia.

ƑY en México? Habrá que esperar otros tiempos para indagar sobre sobornos. Pero sí sabemos a qué atenernos cuando se apruebe la absurda ley de bioseguridad y se quiten los obstáculos a los transgénicos. Mientras la policía privada de la trasnacional busca "evidencias" sobre la invasión de patentes, el ejército de abogados del gigante trasnacional estará preparando las demandas contra los agricultores. Un mundo de alegría y abundancia, tal como lo presenta la página electrónica de Monsanto.

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