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Jueves 13 de enero de 2005

Martí Batres Guadarrama

La responsabilidad del PRD

Se dice mucho que en 2005 continuará la confrontación e incluso se agudizará. Mencionan algunos analistas que puede ser un año feo, muy feo. Sin embargo, estas predicciones pesimistas no contemplan otros escenarios posibles. A un lado de la creciente competencia política, del desgaste de los círculos del poder, también está creciendo una efervescencia por lo que algunos llaman el cambio verdadero. Se siente cómo se van delimitando los campos de la participación política de la gente, y podría hablarse de la posibilidad de un nuevo ciclo de transformaciones.

Mientras el PRI estuvo en el poder, la contradicción principal en la lucha política se dio entre la democracia y el autoritarismo, y la lucha por la democracia llevó a Vicente Fox a la Presidencia de la República. Un movimiento ciudadano rebasó la capacidad de convocatoria de los propios partidos, y dio al PAN el impulso necesario para ganar esa elección. Aún antes de que termine el sexenio aparecen graves signos de retroceso en esa democracia incipientemente conquistada. La ofensiva de la Procuraduría General de la República contra López Obrador y Marcelo Ebrard amenaza el avance logrado y la libertad del sufragio.

Se advierte entonces la emergencia de un movimiento que retoma las banderas de la libertad y de la democracia, pero que tiene el acento en la cuestión social. Toda vez que se ha logrado la alternancia en el poder, la contradicción principal en la lucha política se da ahora entre la igualdad y la desigualdad social.

La gente ubica entre sus preocupaciones prioritarias los problemas, la pobreza, el empleo, la salud, la vivienda, etcétera. La gente quiere democracia y libertad, pero también quiere comer y dar de comer a sus hijos; quiere un Estado democrático, pero también quiere un Estado social.

Es aquí donde entra la responsabilidad del PRD, pues es la fuerza política que puede engarzar su quehacer político con el sentir de la sociedad mexicana. De las principales fuerza políticas es, por la naturaleza de sus principios, la que puede recuperar la lucha democrática y poner el acento en la cuestión social.

Esta posibilidad podrá concretarse en virtud de que el PRD adquiera conciencia de sus retos. Renovación y unidad parecen ser la divisa del partido. Debe haber cambios en el perredismo, pero también es cierto que todos son necesarios. El PRD debe reconocerse a sí mismo. En la lucha que viene juegan un papel todos sus liderazgos: sus gobernadores y sus dirigentes partidistas, sus coordinadores parlamentarios y sus dirigentes sociales, sus dirigentes históricos y los liderazgos emergentes, Ló-pez Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas.

Este movimiento por la democracia y la equidad social puede triunfar y el PRD puede encabezarlo, pero a condición de entender las responsabilidades actuales. Frente a la ofensiva brutal del gobierno federal, el Gobierno del Distrito Federal no puede estar parando los golpes solo. Se necesita un partido que lo defienda, que defienda la causa, que defienda el proyecto, que meta su propia agenda al debate nacional, que jale la atención de la opinión pública hacia los verdaderos problemas del país.

El proyecto alternativo de nación, que se nutre en lo político del liberalismo de Benito Juárez y en lo social de la obra del general Lázaro Cárdenas, puede triunfar si tenemos un partido unido que mira hacia el país y concentra sus energías en la lucha política y no en la lucha interna; puede triunfar si obtiene de todos sus afluentes lo más valioso de su quehacer y su cultura política; si está abierto a realizar grandes alianzas; si retiene los espacios con los que hoy cuenta e incursiona en nuevos horizontes; si se extiende territorialmente a grandes franjas en las que no se encuentra, si cuida sus liderazgos.

Mantener el gobierno de Baja California Sur y ganar la gubernatura de Guerrero son objetivos inmediatos, de importancia nacional. Organizar al pueblo para impedir el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal parece ser una tarea central. Defender el proyecto, trabajar por la unidad, se antoja pensarlas como tareas duraderas para un partido maduro que tiene conciencia de sus posibilidades.

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