El manuscrito es secreto, mientras el Pentágono decide si permite publicarlo
El sexo, usado como medio de tortura en Guantánamo, narra libro inédito
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 28 de enero. Entre las técnicas estadunidenses aplicadas a detenidos en Guantánamo estuvo el de mujeres interrogadoras tocando sexualmente a hombres musulmanes y embarrando tinta roja sobre ellos para fingir que era sangre menstrual y con ello violar principios básicos de su fe.
Según un reportaje de Ap publicado en varios medios de Estados Unidos, incluido el New York Times, Erik Saar, ex sargento del ejército y traductor árabe trabajando con las fuerzas armadas estadunidenses ha comenzado a escribir un libro sobre el uso de las mujeres como parte de las tácticas de interrogación de detenidos sospechosos de ser "terroristas". El manuscrito es secreto mientras el Pentágono decide si otorga o no permiso al autor a publicar parte o todo. Unas páginas de su manuscrito describen lo que supuestamente vio el autor -quien dice que fue testigo de unos 20 interrogatorios- durante el tiempo que pasó en el campo de detención en Guantánamo, entre finales de 2002 y mediados de 2003.
Saar cuenta que, en un caso, una contratista militar civil empleó una minifalda y una tanga durante una sesión de interrogación con hombres musulmanes, cuya fe prohíbe el contacto físico con mujeres que no son sus esposas.
En otro caso, una interrogadora se empezó a desvestir frente a un detenido, quitándose la blusa para revelar una camiseta muy pegada al cuerpo, y empezó a tocarse los senos, frotándolos contra la espalda del detenido y comentando sobre su aparente erección. El detenido le escupió a la cara, la mujer salió y regresó poco después para decirle a su sujeto que estaba menstruando, puso sus manos dentro de su pantalón, y sacó lo que parecía sangre, pero en realidad era tinta roja, y se la embarró en la cara. El detenido gritó, escupió y finalmente empezó a llorar.
La ley islámica prohíbe contacto físico con mujeres fuera de la familia, y en particular con cualquiera que esté menstruando. El concepto aquí, según el autor, fue hacer que el hombre se sintiera sucio ante Dios, y con ello perder su derecho a rezar.
El autor está obligado a someter su escrito a las autoridades del Pentágono, ya que firmó un contrato de confidencialidad cuando fue enviado Guantánamo, y los militares ya han censurado algunas partes de la obra. El escritor comentó a Ap que se "desilusionó" durante su estancia en Guantánamo y que concluyó sus cuatro años de servicio militar.
Guantánamo estaba bajo comando del general mayor Geoffrey Miller durante este periodo, y después fue encargado de supervisar los centros de detención en Irak donde estalló el escándalo de Abu Ghraib.
Lo que describe Saar no es nuevo, y hay más casos de manipulación sexual de detenidos por mujeres militares o contratistas tanto en Guantánamo e Irak, y claro, las fotos de las soldados en Abu Ghraib.
El libro, si sale, será publicado este año por Penguin Press.