Arrecifes coralinos, huracanes y el cambio climático global

Eric Jordán Dahlgren

Universidad Nacional Autónoma de México.
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología.
Unidad Académica Puerto Morelos. Puerto Morelos, Quintana Roo

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Tal pareciera que en los últimos años más huracanes han impactado el territorio nacional que en el pasado, causando pérdidas considerables en vidas y materiales. Estos meteoros también han perturbado los arrecifes de coral que estaban en su paso y a algunos de ellos muy seriamente. Así, por el Caribe mexicano y la parte sur del Golfo de México (que es donde están nuestros principales arrecifes coralinos) han pasado cinco grandes huracanes en 16 años, incluyendo a Iván el año pasado.

Si bien el oleaje generado por los huracanes puede causar serios daños a la biota que conforma el arrecife, qué tan grave sea el efecto depende de qué tan frecuentes y qué tan poderosos sean. De hecho, los arrecifes coralinos y los huracanes son típicos fenómenos tropicales, al grado que podemos pensar que siempre han coexistido, lo que nos indica que se pueden recuperar y lo que es más: en diversas formas los huracanes pueden ser benéficos para el arrecife coralino.

Pero hay una condición para que las cosas salgan así de bien y es que después del impacto de un huracán debe transcurrir tiempo suficiente para que los organismos que conforman el arrecife puedan reparar los daños y aprovechar los cambios que produce el huracán. Pero si no hay tiempo suficiente para la recuperación del arrecife, la relación antaño positiva se tornaría negativa y por eso preocupa que la frecuencia y la intensidad de los huracanes estén en aumento.

ƑHay más huracanes y son más poderosos ahora que antes? Pues resulta que para los meteorólogos y otros estudiosos del clima contestar está pregunta no es fácil porque se trata de fenómenos complejos y variables; también existen razones para pensar que podría ser una consecuencia más del cambio climático global. Este cambio resulta principalmente del calentamiento del planeta porque la sociedad moderna produce gran cantidad de "gases de invernadero". Se les llama así porque, tal como sucede en un invernadero, "atrapan" el calor y evitan que escape al exterior, sólo que aquí la cubierta es la atmósfera terrestre.

En efecto, al calentarse la superficie del planeta (mares incluidos), se produce forzosamente un cambio del clima global, el que a su vez modifica muchas otras condiciones ambientales a diferentes escalas. Ahora bien, los huracanes funcionan como una máquina termodinámica y para ello necesitan calor que obtienen de las aguas superficiales de los mares tropicales. Por eso los meteorólogos consideraron en un principio que conforme se calentaran los mares, habría más energía disponible para la formación y el desarrollo de huracanes.

Sin embargo, como el calentamiento global también produce cambios en otras condiciones que se requieren para la formación de los huracanes (como es la intensidad de los vientos alisios), la mayor temperatura del agua no necesariamente resultaría en una intensificación de los huracanes. De hecho, la predicción se vuelve muy complicada e incierta porque, si bien la temperatura del mar es la condición más importante, hay muchos otros factores que en forma variable determinan si se llega a formar un huracán y cómo evoluciona.

Por ejemplo, revisando la historia de los huracanes de la máxima intensidad (clase V en la escala de Saffir-Simpson) que han afectado nuestros arrecifes coralinos del Caribe y Golfo, pareciera que a partir de la década de los cincuenta se ha incrementado el número de megahuracanes; pero también pareciera que el número total de huracanes ha disminuido en esta región. Evidentemente no parece haber respuestas sencillas.

Ahora bien, lo que sigue siendo incuestionable es que los arrecifes coralinos son afectados por los huracanes y que necesitan tiempo para recuperarse de su impacto. Y de hecho, el tiempo que deba transcurrir entre huracanes está en función tanto del daño que haya sufrido el arrecife como de lo adecuado que sean las condiciones en el periodo de recuperación.

Pero la resistencia del arrecife y de su biota al efecto de un huracán también es función de la historia del arrecife, porque "suficientes" huracanes ayudan a mantener una estructura fuerte, mientras que cuando son pocos la estructura coralina es más frágil. Si son demasiados, no hay una recuperación adecuada y los daños que ocasionen huracanes sucesivos serían acumulativos. Por supuesto la intensidad y trayectoria de los huracanes también cuentan en esa historia porque de eso depende la forma como el oleaje puede afectar a cada sector de un arrecife. Así que el "suficientes" es algo muy complejo y varía de un arrecife a otro; cada uno tiene su propia historia.

Nos damos cuenta entonces que el problema más serio que podrían enfrentar nuestros arrecifes coralinos es que necesitarán más tiempo que antes para recuperarse. Y si eso sucede, aun cuando no hubiese más huracanes e incluso si no fueran más intensos, serían demasiados. Esto es lo que tememos que pueda estar sucediendo porque no cesa la degradación ambiental de los mares: desde la contaminación hasta la destrucción directa de los arrecifes, sin olvidar el calentamiento global que también tiene otras consecuencias, que en conjunto impiden que la biota coralina crezca y se desarrolle bien.

Desafortunadamente, esto no es sólo teoría pues hace años que estamos observando efectos cada vez mayores del blanqueamiento y de enfermedades infecciosas en corales y en muchos otros organismos de la comunidad coralina. Ambos son efectos del calentamiento, pero cada uno por sí solo tiene la capacidad de crear una catástrofe ecológica, como ya está sucediendo. Por ejemplo, en los mares del Pacífico oriental grandes áreas de corales han muerto por efecto del blanqueamiento, mientras que en el Caribe uno de los corales más importantes, el llamado cuerno de alce, ha sido severamente diezmado por una enfermedad.

Pero ahí no para el peligro, en tan sólo unas cuantas décadas se espera que el exceso del bióxido de carbono en la atmósfera produzca un cambio en el balance de carbonatos del agua de mar y cuando esto suceda la formación de corales será más difícil y biológicamente más costosa; ocurrirá algo semejante en las conchas y otras estructuras internas de carbonato de calcio que tienen la gran mayoría de los constructores del arrecife coralino y de los que, en último término, depende su formación y mantenimiento.

Para entonces, también el nivel del mar se habrá elevado por el deshielo de glaciares y casquetes polares, algo que ya está ocurriendo y a tasas alarmantes. Esto afectará a los corales porque quedarán a mayor profundidad y con menos luz. Pero debemos recalcar que a quien le va afectar muy seriamente el incremento del nivel del mar es al hombre, pues se inundarán las costas bajas donde tiene su asiento una parte fundamental de las actividades económicas y vive un elevado por ciento de la población mundial.

Así, el cambio climático global, que nosotros mismos hemos inducido y estamos acelerando, es una amenaza real para los arrecifes coralinos y prácticamente para todos los ecosistemas que actualmente definen la biosfera y para todas las especies que vivimos en ellos. Ante esta realidad, todos, sin excepción, podemos hacer algo para evitar lo peor.