Usted está aquí: sábado 12 de febrero de 2005 Espectáculos Alan Parsons demostró que el dance no siempre es monótono

Ofreció virtuoso concierto en el Metropólitan, el jueves

Alan Parsons demostró que el dance no siempre es monótono

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen Con su m�, Alan Parsons convirti� teatro Metrop�an en un gran antro FOTO Chava Rock

Alan Parsons, ganador del Grammy a mejor ingeniería para un álbum por el disco Dark side of the moon, de Pink Floyd, y quien participó en el disco Abbey road, de The Beatles, presentó con su banda su nueva producción titulada A valid path (Un sendero válido), en el teatro Metropólitan, el pasado jueves, donde la música tuvo su tiempo, su ritmo y espacio, con un rock que sintetiza su ayer y hoy.

Público de las más diversas edades, pero todos sabedores de la calidad de Parsons, acudieron a oír el virtuosismo de un músico que no se estancó en sus laureles y ha seguido incorporando tendencias a su propuesta conceptual.

Llegó a México para realizar una gira por el DF, Monterrey, Guadalajara y Zacatecas, donde los seguidores escucharán Eye in the sky, Children of the moon y Psychobabble, además More lost without you, de su más reciente álbum.

Alan Parsons inicio su faceta como músico en 1975 como The Alan Parsons Project, acompañado por Eric Woolfson y Andrew Powell; a lo largo de su historia la agrupación ha cambiado constantemente de vocalista y de colaboradores. La idea del proyecto era componer álbumes conceptuales de rock progresivo, con temas elaborados y trabajados al máximo y con gran ayuda instrumental y vocal.

El primer álbum que lanzó al mercado fue Tales of mystery and imagination (1976), basado en la obra del escritor Edgar Allan Poe. Con su disco debut, logró colocarse rápidamente en el gusto del público gracias a temas como The raven y The tell-tale heart.

A valid path está cargado de gran variedad de sonidos, percusiones y elevadísimos solos de guitarra, ejecutados en parte por David Gilmour, guitarrista de Pink Floyd.

En este proyecto participan músicos virtuosos como The Crystal Method, Shpongle, Jeremy Parsons, Uberzone, The Nortec Collective y PJ Olsson, quien es el vocalista de Alan Parsons Live Project, para quien en algunas piezas de este viernes el escenario se le hizo chico y lo cruzaba brincando. Pero cantó como los dioses.

En A valid path, Parsons logró fusionar culturas, sensibilidades e instrumentaciones de diversos artistas, de una manera única y completamente natural. Sonidos dance y poderosas vocales se mezclan con estéticos acordes progresivos.

Dos horas de imaginación

Con Time, el grupo de Parsons dio tiempo al tiempo; la música tuvo su tempo. Entre el público, decenas cerraron sus ojos; otros se contonearon. Los más escucharon con calma ese remanso acústico: Time. Es una de las piezas que sólo son posibles dentro del rock.

De las llamadas clásicas, el grupo pasaba a las nuevas. El ritmo de la música electrónica fue impactante, contundente; cada miembro de la banda es un virtuoso en su instrumento. Las melodía se colgaban de notas in crecendo. Más, más, más. La batería fue golpeada sin piedad. Ese ser no era una bataca cualquiera. Era un pulpo no de ocho, sino de 16 tentáculos.

El bajo se convertía por momentos en un requinto. Este hacía olvidar a David Guilmour, quien toca su guitarra en varias piezas del nuevo disco de Parsons. Con un alarde de tecnología, el Metropólitan fue convertido por momentos en una gran disco, un antrote. El dance y sus posibilidades actuales. Parsons demuestra que la electrónica no tiene porque ser monótona; el sonido brilló.

Muchos no pudieron quedarse quietos en sus lugares. El maestro Parsons, con su larga barba y portando un abrigo largo de color negro. Su actitud era de apóstol. Sólo le faltaba la batuta.

Por momentos, Parsons saludaba a los del segundo piso, que hicieron su fiesta y estuvieron tan prendidos como los de abajo. Entre cada pieza, los músicos dejaban oír composiciones que denotaban el talento de Parsons, como Money, de Pink Floyd.

Las notas de Ojo en el cielo levantaron a la concurrencia. Todos bailaron y aplaudieron. Con esa se hubiera cerrado. Pero regresó para enloquecer con Los juegos que la gente juega, la lúdica interpretación con la que Parsons da un toque de seriedad a esta comedia que es la vida.

 
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