La Jornada Semanal,   domingo 20 de febrero  de 2005        núm. 520
Las rubayatas

Omar Khayyam

1 Si bien no he puesto en collares las perlas de la oración,
Nunca te he escondido esta polvareda de pecados que ensucia mi rostro;
Es por esto que espero en tu misericordia,
Ya que jamás he dicho que el Uno fuera Dos.*
2 ¿No vale más decirte mis pensamientos más secretos en una taberna
Que inclinarme sin Ti frente al mihrab?*
Oh Tú, el Primero y el Último de todos los seres,
Dame el Cielo o el Infierno, pero haz de mí lo que quieras.
3 Tú, que tan sabio te consideras, no menosprecies a aquellos que se embriagan;
Haz a un lado el orgullo y la impostura.
Para saborear la paz y la calma,
Inclínate hacia los más humillados, hacia los más viles.
4 Tan seguro y severo como seas, no hagas sufrir a nadie;
Que ninguno tenga que soportar el peso de tu cólera.
Si en ti está el deseo de la paz eterna,
Sufre en la soledad, sin que puedan, oh víctima, tratarte de verdugo.
5 Puesto que aquí nadie puede garantizarte el mañana,
Vuelve gozoso, un instante, este corazón enfermo de amor.
Bebe vino al claro de luna, oh mi luna, ya que este astro
Te buscará mañana y, tal vez, no te encontrará.
6 El Corán, que los hombres tienen como la palabra suprema,
Lo leen en ocasiones, mas ¿quién lo leerá sin tregua?
¡Ah! sobre el borde de la copa, un adorable texto está grabado
Que, a falta de ojos, sabe leer la boca.*
7 Nosotros, el vino, el banco de la taberna y nuestros cuerpos borrachos
Despreocupados de la esperanza de la misericordia y del terror del castigo estamos;
Nuestras almas, nuestros corazones, nuestras copas y nuestros vestidos manchados de vino
Nada tienen que temer de la tierra, del agua, del fuego. *
8 Aquí abajo, vale más que te hagas de pocos amigos;
No salgas de ti mismo más que por breves momentos,
Aquel de cuyo brazo te apoyas,
Examínalo bien, y ten cuidado.
9 Este jarro, otrora fue un doliente amante como yo
De unos bellos rizos perdidamente enamorado.
Esta asa que le ves pegada,
Era el brazo que rodeaba el cuello de la amada.
10 ¡Ay! del corazón en donde la pasión está ausente,
El corazón que no sufre los encantos del amor.
El día que pases sin amor
¿Qué sol lo iluminará? ¿Qué luna le traerá consuelo?
11 Hoy la estación de mi juventud florece de nuevo;
Tengo ganas de aquel vino proveedor de alegría,
No lo desprecies: incluso así, áspero,* me encanta;
Áspero, como el sabor de mi vida.
12 No tienes ningún poder sobre el día de mañana;
Es inútil afligirte, contra tu destino no puedes nada.
Sé sensato, goza del presente.
¿Mañana? ¿Qué sabes del mañana?
13 He aquí, al fin, un poco de felicidad para el mundo,
Cada corazón anhela soledades perfumadas.
Sobre cada rama, creemos ver la blanca mano de Moisés;*
Cada brisa parece animada por el soplo de Jesús.*
14 El hombre que no vio crecer y madurar el fruto de la Verdad
No va con pie firme en el camino.
Cualquiera que ha inclinado para sí el árbol de la Ciencia
Sabe que el día de hoy es como el de ayer, y que el de mañana será como el primero de todos
15 Más allá de la tierra, más allá de los cielos, mi alma
Buscaba la tablilla y el kalam,* el Cielo y el Infierno;
El Maestro, cuyo espíritu rebosa de claridad, al fin me dijo:
"La Tablilla y el Kalam, el Cielo y el Infierno están en ti."
16 Levántate, dame de beber, ¿es éste el momento de vanas palabras?
Esta noche, tu pequeña boca bastará a todos mis deseos.
Dame de aquel vino, rosado como tus mejillas.
Enredados como tus rizos serán mis remordimientos.
17 La Primavera abanica dulcemente el rostro de la rosa;
¡Cuán dulce es el amado rostro en la sombra del jardín!
Nada de lo que me digas del pasado me hará feliz;
Soy feliz en este día, ¡no me hables del ayer!
18 ¿Por cuánto tiempo más voy a querer llenar de piedras el mar?
Tengo asco tanto de los idólatras como de la sinagoga.
¡Khayyam! ¿Quién puede asegurar que morará en el Infierno?
¿Quién visitó alguna vez el Infierno? ¿Quién del Cielo ha vuelto jamás?
19 Esos átomos de una copa que fue modelada para llenarla de vino,
Aun un borracho no permitiría que sean dispersados al azar.
Todas estas bellas caras, bellas manos, bellas piernas…*
¿Qué amor las unió? ¿Qué odio las destruiría?
20 Esta jarra que usa para beber un albañil
Está hecha con el ojo de un rey y el corazón de un ministro.
Cada copa de vino que agarra un borracho
Proviene de la mejilla de un hombre ebrio, de los labios
  de una mujer púdica.
21 Puesto que en el día de la Creación* no fui yo quien decidió
  venir a esta tierra;
Y que mi partida es algo que no quiero ni puedo evitar;
Levántate, oh gracioso escanciador, y ciñe tu cintura;
La tristeza de este mundo, ¡quiero ahogarla en el vino!
22 Khayyam, que cosía las tiendas* de la sabiduría,
Cayó en la hoguera de la tristeza y fue consumido de un solo golpe;
Las tijeras del destino cortaron la cuerda de su vida,
Y el mercader de la esperanza la vendió por nada.
23 Khayyam, ¿por qué llorar así por tus pecados?
¿Qué ganas, abandonándote a semejante tristeza?
Puesto que la misericordia no es para los justos
Y que sólo despierta con los ruidos de nuestras faltas ¿de qué sirve gemir?
24 En el monasterio, en la escuela,* en el convento y en la sinagoga
Se abrigan aquellos que temen el Infierno y buscan el Cielo.
El hombre que conoce los secretos de Dios
Jamás siembra tales simientes en el corazón de su corazón.
25 Si en la primavera, una hurí,*
Me sirve, sobre el verde borde de un campo, un vaso lleno de vino,
Aunque esto pueda parecer extraño; si me preocupara, en ese momento,
Por el Paraíso,* ¡un perro valdría más que yo!
26 Sabe esto: de tu alma serás separado,
Y pasarás detrás de la cortina de los secretos de Dios.
Sé feliz... no sabes de dónde has venido;
¡Bebe vino! No sabes a dónde irás
27 Estaba durmiendo cuando en mi sueño la Sabiduría me dijo:
"Jamás, en el sueño, la rosa de la Felicidad ha florecido para nadie.
¿Por qué abandonarte a ese hermano de la muerte?
¡Bebe vino! Tendrás siglos para dormir."
28 Mi corazón me dijo: "Tengo el ardiente deseo de un elevado
  conocimiento;
Instrúyeme si eres capaz."
Así que dije el Alif;* mi corazón entonces me respondió:
"No digas más; Si el Uno está en casa, basta una sola letra."
29 Nadie puede pasar detrás del velo que cubre el enigma;
Ninguna alma conoce la naturaleza de lo que nos espera.
No tenemos más asilo que provisorio, salvo en el seno de la tierra...
¡Bebe vino! ¡Tales discusiones no tienen fin!
30 El misterio debe quedar velado a los espíritus viles
Y, a los tontos, los secretos impenetrables.
Cuida de tus actos con respecto a los otros hombres,
¡No puedes esperar de ellos más que de ti!
31 Desde el comienzo de los tiempos fue escrito lo que será;
Infatigablemente la Pluma* escribe, sin hacer caso del bien o del mal.
Desde el primer día, marcó todo lo que será.
Vanos son nuestros esfuerzos y dolores.
32 En la época de las rosas, cerca de un prado, en la orilla de un río,
Con dos o tres amigos y una compañera hermosa como una hurí;
¡Tráeme la copa! Aquellos que toman la bebida matutina
¿Qué les puede importar la mezquita o la sinagoga?
33 Sólo he soñado con el Cielo como lugar de reposo,
Ya que he llorado tanto que mis lágrimas apenas me dejan verlo.
El Infierno es sólo una ínfima chispa comparado con todo lo que
  ha sufrido mi alma
Y no creo en el Paraíso, sino cuando pruebo un instante de paz.
34 Se dice que en el jardín del Edén nos esperan huríes encantadoras;
Yo digo que el jugo de la vid es lo único deleitable.
Dinero contante vale más que ganancia prometida,
Y el sonar de los tambores,* hermano mío, sólo a lo lejos es bello.
35 ¡Bebe vino!, ya que dormirás por mucho tiempo bajo la arcilla,
Sin nadie cercano, ni camarada, ni confidente, ni íntimo amigo.*
Cuida de no decir nunca a nadie este secreto:
"Los tulipanes marchitos no volverán a florecer."
36 ¡Bebe vino!, es él la vida eterna.
Es lo que te queda de los días de tu juventud.
Es la época de las rosas y del vino; ebrios ya están los compañeros.
Sé feliz un instante, ese instante es tu vida.
37 ¡Dame vino! medicina a mi corazón herido,
Buen amigo de aquellos maltratados por el amor.
Un solo trago es preferible, para mi alma,
Que la bóveda de los cielos, fondo del cráneo del mundo.
38 Bebo vino, y por todos lados me dicen:
"¡No bebas vino, es el enemigo de la religión!"
Cuando así supe que el vino era el enemigo de la religión,
Dije: "¡Por Alá! dejadme beber su sangre, es un acto de piedad."
39 El vino es un rubí líquido; la copa es la mina.
La copa es el cuerpo cuya alma el vino es.
La copa de cristal donde ríe el vino
Es una lágrima en la que se esconde la sangre del corazón.
40 Ignoro si Aquel que modeló mi ser
Me ha preparado morada en el Cielo o en el horrible Infierno;
Mas, una copa de vino, una amada y un laúd sobre el verde talud de la pradera,
Yo me quedo con esta riqueza segura... Quédate tú con el Cielo al cual das crédito.*
41 Del bien y el mal que están en la naturaleza humana,
De la felicidad y la pena que nos guarda el Destino,
No culpes al Cielo, porque, en cuanto a sabiduría,
El Cielo es mil veces más infeliz que tú.
42 Cualquiera que cuide en su corazón la flor del amor
Ningún día de su vida será en vano,
Sea que busque entregarse a la voluntad de Dios,
Sea que busque el goce del cuerpo y levante su copa.
43 Dondequiera que florezcan tulipanes,
Otrora, la sangre de un rey fue vertida;
Cada violeta brota,
De un lunar que adornaba la mejilla de una cara amada.
44 Sé prudente: la fortuna es incierta;
Ten cuidado: la espada del destino está afilada
Si la suerte te pone almendras dulces* en la boca,
No te las tragues; veneno ha sido mezclado.
45 Una jarra de vino, los labios de la amada, sentados en la hierba,
Se han acabado mi dinero y han arruinado mi crédito.
Dicen que toda la raza humana terminará en el Cielo o en el Infierno,
Mas, ¿quién ha ido alguna vez al Infierno; quién ha regresado del Cielo?
46 ¡Oh tú! cuya mejilla vuelve celosa a la rosa salvaje,
Tú, cuyo rostro ha sido moldeado como los ídolos de la China.*
¡Oh tú! cuya mirada amorosa inspiró al rey de Babilonia,*
Para mover sus piezas a su antojo sobre el tablero.
47 Puesto que la vida pasa, ¿qué importa que sea dulce o amarga?
Una vez llena la copa ¿qué importa que estés en Bagdad o en Balkh?*
Bebe vino, ya que después de tu partida y de la mía, esta misma luna
Seguirá pasando del último día del mes al primero, y del primero al último.
48 Entre los que beben el vino puro de los dátiles,
Y los que pasan la noche rezando,
Ni uno está sobre tierra firme, todos se ahogan.
Sólo hay Uno que vigila, los otros están dormidos.
49 Esa sabiduría que ronda por los caminos de la felicidad
Te recuerda cien veces al día:
"¡Aprovecha este instante!, ya que no eres
Como esta hierba que reverdece después de haber sido cortada."
50 Aquellos que son esclavos del intelecto y de vanas sutilezas
Envejecen en medio de sus disputas sobre el ser o el no ser.
Tú, hombre avisado, mejor ve a buscar el jugo de la vid,
Ya que esos ignorantes, verdes aún, se volvieron pasas.*
51 Mi venida no tuvo ninguna ventaja para la esfera celeste;
Mi partida no disminuirá ni su belleza ni su grandeza;
Mis dos oídos nunca han escuchado decir a ninguno
El porqué de esta venida ni la razón de esta partida.
52 Seremos borrados del registro de la existencia.
Con su fría mano, la muerte nos ahogará.
Oh saki* de luminoso rostro.
¡Danos de beber!, ya que pronto en polvo se nos convertirá.
53 Ahora que, de todo placer, sólo nos queda el nombre;
Y de no ser el vino nuevo, ningún viejo amigo se ha quedado.*
No apartes tu feliz mano de la copa de vino,
Porque hoy, es lo único que queda a tu alcance.
54 Lo que la Pluma ha escrito no cambiará jamás:
Desolarse sólo nos lleva a una tristeza todavía más profunda;
Aún sufriendo toda una vida de angustia,
No le agregarás ni una gota más.
55 Oh corazón, deja por un momento la sociedad de los enfermos del amor.
Deshazte por un instante de frívolas cosas.
Ve y ronda cerca de los derviches...*
Quizá tengas, al menos por un momento, que ser recibido entre los Recibidos.
56 Aquellos que, por un tiempo, adornan el Cielo,
Vienen, van y regresan de acuerdo a la Rueda.
En el seno del cielo y en el regazo de la tierra,
Puesto que Dios no muere, siempre habrá seres que nacerán.
57 Aquellos cuyas creencias están basadas en la hipocresía
Quieren hacer una diferencia entre cuerpo y alma.
En cuanto a mí, sé que sólo el vino tiene la palabra del enigma,
Y que da la conciencia de una unidad perfecta
58 Los cuerpos que habitan esta bóveda celeste
Desconciertan a los que reflexionan.
Ten cuidado de no soltar el hilo de la sabiduría,
Porque incluso los guías pueden perderse.
59 Yo no soy un hombre que tema el no ser,
Esa mitad del destino me gusta más que la otra.
Esta vida me fue prestada por Dios;
Se la devolveré cuando Él me la pida.
60 La vida pasa, misteriosa caravana,
¡Arráncale su minuto de dicha!
Saki ¿por qué entristecerte por el mañana de los compañeros?
¡Sirve el vino! La noche se está yendo.

NOTAS

Rubayata 1.Texto: "Si no he horadado la perla de tu culto", significa: "Si no me he dedicado con ahínco a rendirte culto." La imagen utilizada en la traducción de Charles Grolleau, que hemos conservado aquí, evoca además los rosarios que los musulmanes piadosos pasan sin cesar entre sus dedos; "que rezan los hipocritas" dice Khayyam.

Jamás he dicho que el Uno fuera Dos, significa: "Nunca puse en duda que hay un solo Dios." "No hay más Dios que Dios, y Mahoma es su Profeta", proclaman los musulmanes.

Monoteísmo acentuado, fe acusada en Dios, aprecio por la vida moral, por un lado; abluciones y oración repetida cinco veces al día, limosnas y ayuno, por otro lado, son de las principales características del islamismo. En su "Credo", Abu Nuwas (hacia 747/768– 814), poeta árabe de la época abasí, dos siglos antes que Khayyam, escribe así:

"Rezo con piedad cinco veces al día;/ protesto dócilmente la unidad de Dios;/ hago mis abluciones cuando debo/ y no rechazo al menesteroso./ Una vez al año, guardo un mes de ayuno;/ Me mantengo apartado de los falsos dioses./ También es cierto que no soy un mojigato/ Y que acepto un vaso cuando se me ofrece..."

Rubayata 2: El mirhab es una especie de nicho en la mezquita, que indica la dirección de La Meca y frente al cual se voltean los fieles para el rezo. Ahí se coloca el pichnamaz, que dirige las oraciones.

Rubayata 6: El Corán, según establece la tradición, fue dictado por el propio Alá. Mahoma lo escribió en prosa rimada y lo dividió en 114 capítulos o suras. Alusión a las inscripciones báquicas que frecuentemente están grabadas en el borde exterior de las copas. Variante: "El Corán, que llamamos la palabra suprema,/ Sólo en ocasiones lo citamos, no siempre./ Mas en el borde de la copa, hay un versículo/ Que, en todo lugar, leemos sin cesar."

Rubayata 7: De la tierra, del agua, del fuego; referencia a los cuatro elementos constitutivos de la materia, según la filosofía griega heredada de Empédocles, médico y filosófo de Agrigento (s. V a.C.)

Rubayata 11: El doble significado de talkh: amargo y áspero en persa, permite a Khayyam hacer un ingenioso juego de palabras, asimilando la amargura del vino a la de su vida.

Rubayata 13: Moisés: alusión a los prodigios que realizaba el profeta al levantar su mano y, más precisamente, al relato que dan el Corán (XXVII, 11; Misión de Moisés) y la Biblia (Éxodo, IV, 6; poder de los signos acordado a Moisés) del mismo hecho: después de poner su mano en su pecho como Dios le había ordenado, Moisés la enseñó al Faraón "y ésta cubierta de lepra, blanca como nieve." Jesús: los musulmanes creen que su poder de hacer milagros radicaba en su soplo revitalizante y reconocen en él a un profeta importante, pero es a Mahoma a quien veneran como "el Profeta".

Rubayata 15: La tablilla y el kalam; instrumentos de escritura para antiguos hechos, de una placa de arcilla o de madera: la tablilla; y de una caña o una pluma cortada oblicuamente: el cálamo. Se dice que el kalam fue la primera cosa creada por Dios el día de la Creación para escribir todo lo que debe acontecer hasta el último día. Así la tablilla y el kalam son los símbolos de la voluntad de Dios que decide nuestras vidas. Ver cuartetos 31 y 54.

Rubayata 19: "Todas estas bellas caras, bellas manos, bellas piernas; esos son los átomos con los cuales se modelan las vasijas." Tema recurrente en la poesía de Khayyam, que siempre nos recuerda que el polvo, la tierra, la arcilla están formados por los restos de cuerpos desaparecidos. Concepción parecida a la de los griegos presocráticos en la que se considera que todos los elementos de la materia se transforman los unos en los otros.

Rubayata 21: En el día de la Creación. Ver nota del cuarteto 15.

Rubayata 22: al-Khayyam significa: "él que fabrica tiendas". Siguiendo la costumbre de los poetas en Oriente de tomar un sobrenombre, se dice que Omar optó por tomar el de Khayyam, honrando así el oficio de su padre.

Rubayata 24: Se trata aquí de la escuela coránica (Madrasséh) en la cual se enseñan los dogmas.

Rubayata 25: Hurí (palabra persa, del árabe "hur", adjetivo que se aplica a las mujeres que tienen el blanco y el negro de los ojos muy contrastados; "ojos de gacela"), belleza celeste, "hermosa como el rubí y el coral" (Corán, LV, 58) que el Corán promete al fiel musulmán en el paraíso de Alá. "Y verdes son las pupilas de las huris del profeta", escribe el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Tan poderoso es el embrujo de unos bellos ojos, que el mismo Mahoma (para quien las tres cosas más queridas en el mundo eran las mujeres, los perfumes y la oración) tuvo a bien advertir: "No prolonguéis vuestras miradas sobre los mozuelos imberbes, porque tienen ojos más tentadores que los de las huríes del Paraíso."

"Si mencionara en ese momento el nombre del Cielo", puede entenderse en dos sentidos: "Si me preocupará por mi salvación", o "Si buscara en ese momento otro cielo."

Rubayata 28: Alif, primera letra del alfabeto persa; análoga al alef judio y a nuestra a. Indica que Dios es uno. Alfa y omega dicen los cristianos, principio y fin de todas las cosas.

Rubayata 31: Para los musulmanes, todo está escrito (¡Mektub!) por la mano de Dios, y lo que está escrito no puede borrarse. Ver también el cuartetos 54 donde se expresa la misma idea, y la nota del cuarteto 15.

Rubayata 34: Los tambores, alusión a los que suenan en las fiestas religiosas. En otras palabras: "más vale tenerse alejado de la religión".

Rubayata 35: Ni íntimo amigo. Ya que en la poesía oriental clásica, se usa a veces el masculino como forma eufemística del femenino, algunos traductores ponene aquí: mujer. Sin embargo en sus cuartetos Khayyam habla una lengua lo suficientemente directa como para no dudar que la palabra sea la que transcribimos: íntimo amigo. Lo que no debe sorprender. La poesía oriental clásica, tanto persa como árabe, al igual que la poesía griega antigua, canta el sentimiento amoroso sin gazmoñería, y es frecuente encontrar versos que celebran la amistad íntima que puede existir entre un muchacho joven y un hombre o entre dos hombres. Esos son los amigos que evoca la rubayata 84, invitándolos a gozar "de los encantos el uno del otro".

Rubayata 40: Comparar con el tercer verso del cuarteto 34.

Rubayata 44: Almendras dulces. Texto: Lownizeb, pastel hecho con almendras, pistaches, agua de rosas y azúcar.

Rubayata 46: Algunos eruditos creen que el poeta hace alusión aquí a la sultana Terken Khatun, esposa de Malik Shah, su protector, cuyo apodo era "la China".

Babilonia, ciudad de la baja Mesopotamia, cuyas imponentes ruinas, a orillas del Éufrates, están a 160 km al sureste de Bagdad. Después de Hammurabi y de Nabucodonosor, Alejandro Magno la escogió como capital y murió en ella.

Rubayata 47: Bagdad, ciudad célebre a orillas del Tigris, actual capital de Irak; antigua capital del califato de los abasidas. Fue el centro de una esplendorosa civilización. Posee la Universidad más antigua del mundo.

Balkh, ciudad de la provincia persa del Khwârizm (actualmente Turquestán afgano), a orillas del río Deriaz, en la cual vivió el poeta.

Rubayata 50: Verdes aún, se volvieron pasas. Es decir: que alcanzaron la madurez a temprana edad; que se hicieron viejos antes de tiempo.

Rubayata 52: Saki, "el que lleva la copa"; escanciador, copero. Sirviente que escancia el vino en los banquetes. Generalmente eran adolescentes que, al igual que en los banquetes griegos, a veces cantaban, tocaban música y servían de confidentes a los bebedores.

Rubayata 53: Y de no ser el vino nuevo, ningún viejo amigo se ha quedado. El texto dice: "Ya que no nos queda ningún otro confidente cocido (=con experiencia, fiable) que el vino crudo (= joven, sin experiencia, no muy fiable).

Rubayata 55: Derviches (del persa dervich, "pobre"), miembros de una cofradía de monjes mendicantes musulmana. Unos buscan el éxtasis religioso a través de la meditación y del canto; otros giran largas horas en una danza que los lleva al trance; otros llevan una vida mísera y errante (ver nota del cuarteto 133).