Usted está aquí: domingo 27 de febrero de 2005 Cultura Los jóvenes compositores sólo miran hacia Europa: Marcela Rodríguez

Hoy, nueva ejecución de su Concierto para cello y orquesta, estrenado en el 97

Los jóvenes compositores sólo miran hacia Europa: Marcela Rodríguez

Faltan frescura e inventiva a la música mexicana, considera

Recomienda seguir el ejemplo de Silvestre Revueltas; ''era un loco, un investigador que se la pasaba experimentando con sonidos''

arturo garcia hernandez

Ampliar la imagen Marcela Rodr�ez (DF, 1951) es considerada una de las m�prominentes compositoras mexicanas FOTO Jos�ntonio L�

La compositora Marcela Rodríguez se rige por una certeza y una actitud esenciales: ''Los sonidos y los silencios nos pertenecen a todos, y cada quien puede hacer con ellos lo que le plazca''.

Por ese camino encuentra la libertad necesaria para su trabajo creativo: ''Es más valioso intentar y equivocarse que tirarle a lo seguro; imitar o copiar lo que ya otros han hecho mata la creatividad''.

El ejemplo lo tomó de Silvestre Revueltas, a quien rechaza catalogar como nacionalista: ''se le ponía esa etiqueta, pero era un posmoderno, un loco, un atrevido, un investigador de sonidos que se la pasaba experimentando y proponía cosas como un contrabajo con una trompeta, o el más grave de los instrumentos con el más agudo''.

Marcela Rodríguez (DF, 1951), una de las más prominentes compositoras mexicanas, vierte sus opiniones en una entrevista con motivo de la nueva ejecución de su Concierto para cello y orquesta, que llevará a cabo la orquesta Carlos Chávez, dirigida por Juan Carlos Lomónaco, con Bozena Slawinska como solista.

El concierto se interpretará hoy (18 horas) y el martes (20 horas) en la Sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes.

La obra, que consta de tres movimientos, fue estrenada en el Festival Cervantino de 1997, con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, dirigida por José Luis Castillo, y el violonchelista Carlos Prieto.

Originalmente los movimientos se denominaban Corriendo, vals, lumbre. La versión que ahora se toca presenta algunas modificaciones, sobre todo en el segundo movimiento, que ahora se llama lento.

La obra de Rodríguez comprende solos para diversos instrumentos, canciones, música de cámara, sinfónica, partituras para teatro y una ópera, Séneca, estrenada el año pasado.

-Si estrenar una obra es un logro para un compositor, ¿qué representa que se vuelva a interpretar?

-Es interesante y agradable, porque normalmente las obras contemporáneas de concierto se tocan una sola vez y luego se olvidan. Que venga la otra. Yo no hubiera hecho los cambios que hice a esta obra si no se fuera a tocar de nuevo. A los compositores nos ayuda mucho que las obras se mantengan vivas, porque siempre se pueden mejorar.

-¿Se sorprende con su obra al oírla nuevamente?

-Siempre me sorprendo. Es muy emocionante, porque en el momento que escribo, oigo los sonidos, pero después hay detalles que se olvidan un poco. Pero también es una responsabilidad muy fuerte tener a más de 100 personas tocando mi obra.

-A la hora de escribir para orquesta, ¿no se plantea la dificultad que representa lograr que se interprete una obra que requiere de mayor dotación instrumental?

-Obviamente hay que entrar en los repertorios normales de las orquestas, lo cual no es fácil porque los directores ya tienen su programación planeada. Entonces hay que estar un poco detrás de ellos. Pero en la cuestión creativa, la orquesta sinfónica es una delicia. A mí me es más difícil escribir música de cámara que para orquesta sinfónica. En la de cámara se está mucho más desnudo, todo es mucho más transparente y delicado.

''En mi primera etapa como compositora me lancé primero con la música de orquesta que con la de cámara. Ahora me está fascinando el mundo camerístico, que es más delicado. Por otro lado, la riqueza tímbrica y las nuevas técnicas me llevan a profundizar mucho más en cada instrumento".

-El estatus y reconocimiento que ha alcanzado como compositora, ¿se traduce en más oportunidades para ser interpretada?

-Me imagino que sí; no sé qué tanto, pero sí, me siento privilegiada porque a las orquestas normalmente les llevo mis partituras y me las tocan. Pero creo que los más importante es que, aun cuando la gente no tenga un nombre o reconocimiento, si su obra es buena difícilmente le van a decir que no.

-¿Percibe un movimiento importante de jóvenes compositores en México?

-Ahora mismo. Es impresionante; viene una generación brutal, buenísima. Se están preparando en Europa, en Estados Unidos; vienen cargados de información y de ánimos de hacer cosas diferentes. Uno de los grandes problemas es que las nuevas generaciones siempre están mirando hacia Europa o Estados Unidos. Siempre hay algo que está de moda en algún país, que los jóvenes quieren imitar. Falta frescura, no mirar tanto a la tradición europea, sino empezar a inventar cosas. El silencio y el sonido son de todos, falta la inventiva. A pesar de eso viene una generación trabajadora y de muy alta calidad.

-¿Es importante, válida la originalidad per se?

-No se trata de la originalidad por la originalidad. Pero sí de estar investigando y experimentando. Sobre todo porque no tenemos necesidad de estar copiando a otras culturas teniendo la cultura y la riqueza de sonidos que tenemos. Falta poner atención, investigar, oír esa riqueza. No nada más por ser originales, sino para no descuidar nuestro mundo por estar en otro.

Es este punto donde la compositora recuerda el ejemplo de Silvestre Revueltas: "Es un compositor cuya actitud sí deberíamos de imitar".

 
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