Usted está aquí: miércoles 2 de marzo de 2005 Cultura Reflejan en una puesta en escena la ''envilecida realidad'' de México

Luis de Tavira restrena La honesta persona de Sechuán, obra de Bertolt Brecht

Reflejan en una puesta en escena la ''envilecida realidad'' de México

Invocar un teatro crítico, profundo y accesible, propuesta permanente del director

CARLOS PAUL

Ampliar la imagen Luis de Tavira, creador esc�co FOTO Luis Humberto Gonz�z

¿Es posible ser una persona honesta en una sociedad como la actual, en la que la economía y la política se basan en la mercadotecnia?, ¿es factible conservar la dignidad, sin las condiciones económicas mínimas para vivir?, ¿se pueden llevar bien los propósitos y valores de los negocios, con los de la solidaridad humana?

Estas son algunas interrogantes que se plantean en la obra La honesta persona de Sechuán, de Bertolt Brecht, dirección y versión libre de Luis de Tavira, que mañana se restrena a las 20 horas en el Centro Nacional de las Artes (CNA).

Con la compañía del Centro Dramático de Michoacán, el ''cruel, ágil y divertido montaje" combina el teatro musical, la estética del cómic y el lenguaje cinematográfico.

La obra aborda principalmente dos de los problemas centrales de la vida humana: la dignidad y la ética. Cuestiones -explicó el creador escénico- que atañen a los ámbitos políticos, democráticos, económicos y sociales, así como al carácter individual de quien busca su felicidad.

Se narran las peripecias de una prostituta de buen corazón -único ser honesto en el arrabal más grande del mundo, Sechuán-, que en su afán de ser feliz es obligada por las circunstancias a encarnar la personalidad de un ''desalmado y hábil'' empresario.

El montaje de alguna manera tiene el propósito de ser un reflejo de la realidad mexicana actual, en la que las relaciones humanas y la solidaridad, debido al desempleo, la delincuencia y la mercadotecnia desenfrenada, entre otras cuestiones, han sido aniquiladas.

La ley de la sobrevivencia

''Sechuán -abunda De Tavira- es el retrato de las relaciones que engendra el brutal y cruel capitalismo; sistema en el que tanto el lumpenproletariado o milusos, el burócrata, el sindicalista corrupto o el joven desempleado que vemos en las esquinas de las calles, como muchos otros, están obligados a vivir bajo la ley de la sobrevivencia, lo que implica violencia; dicho en mexicano, esto es: 'o chingas o te chingan'."

Cómo plantear en ese contexto una sociedad de bienestar o un proyecto de país, en el que sea posible la dignidad humana, esa es la cuestión, destacó.

En la puesta aparecen ''tres superpoderosos licenciados, funcionarios mesiánicos -que en México también los vemos aparecer cada seis años-, quienes sostienen la tesis de que si encuentran una persona honesta, hay que invertir económicamente en ella, similar a la idea de generar changarros y tener un vocho.

''A esos licenciados les va en juego la defensa de un supuesto estado de derecho, pues sólo les importa encontrar una persona capaz de vivir con 'dignidad', con lo que pueden legitimar el sistema, pero lo que no hacen es preguntarse si lo que hay que cambiar es ese sistema.

''Al encontrar una persona honesta y digna, dentro de su sistema, excluyen a todos los que pensamos que ese modelo es inhumano, injusto y antiético.

''Y precisamente sobre esa cuestión es de lo que trata la obra, que de acuerdo con nuestra envilecida realidad, resulta hoy más vigente que en el momento de su estreno, a mitad del siglo XX."

Crear conciencia mediante un teatro ''profundo y crítico de la realidad y al mismo tiempo accesible para cualquier espectador", es el propósito permanente de Luis de Tavira, quien, entre otras cuestiones, insiste en que ese arte en el país ''no va a renacer con técnicas mercantilistas, porque no es una mercancía" (en alusión a los programas México: Puerta de las Américas y México en escena).

El teatro, concluyó, ''no se puede producir de manera industrial. El cine y la televisión tienen comportamientos industriales produciendo fundamentalmente basura, conformando así a espectadores industriales, pero el teatro es en esencia artesanal, se teje a mano, se consume en el acto de crearse, no acumula, no es negocio en términos mercantilistas, por lo tanto su espectador no debe ser confundido con un consumidor. Las personas tienen que comenzar a ir al teatro, pues asistir a una sala no es ir a ver una obra, es asistir a un discurso profundo, crítico y accecible".

La honesta persona de Sechuán comienza temporada, a las 20 horas, este jueves en el Teatro de las Artes, del CNA, (río Churubusco y calzada de Tlalpan).

 
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