Jornada Semanal, domingo 6 de marzo de 2005        núm. 522

HUGO GUTIÉRREZ VEGA

FESTIVAL EN GRANADA

Grandes y salvajes esfuerzos realizó el filibustero William Walker para destruir en 1856 a la ciudad de Granada, Nicaragua. Terminada su invasión colocó, con arrogancia anglosajona, el letrero que daba por liquidada la vida de la ciudad fundada por Francisco Hernández de Córdoba en 1524. Así sentenciaba: "Granada was here." Sin embargo la ciudad renació de sus cenizas, se reconstruyó en buena medida y, en la actualidad, es una de las más atractivas pequeñas ciudades del continente (merece sin duda que la unesco la nombre patrimonio de la humanidad).

Granada ha entregado a la poesía en lengua española cinco voces fundamentales: José Coronel Urtecho, Joaquín Pasos, Carlos Martínez Rivas, Pablo Antonio Cuadra y Ernesto Cardenal.

Para homenajear a Joaquín Pasos y para celebrar los ochenta años de Cardenal, nos reunimos en Granada un número considerable de escritores de poesía de nuestra América y de la Granada andaluza.

Pasos es uno de los iniciadores de la vanguardia literaria nicaragüense que para nacer tuvo que enfrentarse al padre de la poesía moderna en español, Rubén Darío (este año se celebra el centenario de sus Cantos de vida y esperanza). La ruptura fue natural y los poetas vanguardistas, ya independizados, reconocieron la genialidad del padre y lo siguieron admirando y respetando.

Joaquín Pasos es autor de uno de los poemas más originales y sobrecogedores de nuestra lengua, "Canto de guerra de las cosas". Esta admirable construcción verbal, esta profunda reflexión sobre el mundo y sus abismales contradicciones, recuerda a "La tierra baldía" (o, más bien, "yerma") de T.S. Eliot, pero su forma es tan personal que no muestra ostensiblemente una influencia directa de Eliot. Simplemente coincide en la preocupación angustiosa por un mundo azotado por las guerras y por las desigualdades sociales:

Por fin, señor de los ejércitos, he aquí el dolor supremo.
He aquí sin lástima, sin subterfugios, sin versos, el dolor verdadero.
Por fin, señor, he aquí frente a nosotros el dolor parado en seco.
No es un dolor por los heridos ni por los muertos, ni por las ciudades vacías de casas 
   ni por los campos llenos de huérfanos.
Es el dolor entero.
En el poema se manifiesta la angustia que recorrió los caminos del terrible siglo xx y que, para nuestra desgracia, sigue presente en estos primeros años de siglo XXI. La primera etapa de la poesía de Cardenal tuvo una gran influencia en varias generaciones de escritores. Retirado de la política el poeta vive en Solentiname, su Getsemaní mertoniano.

Estoy seguro de que el festival de poesía de Granada tendrá larga y fructífera vida. Los organizadores, encabezados por Francisco de Asís Fernández, viejo conocido de los días de apoyo al sandinismo en la Casa del Lago, han logrado la ayuda del gobierno y de la iniciativa privada y ya se encaminan con paso seguro hacía el segundo festival que estará dedicado a José Coronel Urtecho.

En el enorme lago de Nicaragua, el Cocibolca, soplaba el viento del norte, el oleaje siguió infatigable y los participantes en el festival nos reunimos en la playa y contemplamos el mar de agua dulce. Ernesto Cardenal, Gioconda Belli, Claribel Alegría y este bazarista, nos sentamos a la mesa para comer unos tostones con queso y beber un vasito de ron. Soplaba el viento, pero no hacía frío.

La noche benévola propició una conversación plácida. Granada, con sus grandes iglesias, sus casas con tejados perfectos y sus patios con hermosas arquerías, abrió las puertas al filibusterismo de un gran número de escritores de poesía. Esta vez no le pasó nada y me atrevo a pensar que, al igual que nosotros, se sintió mejor.