Usted está aquí: jueves 17 de marzo de 2005 Espectáculos A Paris Hilton, la mayor de los cocteleitors, se le perdonó todo

Dejó plantado a un programa de tv, acudió a desfiles, dio autógrafos y se reventó

A Paris Hilton, la mayor de los cocteleitors, se le perdonó todo

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen Alejandro Fern�ez acompa� Paris en su desfile de modas de ayer FOTO Carlos Ramos Mamahua

Ayer, la multimillonaria Paris Hilton, heredera del imperio hotelero de su familia, trabajaba. Presa del escándalo sexual difundido internacionalmente en los medios, inmersa en el mundo de la moda, un día antes dejó plantado a Adal Ramones, conductor de Otro rollo, que tuvo que cubrir la noche con la cantante grupera Ana Bárbara.

A eso de la medianoche del pasado martes, Ramones tenía que aceptar en público que Paris no llegaría. Horas antes, la también modelo y estrella del programa de televisión de Fox, The simple life, había engalanado una pasarela que comenzó dos horas después de lo citado. Después del desfile se fue a un antro.

En una tienda departamental al sur de la ciudad, cientos de invitados especiales -entre comillas lo de especiales- tuvieron que soportar incomodidades al por mayor. Por correo, a la gente con mayor capacidad de consumo se le envió la invitación para estar con Paris. Por medio de su American Express podía darse el lujo de estar con una de las mayores representantes del jet set internacional.

Pero Paris no llegó a las ocho y media, ni a las nueve. Fue hasta las 10. Pero tampoco fue ella de carne y hueso. En una pantalla de plasma, su imagen se vio a duras penas. Las potentes lentes de los fotógrafos y de los desesperados paparazzi apuntaron hacia esa figura rubia, cuyos ojos azules son unos pupilentes.

A su lado estaba Alejandro Fernández, quien tiene la estampa, la altura, la presencia para estar al lado de quien es considerada una de las mayores cocteleitors del mundo, imán de marcas, de firmas, de looks, cremas, etcétera.

A sus 23 años, Paris no tiene compromisos como la mayoría de los mortales. A veces su cabellera luce rubia, otras negra, para que resalte su tez dorada por los rayos de sol, como lo hizo en Cancún tres días antes de llegar al Distrito Federal, el pasado lunes.

Los kits de prensa en Perisur se dieron "hasta el fin del evento", para que nadie se fuera. En el primer piso se colocó una pasarela que apenas dejó espacio para los invitados especiales y para la prensa internacional. Los de E¡ Enterteinment, canal de señal restrigida de origen venezolano, se quejaban. Argumentaban que eso no les pasaba en Estados Unidos, en ciudades como Atlanta. Tenían razón, pues habían llegado a las seis de la tarde para colocar adecuadamente sus cámaras, pero poco a poco fueron rodeados.

El desfile en el que se mostró el look primavera-verano, fue espectacular para quienes son totalmente de la tienda donde se presentó, pero no para muchos que son total y absolutamente del tianguis.

Ayer, Paris debió llegar a las cuatro de la tarde a una tienda departamental de Polanco, pero arribó hasta las 17:05. A las 16:20 se avisó que ya había salido de su hotel. Se anunció que quien comprara el perfume, el aroma que lleva el nombre y la imagen de la potentada, podía recibir un autógrafo de su puño y letra. El frasco de 100 mililitros cuesta 615 pesos. Ya había una larga fila a eso de las cuatro y media.

En tanto, 160 elementos de seguridad privada vigilaban desde todos los puntos del almacén. El ruidero de un diyéi desesperaba. Pero es lo chic. A las 16:55 se informó que Paris ya estaba en el edificio. "Ya viene. Compren para recibir el autógrafo de la reina del jet set".

Por fin arribó. Eran las 17:05. "Ese perfume huele a yerbas". "¡Cómo serás... es para la temporada de calor, para sentirse fresco!", dijeron unos de los compradores

Todo quedó en el olvido, su impuntualidad. Lució un collar plateado. Sus pies son grandes, nada gráciles. Su vestido color rosa de una sola pieza resaltó el talle, la curva media de ese cuerpo delgado.

Unas zapatillas plateadas, con un amarre a la altura del tobillo.

"¡Hola, Mexico!" "Hablo un poquito ispagnol, gracias". "¡Viva México!" "¡I love you muchou, guys!"

Y la multimillonaria se puso a trabajar. Firmaba y firmaba autógrafos. El reto era que signara, mínimo, 700. Más tarde se fue a "una pink carpet".

 
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