Usted está aquí: lunes 21 de marzo de 2005 Deportes Triunfal encerrona de Lucía Rivadeneyra con siete majos prodigios de su invención

Dedica Sol y sombra, parte de su libro Robo calificado, a la memoria de David Silveti

Triunfal encerrona de Lucía Rivadeneyra con siete majos prodigios de su invención

Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2003 en la ciudad de Tampico

LUMBRERA CHICO

Ampliar la imagen En Arroyo, Luis Ni�e Rivera rescat� ver�a FOTO RAFAEL SANCHEZ DE ICAZA

Dos años después de las últimas inolvidables faenas de David Silveti en la Monumental Plaza Muerta (antes México) y de la terrible decisión merced a la cual el diestro puso fin a su vida, Lucía Rivadeneyra publica bajo el sello editorial Colibrí Robo calificado, poemario de cinco secciones que giran en torno del problema del suicidio, entre las que figura una, la segunda, llamada Sol y sombra, que la artista dedicó precisamente a la memoria del Rey David.

Ideada como una corrida de toros, Sol y sombra consta de siete poemas, cada uno de los cuales corresponde a las seis reses de un encierro regular más el famoso séptimo cajón de regalo, o tal vez, por qué no, a un cartel integrado por tres matadores de a pie y uno de a caballo. Para salir de dudas, he aquí...

"El primero: Como animal de lidia/ el deseo ya pasta/ en la llanura de tu piel de trigo.// Lo vigilan caballos reposados.// Aguarda sigiloso, taciturno.// Sólo espera la tarde de su consagración."

¡Olé!, exclama el transcriptor y ordena que suelten a...

"El segundo: A las cuatro de la tarde, me buscas.// Tu voz es el clarín/ que pide el paseíllo./ Y son tuyos los ojos/ del mundo, del deseo.// Palpas mis callejones.// La arena de mi cuerpo/ es lance que se escapa/ a tus olés de miedo,/ a mi reto de sedas,/ ebullición de hormonas/ en actitud de entrega.// ¡Ay...! esperanza en estas horas de éter./ ¡Ay...! terrenos contrarios, astifinos./ ¡Ay...! un goce de muerte provocada./ ¡Ay...! lujo de violencia en la franela."

Tras nutrida petición de oreja, salta a la arena...

"El tercero: Al dejar caer mi falda/ se inicia el serial de gritos./ Vienes buscando la gloria,/ y al aventar la montera/ citas muleta hasta abajo/ mientras entero te miro./ Ya templas a media tarde/ pues no hay engaño más fiero,/ para beberse la arena,/ que mandar sobre seguro/ con la capa iluminada/ y el cuerpo ya decidido/ a apostar hasta la vida/ abrigado en la pañosa.// La suerte suprema clama/ entintada de suspiros,/ pero se concede indulto/ porque es pareja la gloria."

Respetuoso del veredicto, el reseñista observa la salida de...

"El cuarto: Banderillas de lujo son los celos./ Piquetes agobiantes de colores.// Madera con acero filosísimo/ a cada movimiento lacerante.// Herida no mortal, insoportable./ Epitafio sin tumba, enmascarado.// Quemadura que sangra a media fiesta./ Los celos se contienen, se derraman.// Son agresivo coágulo, festón/ que escurre sangre helada.// Los celos se me atoran con la vida,/ pero rumbo a la muerte/ esperan el estoque o la cruceta.// Quizá el golpe de gracia del olvido."

Ante el silencio del cronista, respetuoso del dolor ajeno y enemigo del propio, entra en el ruedo...

"El quinto: Sol y sombra en tu cara hace la luz./ Te miro con temor, llena de instinto./ Me sorprende un escándalo de anís.// Al corazón con rabia/ al corazón con miedo/ no hay nada que lo engañe.// Mejor cambio de tercio./ Como caballo ciego y aterrado,/ acepto la embestida de silencios./ Crezco al castigo y recupero fuerza.// Total, ya nada importa./ Hay un tiempo de lidia/ y un tiempo de coraje.// Entra a matar. No pinches./ Quiero que la estocada/ se vuelva muerte y plata."

Bajo los pañuelos que nievan los tendidos, por la puerta de toriles irrumpe...

"El sexto: Este domingo buscas/ tablas, y te consiento./ Quieres ir al engaño por la izquierda/ y no me niego. Quieres reposar/ y no protesto. Duermes.// Tu voz celeste y oro/ se apagó con el sueño. No me aflijo.// Y de esta tarde quedan/ sólo un arrastre lento/ detalles memorables y claveles."

¡No! ¡Momento! Timbales y clarines anuncian que saldrá...

"El de regalo: No veré nunca, desde la barrera,/ los toros. Yo prefiero/ los corrales, la arena, el callejón/ donde habitas. Me encuentro frente a ti,/ con el verano a la mitad del pecho,/ en espera del sino/ como en porta gayola,/ con el rezo en los labios,/ con la esperanza abierta.// Si pienso en la puntilla/ helada o en el descabello absurdo/ en el vientre la adrenalina brota/ como un embrión de fuego.// Mientras tanto, a los medios me dirijo,/ para gozar el sol/ para gozar la sombra,/ ya dispuesta a morder los alamares,/ a beberme los riesgos/ hasta la empuñadura./ A sacudir el miedo./ A buscar la semilla./ A guardar el olor del animal/ herido, que se esfuerza/ por demostrar linaje.// No hay remedio. Soy yo quien cierra plaza."

Para sacar a hombros y por la puerta grande a la autora de estos versos, cabe simplemente agregar que por este libro -se llama, insisto, Robo calificado y lo editó Colibrí-, Lucía Rivadeneyra obtuvo el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2003, que le otorgó la ciudad y puerto de Tampico.

 
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