Usted está aquí: lunes 21 de marzo de 2005 Opinión A 57 dólares el barril de petróleo (hasta ayer)

Javier Oliva Posada

A 57 dólares el barril de petróleo (hasta ayer)

No son mi especialidad los temas de economía y finanzas, pero para el caso de México y la situación que prevalece en materia de energéticos y su marco legal el tema se puede abordar desde distintas perspectivas, que pueden ir sin problema de la seguridad nacional a la protección del medio ambiente, pasando, desde luego, por el nacionalismo y la reforma fiscal. Más aún, la complejidad se dispara cuando la dinámica política y electoral prepara las posturas de aspirantes y partidos políticos respecto de la oferta electoral en la búsqueda de la Presidencia de la República para los comicios de julio de 2006.

Así las cosas, he leído cómo la escalada de precios ha requerido de una solicitud-oferta extraordinaria de petróleo para con ello tratar de reducir el precio (el acuerdo estipula un aumento de 500 mil barriles diarios). Las explicaciones sobre la situación son varias. La primera se refiere a la crudeza del invierno y las bajas temperaturas en buena parte de los países de-sarrollados, lo que obliga a un mayor consumo en calefacción. También se argumenta sobre la excesiva demanda de China para mantener su ritmo de crecimiento. Otra razón más es la expropiación de la empresa petrolera rusa más importante por motivos de evasión fiscal. No faltan también los señalamientos respecto de la explosiva situación que vive Irak, lo cual ha impedido el ritmo normal de explotación de los yacimientos.

Bien. Los precios de referencia son aquellos que se fijan conforme al petróleo tipo Brent (extraído en el Mar del Norte) o el West Texas en el mercado espot (al día). La característica de ambos es que son del tipo denominado "ligero", lo que significa que requieren poca refinación. En cambio, la mezcla mexicana es denominada crudo pesado, que precisamente requiere un intenso proceso industrial de refinación para así obtener los productos derivados, principalmente combustibles y plásticos. Usualmente el precio del barril mexicano en el mercado se cotiza entre 35 o 30 por ciento menos en comparación con los precios de referencia (Brent y West Texas). El petróleo mexicano y las condiciones de la industria no permiten, por ejemplo, la producción de gasolina. México, sabemos, es un importador neto de gasolina, siendo un productor de petróleo de competencia mundial.

Con el reciente e incontenible disparo de los precios, Pemex anunció que en el primer trimestre de este año obtendrá ingresos extraordinarios por 20 mil millones de dólares (sí, leyó bien) según los cálculos; esto significa que superarán en un breve lapso al segundo principal ingreso del país en todo 2005, que son las remesas de los mexicanos en Estados Unidos, mismas que aportarán unos 18 mil millones de dólares. Hasta aquí los datos.

Eli de Gortari, en su insustituible Introducción a la lógica dialéctica (FCE-UNAM, 1974), precisa que un concepto en el diseño de sus contenidos va influido a su vez por otros conceptos. "En rigor, todo concepto se encuentra sujeto incesantemente a este proceso de determinación, a través del cual se penetra en manifestaciones inagotables de la existencia (p. 92)." Esto es, por mucho que sea un valor ideológico, un soporte del nacionalismo y una referencia en el desarrollo y formación del México contemporáneo, no puede evitarse o cancelarse el debate en torno a la situación que prevalece en este caso, la industria petrolera. Fue muy pertinente el encabezado y la nota de La Jornada de ayer domingo respecto de que un tema crucial es el estatus fiscal bajo el que se encuentra sometida Pemex.

Bajo esas circunstancias, ante el dinamismo que los conceptos y sus contenidos tienen, abordar un tema no significa otra cosa que evaluar su pertinencia y contrastarlo respecto de las condiciones que ahora prevalecen. Su contenido general se mantiene debido a que, de lo contrario, ese concepto desaparecería y la discusión no va en ese sentido.

El nacionalismo y la propiedad de la nación sobre los hidrocarburos deben considerar como autodefinición el servicio a la sociedad y al Estado (en ese orden), pero para ello se requiere un debate que aporte ideas, propuestas viables y que deje a un lado las consignas.

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