Usted está aquí: lunes 21 de marzo de 2005 Opinión ¿LA FIESTA EN PAZ?

¿LA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Exitoso festival benéfico

PLACITA ANTONIO VELÁZQUEZ, del Restaurante Arroyo, en Tlalpan. Volver a ver a los matadores Leonardo Manzanos, Eduardo Liceaga y Luis Niño de Rivera, así como a los irredentos aficionados prácticos Curro de los Reyes, Pepe Arroyo -patrón de las naves industriales donde se deleitan miles de comensales como si se tratase de damnificados de algún siniestro-, y el incansable Federico Garmendia, en un espléndido festival taurino a beneficio de la Fundación Q-AKO, AC, dedicada a la equinoterapia o noble actividad estimulante-rehabilitadora de pacientes, mediante el contacto terapéutico-corporal con caballos.

DIGRESION POCO TAURINA pero verdadera: mientras algunos multimillonarios mexicanos de Forbes simulan promover la fiesta brava en el país, otros, multimillonarios en amor, generosidad y conocimientos, simplemente ofrecen su esfuerzo, capacidad de compromiso y talento, para contribuir a una causa aparentemente absurda en épocas de una estupidez generalizada.

CON UN LLENO hasta la bandera, inversamente proporcional a los que consigue la desprestigiada plazota, el íntimo coso de Chucho presenció la entrega intemporal de Leonardo Manzanos, ante un encastado novillo de Jorge de Haro, con el que dibujó tres imperiales trincherazos para luego ligar sentidas tandas con la izquierda, dejar media desprendida y llevarse la primera oreja del festejo. A uno de Villamarta, Eduardo Liceaga lo remató con media de perturbadora solera para luego ligar sentidos derechazos en los medios, a los acordes de Silverio. Mientras Lalo dejaba una entera caída y recibía dos orejas.

LUIS NIÑO DE Rivera, silueta de novillero y rotunda calva arrafaelada -en el sentido de El Gallo, claro-, se estiró para interpretar unas verónicas en desuso, con sentimiento, ritmo y privilegiado juego de brazos, para luego quitar por melódicas chicuelinas y bordar una faena por ambos lados a un claro novillo de Montecristo, malograda con el acero. Pero la vuelta que dio Luis, valió por varias orejas pueblerinas en plazas de primera... degradación.

CURRO DE LOS REYES enfrentó a un encastado novillo de Joselito Huerta, y a fe que reiteró su afición y duende, tanto con el capote como con la muleta en pases de todas marcas por ambos lados, para al final dejar media estocada en todo lo alto de efectos inmediatos que le mereció las dos orejas, cuando por la colocación del acero debió otorgársele el rabo.

PEPE ARROYO DESPLEGO oficio, afición y celo con un problemático astado de Jesús Cabrera que tras el puyazo se fue para arriba, pero al que con torerismo y vergüenza lidió en los medios con la diestra para luego muletear de pitón a pitón. Tras media y certero descabello paseó una bien ganada oreja, con una discreción que nunca imaginarán varias figuras. Federico Garmendia, con otro del maestro de Tetela de Ocampo, noble pero débil, dibujó trincherazos con sabor e idénticas series con la derecha. Tras media eficaz recibió el postrer apéndice del festival. Todo el público y muchos niños aplaudimos agradecidos...

 
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