Usted está aquí: lunes 21 de marzo de 2005 Política Aportan poco las remesas en el combate a la pobreza

Análisis advierte sobre el riesgo de sobrestimar su potencial

Aportan poco las remesas en el combate a la pobreza

Los envíos, destinados al gasto corriente de los hogares, no a la inversión en desarrollo social, destaca documento en San Lázaro

ROBERTO GARDUÑO

Las remesas no influyen en el desarrollo local, porque los niveles de pobreza sólo podrán revertirse con programas de desarrollo regional y rural de mayor alcance, que incentiven las inversiones en las comunidades, estima el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados.

En el análisis Remesas. Un acercamiento a sus impactos sobre la pobreza y el desarrollo, se expone que si bien los recursos provenientes de los migrantes mexicanos pueden contribuir al mejoramiento de la distribución del ingreso en los ámbitos local y regional, su influencia a escala nacional es limitada, porque las familias receptoras tienen muy bajos ingresos.

''Es indudable que las remesas constituyen una fuente de ingresos importante para las familias receptoras, y que en la mayoría de los casos no son complemento, sino parte fundamental del ingreso. Sin embargo, la contribución de éstas en la reducción de los índices de marginación no ha sido relevante.''

La relación entre el grado de marginación y el grado de intensidad migratoria no es manifiesta. Los estados y municipios con muy alto índice de marginación no son los más expulsores, aunque la salida de connacionales se ha agudizado en Guerrero, Puebla y Veracruz. Por otro lado, los municipios con mayor intensidad migratoria presentan grados de marginación medio y alto.

El análisis refiere que diversos especialistas han advertido sobre el riesgo de sobrestimar el potencial de las remesas, pues su apoyo en el financiamiento de proyectos sociales o productivos no releva de responsabilidad a los diferentes niveles de gobierno en el fomento del desarrollo de las comunidades y en la generación de un ambiente más propicio para la inversión, tanto privada como colectiva.

''Además, las remesas constituyen un ingreso de cada migrante, resultado de su trabajo, y es el propio migrante quien tiene la facultad de decidir sobre su uso. En ese sentido, conviene retomar la tipología de los migrantes y las remesas que se ha venido desarrollando. Por ejemplo, las remesas consideradas familiares se destinan casi exclusivamente a solventar los gastos del hogar.''

Como punto de referencia sobre la repercusión de estos fondos en el desarrollo, el estudio Medición del desarrollo. México 2000-2002, elaborado por la Sedeso, señala que los elementos que explican ''la disminución de la pobreza y la mejora en la distribución del ingreso'' son la expansión y mejor focalización de los programas sociales, el aumento en el poder de compra de los salarios, la reducción de los precios en algunos artículos de consumo básico derivada de la estabilidad económica, y el aumento del flujo de remesas.

A pesar del aumento de envíos en las últimas décadas, los cambios cíclicos de la economía mexicana -en los que se presentan crisis económicas, primero entre 1982 y 1983 y, posteriormente, en 1995- indican que estos recursos se convierten en fuente de ingresos cuando las condiciones internas de ingresos y salarios se deterioran.

Aunado a lo anterior, la contabilización de las remesas, de acuerdo con cifras del Banco de México y con la encuesta de ingresos y gastos de los hogares, no corresponde a la realidad, porque en el global se incluyen conceptos relativos a transferencias para el pago de servicios y mercancías.

De acuerdo con la encuesta de ingresos y gastos de los hogares, en el año 2000 existían un millón 252 mil 493 familias que recibían remesas, lo que correspondía entonces a 5.33 por ciento del total de hogares en México. Esa proporción aumentó a 5.69 en 2002.

En 2000 el monto promedio anual de remesas en los hogares receptores ascendía a 28 mil 512 pesos, y en 2002 a 25 mil 11 pesos.

Según la encuesta nacional, esto se explica por la disminución del ingreso por remesas trimestral en ese año, mientras el número de hogares receptores creció en 12 por ciento.

Acerca de la clasificación por múltiplos de salarios mínimos generales, los hogares que reciben remesas son aquellos con ingresos de dos a seis salarios mínimos.

En 2002, en estos estratos se concentraba 57.73 por ciento de los hogares receptores, mientras los que percibían hasta dos salarios mínimos correspondía a 5.8 por ciento del total.

En relación con el monto de los envíos, los hogares que reciben hasta dos salarios mínimos obtuvieron 3.95 por ciento de las remesas de 2002. De hecho, las familias con ingresos de ocho salarios mínimos generales o más, correspondientes a 20 por ciento del universo de receptores, recibieron más de 50 por ciento de esos recursos.

En 2000 la remesa promedio por hogar fue de 19 mil 53 pesos anuales, para el caso de las comunidades de menos de 2 mil 500 habitantes, y de 35 mil 511 pesos anuales para las comunidades de más de 2 mil 500 habitantes.

Esto revela, como asientan los datos de la encuesta realizada por el Banco Interamericano de Desarrollo, que 78 por ciento de las remesas en México se utilizan para gasto corriente y sólo uno por ciento para invertirlas en negocios.

En el análisis de la Cámara de Diputados se expone que la educación ocupa una parte significativa en la naturaleza de esos recursos. "Las familias con menores ingresos invierten mayor proporción en gasto corriente y tienen menor capacidad de ahorro. Cuando existe, este ahorro funciona como seguro para las épocas de menores ingresos y menos recepción de remesas. El 67 por ciento de receptores de remesas dijo que su vida había mejorado como resultado de los envíos.''

 
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