Usted está aquí: domingo 27 de marzo de 2005 Política Resisten los kikapú acoso del narco y la violencia, pese al abandono gubernamental

Somos una nación de paz que no quiere problemas con nadie, sostiene líder de la etnia

Resisten los kikapú acoso del narco y la violencia, pese al abandono gubernamental

Las 200 familias descartan que las afecte la situación en la frontera entre México y EU

LAURA POY SOLANO/II

Ampliar la imagen Los kikap� logrado sacar provecho a las �das tierras de Coahuila y una de sus principales actividades es el trabajo agr�la FOTO Marco Pel�

Herederos de una cultura ancestral que trasciende nuestra frontera; nómadas y cazadores que reivindican el linaje de su pueblo y su palabra; habitantes de dos naciones que se niegan a perder su cultura y tradiciones, los kikapú viven como lo hicieron sus abuelos, entre dos mundos, como recuerdos vivientes de que otra forma de vida es posible.

Conocidos por su lucha tenaz en favor de la defensa de sus tradiciones, los kikapú son uno de los grupos étnicos a los que se les reconoce la doble nacionalidad, lo que facilitó su contacto con sus congéneres asentados en Texas y Oklahoma, a donde emigran varios meses al año para trabajar en actividades agrícolas y como tradición ancestral.

No son más de 200 familias, pero llevan dos siglos luchando por sus costumbres y tradiciones. Viven en la nación kikapú, territorio de 7 mil hectáreas ubicado a 37 kilómetros del municipio de Múzquiz, Coahuila, donde se ubica El Nacimiento. En su tierra, la máxima autoridad es Chacoca Anico, líder y jefe espiritual de la tribu.

Integrante de una familia a la que corresponde dirigir el destino espiritual de su gente, Chacoca Anico asegura que el pueblo kikapú "es una nación de paz que no quiere problemas con nadie. Somos muy tradicionales, el único problema que tenemos son los venados, porque sin ellos no podemos hacer nada, ni rezo ni misa. Cuando se muere alguien necesitamos un venado, para hacer cualquier ceremonia necesitamos venados. Ese es nuestro único problema urgente".

A pesar de que no existe un clima de enfrentamiento con sus vecinos, el líder de los kikapú reitera que su pueblo "no quiere pelear con nadie, por eso pedimos a la autoridad que nos apoye y otorgue permisos para cazar venados. Nosotros no pedimos ni dinero ni empleo, porque trabajamos nuestras tierras; en lugar de eso pedimos permiso para cazar venado, porque los kikapú lo necesitan y no queremos pelear por ello".

La caza, principal actividad de los kikapú, además del trabajo agrícola, permite abastecer a la comunidad de carne y pieles que no comercializan debido a que el venado tiene un elevado valor espiritual. Chacoca Anico, de 76 años, recuerda la lucha que ha librado su pueblo para mantener viva su cultura y permanecer ligados a sus tradiciones y rituales.

Cuenta que el arraigo de los kikapú en territorio mexicano se remonta a más de 200 años atrás. Su migración inició en Canadá, de donde se trasladaron a Estados Unidos para asentarse en Illinois, Wisconsin, Kansas, Oklahoma y Texas. Expuestos a la cultura estadunidense, algunas de las comunidades radicadas en Kansas "perdieron las tradiciones porque fueron a la escuela", afirma Chacoca Anico. Otros grupos fueron a Oklahoma y de ahí a Texas, donde pasaron a México a mediados del siglo XIX.

Hace más de 200 años, recuerda el jefe espiritual, los kikapú pidieron permiso para asentarse en México, el cual les fue concedido a condición de que participaran en la lucha contra las incursiones comanches que asolaban a la población fronteriza.

"Cuando buscaron a los kikapú para que ayudaran en la guerra, nuestros abuelos cumplieron con el presidente Benito Juárez, y cuando se apaciguó el país buscamos un terreno para vivir en paz, respetando nuestras costumbres y forma de vida".

En el siglo XX el presidente Lázaro Cárdenas ratificó los derechos concedidos a los kikapú y otorgó la concesión oficial de su tierra, constituida como ejido. Además, asegura el líder de la tribu, se reconoció el derecho histórico de los kikapú "a cargar armas para cazar y ser libres. Desde entonces el presidente Cárdenas nos dio permiso para cazar venado y para no ser molestados en nuestras tradiciones".

Una fuerte sequía que afectó el norte del país en 1942 aceleró el proceso de migración hacia Estados Unidos, a donde se trasladaron a trabajar temporalmente para enviar dinero y sembrar de nuevo sus tierras. Desde entonces, señala Chacoca Anico, "estamos en los dos países, vamos de un lado a otro, aunque siempre regresamos a México".

Los kikapú asentados en Estados Unidos administran desde hace algunos años un casino en Eagle Pass, Texas, luego de que el gobierno de aquel país otorgara un permiso a los grupos autóctonos para operar este tipo de negocios. Chacoca Anico reitera que los kikapú mantienen el casino "no para ganar dinero, sino para tener trabajo y que los jóvenes tengan empleo. El dinero sirve para comprar semilla y sembrar en México".

A pesar del clima de violencia que se vive en la frontera norte de México, los kikapú rechazan que el narcotráfico o la delincuencia organizada haya afectado su forma de vida. Chacoca Anico reitera que los kikapú son gente de paz "que no se mete con nadie y que busca la paz para todos". La buena relación que mantienen con los propietarios de los ranchos vecinos, asegura, "nos permite vivir tranquilos, aunque a veces surgen pequeños conflictos por los permisos para cazar venados".

En el territorio kikapú no hay escuelas porque consideran que con la educación occidental se corre el riesgo de perder sus tradiciones, cultura e idioma. Sin embargo, los kikapú hablan tres lenguas, preservan sus ritos y ceremonias y se destacan por su labor en favor de la conservación ecológica, pues la naturaleza ocupa un lugar fundamental en su forma de vida y su cultura.

Chacoca Anico señala que en la nación de los kikapú se preserva la construcción de sus casas tradicionales, edificadas con ramas secas de los árboles, por lo que participan en la reforestación de la zona, a fin de garantizar que no exista un deterioro del entorno ecológico.

En un territorio que consideran sagrado, en el que preservan la tradición ritual de la caza del venado, los kikapú mantienen vigente su forma de vida, defienden su lengua y cultura tanto en México como en Estados Unidos. Son un pueblo de dos mundos, la tribu kikapú, "los que andan por la tierra".

 
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