Usted está aquí: domingo 27 de marzo de 2005 Opinión Las falsas salidas de Pemex

José Antonio Rojas Nieto

Las falsas salidas de Pemex

Es clara la contradicción formulada por el director general de Pemex el pasado 18 de marzo, en la conmemoración del 76 aniversario de la Expropiación Petrolera. Sí, se han alcanzado logros extraordinarios: nivel de identificación de recursos, restitución de reservas, producción de crudo y gas natural, elaboración de productos petrolíferos y petroquímicos y, finalmente, exportación de crudo. Pero también es cierto que se vive un deterioro financiero y operativo. Por ello mismo. El patrimonio de la paraestatal acusa uno de las más graves pérdidas de su historia. Registra un endeudamiento de 85 mil millones de dólares. Y, sin embargo, durante los pasados cuatro años hizo aportaciones fiscales que representaron 75 por ciento de sus ingresos totales y 110 por ciento de sus utilidades antes de impuestos. Y durante muchos ha sostenido una relación corporativa perversa -muy costosa- con los dirigentes del gremio.

Una simple suma sólo de las aportaciones fiscales en este sexenio nos conduce a cifras enormes: 153 mil millones de dólares (derechos de extracción, ISR e IVA, menor con el IVA neto). No menos grandes (incluso escandalosa por lo que representa de deterioro de los yacimientos y subsidio fiscal a los grandes grupos económicos) es la aportación de impuestos directos, básicamente derechos de extracción: 97 mil 554 millones de dólares corrientes en cuatro años. Es lo pagado estrictamente por Pemex -valga repetirlo hasta el cansancio- gracias a la fertilidad natural de los yacimientos que se explotan. Pero, día a día ésta se deteriora. ¿Indicadores? A manera de ejemplo, uno básico, reconocido oficialmente el pasado 18 de marzo: rezago de más de 11 años en el gasto de mantenimiento. Y sus tres dramáticas consecuencias: 1) deterioro de instalaciones críticas; 2) atraso tecnológico; 3) carencia de sistemas e infraestructura de respaldo.

Sí, asistimos al deterioro financiero y operativo de una de las más importantes y rentables empresas petroleras del mundo. Gracias a la cual en este país las aportaciones fiscales no petroleras jamás han superado (¡al fin y al cabo para qué enfrentarse con los fuertes grupos de poder y con los grandes grupos económicos y financieros, sobre todo si apoyaron, apoyan o apoyarán campañas presidenciales!) 11 por ciento del producto nacional.

¿Qué significa, entonces, lo que en el discurso oficial, por un lado, y en la Memoria y el Informe Estadístico de Labores del año 2004 de Pemex, por el otro, se presenta con mayor detalle? ¡Que Pemex no puede seguir así! ¿Qué salida? Nunca la ambigua y ambivalente del director de Pemex, aunque para ello haya citado -sin aclarar- al mismísimo presidente Cárdenas."El gobierno de la Revolución no desconoce la importancia de la ayuda que puede prestarle la inversión privada, la cual tiene legítimo campo de acción para fortalecer la economía nacional, y juzga que su actuación no es incompatible con la del gobierno si se adapta a las exigencias de su programa, de cuyos benéficos resultados a la postre también disfrutará", señaló el Presidente de la Expropiación en su quinto Informe del primero de septiembre de 1939. Y digo sin aclarar porque -no lo explicita el director de Pemex- el presidente Cárdenas obliga a los inversionistas privados a guardar una conducta compatible con la del gobierno. Y, ¿qué significa esto? El mismo lo aclara: adaptarse a las exigencias de un programa.

¿Cuál es el programa que propone este gobierno para superar el deterioro financiero y operativo de Pemex? ¿Sólo que participen los privados y que se comparta la renta petrolera con ellos? ¡No hay propuesta programática a la que los inversionistas privados debieran adaptarse! Se vive, se practica y se impulsa la inercia de una terrible participación privada sin programa.

Casi se llega ya (¿nos lo heredará este sexenio del cambio?) al dejar hacer, dejar pasar en el terreno petrolero, con Pidiregas, contratos de servicios múltiples, con certificados bursátiles. No hay propuesta programática a la que todo esto se subordine. Pero, además, es claro que ninguna propuesta será seria y responsable si, además del cambio en el régimen fiscal para Pemex -como ya se hace- no se presenta un nuevo régimen fiscal para el país, para todo el país.

Por eso los señalamientos de las páginas 41 a 43 de la Memoria de Labores 2004 (apartado 4.3 Modificación del régimen fiscal) son insuficientes. No se acompañan -sin duda responsabilidad de Hacienda y de Energía- de una propuesta fiscal de largo aliento. Y toda propuesta seria -no se puede negar- será compleja y conflictiva. Habrá grandes grupos afectados. No decirlo es mentir. Pero será generosa con una nación y una empresa nacional que hasta hoy han subsidiado fiscalmente el desarrollo de esos grandes grupos. ¡Hay que tomarle la palabra al director de Pemex! La paraestatal debe revertir su deterioro. ¡Que el gobierno presente al Congreso el programa para ello, incluido lo fiscal global! ¡Desde luego que incluido!

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