Usted está aquí: domingo 27 de marzo de 2005 Cultura Niños plasman su luminosa visión del mundo en Murales de la frontera norte

Las miradas de los menores de esa zona no son ajenas a la realidad que los rodea

Niños plasman su luminosa visión del mundo en Murales de la frontera norte

La muestra, abierta en la Sala Cristina Payán del Museo Nacional de Culturas Populares

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen Fomentar y fortalecer la identidad de los ni�de la frotera norte, uno de los objetivos de la exposici�OTO Jos�ntonio L�

En la frontera norte -se nos olvida a fuerza de nota roja- también viven niñas y niños: sueñan, ríen, juegan, imaginan, anhelan, observan, sufren, lloran y sienten.

Sabemos que a lo largo de esos 3 mil kilómetros que nos unen y separan del país más poderoso -económica y militarmente- de la historia, se escribe una tragedia de dimensiones incalculables.

Un día y otro y otro y otro..., las noticias se repiten: migrantes vejados o acribillados, muertos de sed en el desierto o ahogados en el río Bravo; cada semana o cada mes desde hace 10 años se actualiza puntualmente la contabilidad macabra del feminicidio y se lamenta la impunidad que lo propicia y lo solapa. Y el saldo de caídos en la cruenta guerra del narcotráfico nos recuerda cotidianamente la complicidad de las autoridades o su incompetencia.

Ocurre (y no sólo en la frontera norte). Ni modo de cerrar los ojos, ni modo de hacerse el sordo, ni modo de callarlo.

Sin embargo, la atención al mundo complejo, implacable y violento de los adultos se ha olvidado del universo infantil. De todo eso que no dicen los periódicos, que ignoran el radio y la televisión, nos informa la exposición Murales de la frontera norte, abierta en la Sala Cristina Payán del Museo Nacional de Culturas Populares.

La muestra reúne un conjunto de trabajos de gran formato en los que niños y niñas plasman sus vivencias y su visión del mundo. Visión luminosa pero no ajena a la realidad que los rodea.

Fueron realizados dentro del proyecto Manos a la brocha, de la Dirección de Desarrollo Cultural Infantil del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en el que participaron 300 niñas y niños de entre cuatro y 15 años de edad.

Todos los murales expuestos en ese recinto se elaboraron colectivamente y poseen las belleza y el encanto característicos de la creatividad infantil. Por ellos nos enteramos o recordamos que, además del mundo trágico de los adultos, también existe otra vida posible en aquella conflictiva franja del territorio nacional.

Ante los ojos del observador se despliegan postales luminosas y alegres de Matamoros, de Ciudad Acuña, de Mexicali, de Nuevo Laredo o de Tijuana. Más allá del lugar común.

Un ejemplo conmovedor de la manera en que los pequeños artistas pueden sintetizar lo luminoso y trágico es aquel paisaje de Ciudad Juárez donde los colores son los principales protagonistas: el amarillo rutilante del sol; el verde intenso de los árboles; el azul del cielo moteado de nubes; la ropa y el rostro de la niña y la mujer que la toma de la mano; el puente internacional apretujado de camiones y automóviles; las banderas de México y Estados Unidos.

Destaca el Río Bravo, ancho y aparentemente sereno, de cuyas aguas sobresalen cabecitas sonrientes con las manos en alto, llevando a cuestas sus pertenencias; junto se ven figuras humanas horizontales, con ojos cerrados, manos y pies extendidos y abiertos. ¿Nadan o están muertos?

Diríase que se trata de un paisaje alegre, de no ser por un pequeño gran detalle: todo el cuadro y su colorido está salpicado de pequeñas e incontables gotas rojas.

Murales de la frontera norte tiene como propósito no sólo difundir otro punto de vista sobre la zona, sino también fomentar y fortalecer la identidad de su niñez.

La exposición constituye una alternativa de aprendizaje y esparcimiento para quienes prefirieron quedarse en la ciudad de México o para quienes la visitan.

(El Museo Nacional de las Culturas Populares se encuentra en Av. Hidalgo 289, Col. Del Carmen, a una cuadra del centro de Coyoacán; teléfono 5658 1265).

 
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