La Jornada Semanal,   domingo 27 de marzo  de 2005        núm. 525
 

Nicasio Urbina

Ironía y verdad en
la obra de Joaquín Pasos

Joaquín Pasos Argüello es uno de los escritores más importantes de la literatura nicaragüense. Pasos retomó en su corta vida muchos de los temas fundamentales en la literatura nicaragüense: el ser nicaragüense, el mestizaje, el indígena, la guerra y su mitificación, el catolicismo, la ética. Su inteligencia prodigiosa, su ironía y su agudeza mental lo hacen un caso único en las letras nicaragüenses. En parte por su corta vida y en parte por la naturaleza de su obra, no ha tenido el reconocimiento que merece. Por eso es significativo que el más reciente Festival Internacional de Poesía de Granada haya sido dedicado a su memoria, y que ahora se le dedique este número.

Joaquín Pasos escribió poesía, cuentos, ensayos, artículos periodísticos y proclamaciones. Fue el benjamín del grupo Vanguardia de Nicaragua y uno de sus miembros más activo y polémico. El magistral cuento "El ángel pobre" forma parte, junto con "El ángel caído", de Amado Nervo, "Un hombre muy viejo con unas alas enormes", de Gabriel García Márquez, y "El ángel caído", de Cristina Peri-Rossi, de un corpus de cuentos magníficos y significativos. "El ángel pobre", terminado el 15 de julio de 1941, puede ser interpretado como una parábola que ejemplifica a la nación nicaragüense. El proceso implícito en el cuento no es el de mitificación de un país sino lo contrario. "El ángel pobre" desmitifica al nicaragüense, lo representa descarnadamente mostrando sus atributos más negativos y mezquinos. El hogar de José Ortiz Esmondeo, donde se aloja el ángel salido no se sabe de dónde, es una representación sinecdótica del hogar nicaragüense, siempre abierto, siempre dispuesto a recibir, generoso con el visitante. La gente del pueblo, al enterarse de la noticia, lo recibe con regocijo, pero inmediatamente empiezan a esperar un milagro, "el gran milagro que debía ser la explicación y el motivo de la presencia del ángel en el pueblo" (Prosas). Esto refleja el carácter del nicaragüense, siempre esperanzado en que el extranjero, el extraño, habrá de hacer lo que ninguno de los coterráneos ha hecho. Es siempre nuestra esperanza y nuestra confianza en el extranjero, en el que viene de afuera, nuestro carácter exódico y dependiente del "otro". Al recién llegado le atribuimos los mejores rasgos, la mayor confianza, la esperanza; y al mismo tiempo esperamos algo de él, exigimos algo de él, tal y como lo afirma Pasos en el cuento: "Algo había de exigencia en la expectativa del pueblo. El ángel era ya un orgullo local que no debía defraudar las esperanzas de la población." Finalmente llega el momento en que el ángel debe pagar, debe retribuir la generosidad de la gente, cuando la Compañía Eléctrica de don José fracasa, y le pide al ángel un milagrito, algo de plata que lo saque del problema económico en que se encuentra. El ángel es pobre y no tiene nada que darle, pero le ofrece matarlos a todos para que no tengan más problemas económicos. Don José se enfurece ante tal proposición y lo rechaza. Jaime, el hijo de don José, el que en un principio encontró al ángel, y que representa la pureza y la honestidad desinteresada, es el único capaz de hacer el sacrificio mayor. "Angel, mátame hoy —le decía—, mátame bajo tus rosales japoneses, de un solo golpe de ala." El ángel lo hace y, como consecuencia, el Alcalde echa al ángel del pueblo, pero a la salida se encuentra con un grupo de niños que le piden que los mate: "El ángel pasó levantando sobre sus cabezas su alón sangriento, y uno por uno fueron cayendo muertos." Este cuento tiene por lo menos dos niveles de lectura: uno de caracter metafísico-religioso, y otro de caracter sociológico. La lectura metafísico-religiosa nos lleva al concepto cristiano del sacrificio, de la redención, de la muerte como nacimiento a la vida eterna. La lectura sociológica del cuento nos lleva a la representación del pueblo nicaragüense en una situación de lucha y necesidad. La admiración del pueblo por el ángel, a quien le atribuían muchas aptitudes positivas sin conocerlo, se convierte en rencor ante la convicción de que el ángel no podrá ofrecerles nada material. No hay milagrito, no hay plata, no hay nada extraordinario. El ángel les ofrece la vida eterna, pero como seres adultos y corruptos, los habitantes del pueblo no quieren eso; sólo los niños son capaces de aceptar y querer esa muerte que el ángel les está ofreciendo. La visión que Joaquín Pasos nos da de Nicaragua es la de un país interesado, siempre esperando qué es lo que va a recibir a cambio de esa hospitalidad. El ángel cuidaba el jardín, estaba entregado a cultivar una belleza que no tiene ningún valor aparente además de su propia belleza, es una actividad desinteresada, y los habitantes del pueblo no podían apreciar ese valor. Cuento magistral que de forma artística nos enfrenta a nuestra mezquindad y nuestro egoísmo.

El indio según Pasos

Los poemas de Misterio indio son un monumento importantísimo a la valoración de lo indígena, de lo mestizo. Pasos es el primer escritor en pensar y escribir sobre el valor del indígena y la importancia del mestizaje en Nicaragua. Su "Villancico indio" es una muestra clara de la conciliación que Joaquín Pasos intenta establecer entre el origen indígena y la herencia española. Esta conciliación es fundamental para todo el ideario de Joaquín Pasos, para poder aceptar un pasado indígena innegable, sometido a un sistema de explotación y pobreza, y una herencia española que el poeta admira, del que se siente parte, y quiere por todos los medios defender. El producto de ese encuentro será el mestizaje del ser nicaragüense, cuya importancia en la formación de la miticidad del ser nicaragüense es fundamental. Dicha miticidad del ser nicaragüense pasa inevitablemente por esta valoración del mestizaje. El ser nicaragüense, como todos los pueblos mestizos de la historia, tiene que formarse a partir de esas dos construcciones étnicas aparentemente excluyentes, dos etnias que en un principio estuvieron en relación de adversidad pero que luego llegaron a fundirse por el proceso de entrecruzamiento de sangres. Por eso, en "Villancico indio" el Alcalde pregunta: "¿Es un indio todo indio/ o un indio medio español?" A lo que "el pregonero", la otra voz del poema contesta: "Es un español todo indio,/ un indio todo español."

Este es un nuevo tipo de indio, es un nicaragüense con la dualidad de su mestizaje a cuestas, "Un indio muy poderoso/ como todo indio español,/ un indio, señor Alcalde,/ que será gobernador."

Aquí asistimos al nacimiento de la valoración de lo mestizo en la formación de la nacionalidad nicaragüense, con todas sus posibilidades y potencialidades. Es la toma de posesión del mestizo de su papel en la sociedad. El poema está escrito con una concepción lúdica muy importante en la estética de Joaquín Pasos, y revela una serie de elementos y valores de su idiosincrasia. Pero lo más importante para mi argumento es la concepción del mestizaje que se formula en este poema.

Darío, el Canal de Nicaragua y otras obsesiones

Pasos ejerció la crítica literaria y sus opiniones fueron a menudo controversiales. Con respecto a Darío, Joaquín Pasos también tenía, como la mayoría de los poetas de su generación en ese momento, una posición ambivalente: lo admira y aprende de él, pero también se distancia y lo critica: "el precursor Darío, visionario de nuestra Hispanidad...", lo llama en un artículo titulado "Muerte del arte moderno". Pero en su artículo "La elegancia y Rubén Darío" se burla socarronamente de la elegancia de Darío, de sus fotografías, y del culto que se había desarrollado por la figura de Darío. "Rubén comenzó a formar su idea de la elegancia aprovechando los métodos de fotogenia decadente de sus colegas de este país... En esta época, nuestro poeta se ha convertido en un joven que asombra mensualmente a sus coterráneos con fotografías de poses novedosas." Este artículo data de 1938, es decir, veintidós años después de la muerte de Darío, con lo que se puede percibir la crítica de Pasos a la pose y la figura que Darío construyó de sí mismo, y la que sus seguidores seguían cultivando. Pero en el mismo artículo reconoce la importancia del mestizaje de Darío y distingue esta connotación como el gran valor de su estética y su elegancia. "Fue la exageración del indio, la pincelada de colores violentos, lo que le dio nueva vida." Al final del artículo señala la ironía de que los mismos elegantes a los que Darío admiraba, terminaron luego adoptando la elegancia de Darío. Pasos reconoce que lo más grande de Darío, más allá de las cosas recriminables, es su obra: "Deja entonces, al morir, una obra que es todo un tránsito. Un puente."

Joaquín Pasos también incursionó en el tema del canal interoceánico, la herida abierta que Nicaragua siempre ha añorado. Como es de esperarse, sus comentarios son siempre irónicos, siempre cargados de esa visión socarrona que permea casi toda su obra. Los comentarios al canal los encontramos en boca de su heterónimo Pedrito Ortiz. En su escrito "Pedrito Ortiz. (Diario íntimo de un joven nicaragüense)" nos encontramos con cuatro entradas en el diario. El Lunes nace el personaje, y ese mismo día se le encomienda una serie de responsabilidades importantes para la nación: "Tengo que imponer el catecismo en las escuelas, tengo que hacer el Canal por Nicaragua, tengo que escribir este libro... ¡Tengo que llevar a cabo miles y miles de obras meritorias!"

Vemos, pues, en forma análoga a como sucedió con "El ángel pobre", que se le encomienda a otro, se espera de otro lo que ninguno de nosotros ha podido hacer. El tema del Canal que tan obsesivamente ha perseguido nuestro imaginario, surge inmediatamente, demostrando la centralidad que ocupa dentro del sistema cultural nicaragüense. A continuación Ortiz afirma: "Mi nacimiento ha rejuvenecido muchas esperanzas. Un periódico publicó hoy una entrevista conmigo a mi regreso de Inglaterra, en el cual yo aseguraba la inmediata construcción del Canal por Nicaragua. Las esperanzas de un brillante porvenir económico hicieron esperar a muchas personas mi salida del hotel, pero yo no salí, como se comprende, pues yo no existo, y solamente soy un personaje de novela." Banalidades e imaginación, pura ilusión. Pasos se ríe de la confianza imbatible de los nicaragüenses en la construcción del Canal, y sabe que el Canal es tan ficticio como Pedrito Ortiz.

Joaquín Pasos Argüello decía muchas veces las verdades que otros no querían escuchar. Su posición frente a la guerra y la revolución es bien clara. En su artículo "Política, cuestión de jóvenes" publicado en 1935 declara: "Bien sabemos que las revoluciones y las guerras de Nicaragua no solamente han sido dirigidas por los viejos políticos, sino también provocadas por ellos..." En su reseña a Sangre santa, Pasos Argüello afirma: "no puedo entender que se llame revoluciones a lo que ha sido caudillismo armado o partidarismo en estado de guerra. El pueblo nicaragüense nunca ha hecho una verdadera revolución. Las veces que se ha levantado en armas ha sido engañado." Su poema "Pasión y muerte" es también una denuncia de la estupidez de la guerra, de la obediencia irracional a la que el sistema castrense obliga, y sobre todo del dolor que causa la destrucción y la muerte. En una metáfora bellísima que precede a Vallejo, leemos:

La mañana se pringó de sangre,
y a mí me duele el día, dentro de los pulmones...