Usted está aquí: viernes 8 de abril de 2005 Opinión Roberto Kretschmer

José Cueli

Roberto Kretschmer

Eminente pediatra, inmunólogo y ser humano fuera de serie, Roberto Kretschmer falleció el pasado 22 de marzo. Se trata de una gran pérdida para la comunidad científica, para su familia y para la infinidad de pacientes, discípulos y amigos a quienes se entregó en cuerpo y alma.

Nacido en el Distrito Federal, el 15 de abril de 1939, estudió la carrera de medicina (que para él fue un verdadero apostolado) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), graduándose en 1963. Se formó como pediatra e inmunólogo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y llegó a ser director del Departamento de Inmunología Pediátrica en el Hospital Michael Reese. También desempeñó el cargo de jefe de la Unidad Médica de Inmunología del Instituto Mexicano del Seguro Social. Ejerció la práctica privada como pediatra en la que desplegó todos sus conocimientos médicos, su gran experiencia clínica y su calidad y calidez humanas.

Su entusiasta trabajo en las sociedades médicas es también muy destacado. Fue socio fundador y presidente de la Sociedad Mexicana de Inmunología, integrante destacado de la Academia Nacional de Medicina y de la Clinical Inmunology Society, de la Society of Pediatrics Research y de la New York Academy of Sciences.

Fue distinguido con la Medalla Rotario por sus importantes estudios. Asimismo, recibió la condecoración Eduardo Liceaga (1986, 1991 y 2002) de la Academia Nacional de Medicina.

También le fue otorgado el Premio Nacional de Investigación Biomédica Miguel Otero.

Fue asimismo reconocido como integrante destacado de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador Zubirán, formó parte del comité de evaluación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, del comité técnico de la Facultad de Medicina de la UNAM y fue miembro de la Junta de Gobierno de la Medicine School en Boston y posteriormente de la de la UNAM.

Por sus méritos, fue becario de los gobiernos de México y Alemania. Llegó a publicar hasta 155 trabajos de investigación en revistas internacionales, tanto en inglés como en alemán.

Sus intereses por la investigación en el campo de la inmunología se centraron fundamentalmente en la entamoeba histolítica y el helicobacter pilory.

Roberto Krestchmer fue no sólo un clínico y un investigador fuera de serie. Además de su profundo conocimiento de la pediatría y de la inmunología. Era también gran conocedor de música, literatura y política. Contaba con una memoria prodigiosa y fue generoso con sus conocimientos.

En pocas palabras, no sólo era un gran científico sino también un gran humanista. Incansable en el trabajo hospitalario con horarios que iban desde las primeras horas de mañana hasta altas horas de la noche, uno no podía explicarse de dónde sacaba tiempo para leer y llegar a la erudición que lo caracterizaba. Para él resultaba sencillo pasar de una apasionante clase sobre los aspectos más complejos de la inmunología a una entusiasta y bien documentada discusión sobre los más diversos aspectos de la cultura y la política.

Roberto sabía ver el mundo con otros ojos, el sino en la conciencia, la música en los nervios y la pasión y el compromiso humanos en el corazón.

Nos deja un legado de gran valor no sólo científico, sino humano. La huella de un ejemplo a seguir, sobre todo, ahora en momentos en que la práctica médica tiende a la tecnologización excesiva y, lamentablemente, se va perdiendo la calidad y cercanía que deben privilegiarse en el vínculo médico-paciente.

 
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