Usted está aquí: domingo 17 de abril de 2005 Opinión Silbato sin uso

Bárbara Jacobs

Silbato sin uso

ignoro de dónde venga la palabra propósito, y de momento no tengo a mano ningún diccionario donde averiguarlo, pero es un término que contiene la clave de que nos pongamos en buena marcha o no. Cuando a alguien le falta, lo señalan como deprimido; y cuando a otro le sobra, dicen de él que es hiperactivo.

Durante más meses que lo admisible, al hacer mi caminata no tenía otro propósito que éste y llegó a ser cansado y aburrido el desplazamiento de una esquina del jardín a otra seguidas veces. Después cambiaron las cosas y pude dar propósito a la actividad de caminar, tanto así que ahora me resulta un quehacer centrado y justificado. Vagar es otra cosa, y tarde o temprano lleva a la depresión.

Hay gente organizada que día con día hace una lista de los pendientes que se propone llevar a cabo, y si al anochecer la consulta para tachar lo que hizo, no es extraño que añada una o más actividades que ejecutó sin tenerlas anotadas y con el único propósito de a continuación poder tacharlas. Escribir por escribir no tiene sentido; pero hacerlo para publicar y comunicarse con los demás lo mejora y lo endereza. Así con todo.

Si hablas solo y alguien lo advierte, corres el peligro de que te encierren. En cambio, dirigirte a otro, así te entienda o no, le intereses o no, da causa a tu expresión y la exime de dudas o sospechas, el propósito hace toda la diferencia entre el sano juicio y su carencia y hay que ir tras él.

Tengo una tía que durante años llevó un silbato colgado al cuello; cuando salía a la calle y algo o alguien le parecía sospechoso o amenazante, silbaba para pedir auxilio. Pasaron los años y dejó de salir hasta que un buen día una amiga la telefoneó de larga distancia para comunicarle que pasaría unas horas en el aeropuerto de la ciudad de mi tía y quedaron de verse. Mi tía desempolvó no sólo el traje que habría de ponerse sino el bastón y el silbato; apartó un taxi para el día y la hora en los que lo habría de necesitar y contó las horas con ilusión. De pronto se vio en el aeropuerto y se sintió perdida. Sudaba, y pequeñas manchas de sudor humedecieron la blusa que con tanto esmero y propósito se había puesto para la ocasión. Subió y bajó; pero en ninguno de los cafés dio con su amiga. Sin tener nada más que hacer en el aeropuerto, regresó a su casa sólo para sentir lo que era la decepción, o, lo que es lo mismo, estar en posesión de un propósito frustrado.

El ánimo o intención de hacer o de no hacer una cosa; el objeto; la mira; el destino deliberado y voluntario de actuar o aun de pensar es esencial para no sentirse inadecuado o perdido: en el mundo o en un vaso de agua. Su carencia produce pesadillas, como la de encontrarse en un país extranjero cuya lengua y costumbres desconoce y haber olvidado en qué hotel se hospedaba. Mamá tenía la intención de hacer el árbol genealógico de la familia, pero no fue sino hasta que se acercó la Navidad que lo hizo, pues pensó que sería el regalo que habría de darnos a sus hijos y esta meta ordenó sus ideas y la posibilitó de realizar un trabajo tan arduo como ése.

¿De qué sirve nada si no se dirige a algo? Supongo que con el propósito se habrán hecho teorías y que, en consecuencia, habrá otras que pongan ésta en cuestión. ¿Tú por cuál te inclinas? Es que la misma vida está en juego, y si la tuya no tiene mira es mejor o que no lo adviertas nunca o que te pongas manos a la obra y se la des. El sin sentido es un dolor de cabeza que hay que evitar, y la razón es un organizador modelo que, no me cabe duda, hay que utilizar. La vida descarriada es una pérdida de tiempo, y basta con encontrarle un para qué o para quién y ya encuentra su camino.

Yo no entiendo a quien sostiene que vive por vivir y en cambio admiro hasta a un barrendero que trabaja para vivir. No hay trabajo vano si tiene un propósito bueno, y si el propósito es malo me atrevo a preferirlo al que carece de fin. Parecería que estas líneas apuntaran a una vida sin libertad, pero a mí me parece que incluso la libertad con finalidad lo es más que aquella que no la tiene, y no hay contradicción en los términos porque hay voluntad. Y la voluntad, querido lector, es la clave del propósito y de la intención.

 
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