Usted está aquí: domingo 17 de abril de 2005 Sociedad y Justicia Mala decisión pública generó el auge de universidades privadas

Perdió incentivos la oferta en carreras tradicionales

Mala decisión pública generó el auge de universidades privadas

JOSE GALAN

La política de contención de la oferta pública de educación superior en disciplinas como derecho, medicina, ingeniería civil, contabilidad y administración, entre otras, impulsó el auge de instituciones privadas, aseguró el investigador Manuel Gil Antón.

Esta decisión propició el crecimiento de un segmento económico de la sociedad que supo "leer" la posibilidad de un gran negocio o la ampliación de sus zonas de influencia, por lo que consiguieron la autorización de las autoridades educativas federales, estatales o institucionales para poder operar.

En 2003 las instituciones privadas sin reconocimiento de la Federación de Instituciones Mexicanas Privadas de Educación Superior (FIMPES) y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) crecieron 44.76 por ciento, afirma Gil Antón en un artículo de próxima aparición en la revista bimensual de este último organismo.

"Se dice que la participación de los particulares en el sistema educativo superior obedece a la caída en la calidad de los servicios públicos; al menos esa es la percepción social de los usuarios potenciales de los servicios públicos."

Ante la mala calidad, indica, los estudiantes y sus familias "optan" por pagar cuotas altas en instituciones particulares de elite, aunque no necesariamente de elite cognitiva, sino de estatus social, o bien instituciones particulares más "baratas" y, por tanto, accesibles a ciertos sectores sociales, precisa.

Política seguida desde los años ochenta

Contra esa conjetura, el investigador advierte que el crecimiento del sector privado en la cobertura de los servicios educativos superiores -con significativo aumento en la última década del siglo XX e inicio del XXI- resulta de "las consecuencias no esperadas de políticas específicas sobre la oferta educativa pública tomadas con anterioridad".

Añade que desde mediados de los años 80 del siglo pasado, las autoridades educativas orientaron sus políticas a la oferta de estudios tomando en cuenta factores como la saturación de carreras, el bajo nivel de empleo que ofrecen a sus egresados y que no son pertinentes para el desarrollo nacional, por lo que "es menester reducir o congelar su tasa de crecimiento".

Para el autor, la justificación de dichas políticas falló "por dos lados", pues no contuvo el crecimiento general de las carreras como se pronosticó, ni tampoco incrementó -en la medida en que se prometía- la participación de las ciencias naturales y exactas.

El auge de las universidades privadas

"Lo que sí produjo fue un vacío": que miles de aspirantes que buscaban estudiar carreras tradicionales, al no encontrar cupo en las instituciones públicas ni contar con los recursos para hacerlo en las privadas que cuentan reconocimiento social, no buscaron opciones en otras licenciaturas "acordes con el desarrollo nacional".

Estos alumnos buscaron otras opciones y encontraron espacios para cumplir sus expectativas en un nuevo y expansivo mercado de instituciones particulares de dudoso bajo costo.

Lo pretendido por las autoridades educativas de entonces y de ahora "no resultó", agrega el investigador, y las políticas públicas en materia de educación "incentivaron de manera notable la expansión del mercado privado".

 
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