382 ° DOMINGO 17 DE ABRIL DE 2005
 

Balance de las Juntas de Buen Gobierno
Chiapas y las alternativas zapatistas
Misión de Observación del Grupo Paz con Democracia1

Paz con Democracia, un organismo civil surgido en el contexto del conflicto de Chiapas, envió una misión de observación a la entidad sureña. Aquí publicamos la primera parte de un informe2 que constata "la fortaleza del proceso autonómico zapatista". El grupo concluye que, a más de "un año de existencia de los Caracoles zapatistas, la experiencia de gobiernos que mandan obedeciendo destaca ante la crisis de legitimidad y credibilidad de la democracia formal y de la clase política que la sustenta". Igualmente, los observadores confirmaron "la persistencia del gobierno de mantener la guerra de contrainsurgencia y la administración del conflicto"

Paz con Democracia, organismo de la sociedad civil que surge en el contexto del conflicto en Chiapas, organizó del 17 al 20 de febrero del año en curso una misión de observación al estado. Desde la concepción de que el conflicto armado interno es expresión del conflicto estructural, la visita incluyó una serie de intercambios con distintos actores sociales y civiles de Chiapas a fin construir una visión más amplia y cercana a su percepción sobre el contexto actual.


Fotografía: La Jornada/José Núñez

Uno de los principales propósitos del grupo fue constatar los avances, problemas y retos de las Juntas de Buen Gobierno a partir de la tesis de que los procesos de construcción y prácticas de autonomías de hecho en territorio zapatista constituyen un fenómeno de trascendencia excepcional para un proyecto de nación alternativo con prácticas nuevas de participación y democracia directa.

Ya Pablo González Casanova adelantaba en septiembre de 2003: "La concreción del proyecto (de las Juntas de Buen Gobierno) se da al convertir las luchas por las autonomías y la creación de autonomías en redes de pueblos autónomos... Su propósito es crear con las comunidades, por las comunidades y para las comunidades, organizaciones de resistencia que desde ahora formen mallas a la vez articuladas, coordinadas y autogobernadas que les permitan mejorar su capacidad de contribuir a que otro mundo sea posible." (Perfil de La Jornada, 26 de septiembre de 2003).

Juntas de Buen Gobierno

A más de un año de existencia de los Caracoles zapatistas, la experiencia de gobiernos que mandan obedeciendo destaca ante la crisis de legitimidad y credibilidad de la democracia formal y de la clase política que la sustenta. Experiencia que se agiganta ante el contexto de cerco militar de penetración, guerra de desgaste, actividades de hostigamiento paramilitar, precariedad de la sustentación económica y alimenticia, y amenaza permanente de corporaciones y proyectos gubernamentales que afectan el territorio y los recursos naturales de los mayas zapatistas.


Celebración en el Caracol zapatista de Oventic Fotografía: Víctor Camacho

Paz con Democracia visitó cuatro de los cinco Caracoles (La Garrucha, Roberto Barrios, Morelia y Oventic), realizando entrevistas a los integrantes de las respectivas Juntas de Buen Gobierno con base en una guía que cubría temas generales de gobierno, justicia, economía, contrainsurgencia y paramilitarismo.

Las Juntas de Buen Gobierno (JBG) se establecen a partir de que el gobierno federal cerró todas las puertas al cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés (febrero, 1996). Operan con base en las necesidades de la gente y a partir de las costumbres de cada zona, "de los modos de cada una". Las Juntas, sobre todo, "tienen que obedecer al pueblo, respetar la voz del pueblo, la decisión del pueblo".

Los gobiernos de los municipios autónomos y de las Juntas regionales tienen legalidad y legitimidad porque se establecen con fundamento y en concordancia con los Acuerdos de San Andrés y conforme los mandatos de las comunidades. Se considera a las Juntas como "una puerta más grande para caminar hacia delante" y se afirma que en el terreno de lo político, "están dando solución a los problemas de los municipios y, hombro con hombro con ellos, "las Juntas están dando resultados".

Dentro de las Juntas se representan los distintos Municipios Autónomos existentes en su zona. Así, las Juntas se integran por miembros de los distintos Concejos Municipales Autónomos, quienes son elegidos en su respectiva Asamblea Comunitaria, para integrarse a la Junta por un periodo de tres años. De esta manera, la Junta recoge la experiencia de cada Concejo, y garantiza su trabajo de tiempo completo a través de la rotación permanente (generalmente semanal) de sus miembros.

El cargo es honorífico, considerado como "servicio al pueblo" y sólo en ocasiones se cuenta con el pago puntual de algunos gastos de viaje por parte de las comunidades. Cada semana, cada 10 días o cada mes, según sea el caso, la Junta respectiva se renueva en su totalidad rotando (entre aquellos elegidos por un periodo de tres años), garantizando la continuidad en la atención de los asuntos de su competencia a partir de actas en las que quedan asentados los problemas resueltos y pendientes, elaborándose un informe anual con todo lo tratado por estas instancias regionales de gobierno.

Existiendo la revocación del mandato para quienes no cumplen en sus cargos, se privilegia no obstante las llamadas de atención para rectificar conductas anómalas o fallas en la tarea de algunos de sus miembros. Los integrantes de las Juntas no tienen necesariamente estudios formales o experiencia previa, pero se considera que el aprendizaje tiene lugar en el desarrollo mismo de la acción de gobernar.

La integración de mujeres va en aumento después de la autocrítica hecha por el vocero del EZLN sobre la escasa participación femenina en el primer año de las Juntas; además se observó la presencia de muchos jóvenes en las tareas de gobierno. Sin embargo, se informó sobre la consideración especial de que gozan los ancianos en las comunidades, en muchas de las cuales se agrupan como Principales o Consejos de Ancianos, en los que también participan mujeres.

Destaca el criterio zapatista de ruptura con la idea de que gobernar es un trabajo de profesionales de la política que van monopolizando los cargos públicos, constituyéndose en estamentos burocráticos que se adueñan de la representación y la información, las cuales utilizan para garantizar su permanencia y reproducción.

En contraste, las Juntas se constituyen en una escuela de democracia de todo el pueblo, pues centenares de personas van aprendiendo de "la experiencia, que es la que enseña", elevando el nivel y la amplitud de la conciencia colectiva.


Videoasta zapatista del Caracol de La Garrucha Fotografía: La Jornada/José Núñez

En estos casi dos años de existencia puede notarse un alto grado de aceptación de la autoridad de las Juntas no sólo entre las bases de apoyo y las comunidades zapatistas, sino incluso entre priístas, autoridades oficiales municipales y estatales, llegando algunas de las Juntas a recibir "hermanos paramilitares" con quienes ­a decir de sus integrantes­ se ha llegado a "buenos acuerdos". En el imaginario de los habitantes de las cinco Juntas de Buen Gobierno se han ganado la reputación de ser instancias donde "sí se resuelven los problemas", y, sobre todo, "sin mordidas o corrupción".

En cada Junta funciona una Comisión de Vigilancia, igualmente rotativa y nombrada también en asambleas. Estas funcionan como "Oficialía de Partes" y tienen a su cargo obtener los datos de quienes desean presentar asuntos a la Junta, clasificar los tipos de problemas y pasar todo ello a la instancia adjunta de gobierno. La Comisión de Vigilancia también está presente en las reuniones para que la "Junta no se vaya por el mal camino". Sin embargo, se observó que la vigilancia mayor sobre estos gobiernos regionales la ejercen las comunidades, fuente del poder y la representación, las cuales cuidan que se esté ejerciendo un buen gobierno bajo el principio máximo de "mandar obedeciendo".

No consta en la región bajo las Juntas de Buen Gobierno el conflicto interétnico, a pesar de que varios pueblos conviven en los territorios bajo su control, ya que "existe un solo rumbo para todos". La unidad entre los pueblos va aparejada al proceso autonómico, a la práctica de una amplia participación en el ejercicio del gobierno.

Impartición de justicia

La justicia es ejercida en diferentes niveles y por diversos actores. En una primera instancia están las autoridades municipales autónomas, los jueces municipales y los Consejos de Ancianos. Si el conflicto no es resuelto, pasa a la segunda instancia de las Juntas de Buen Gobierno.

La justicia zapatista, similar a la de otros pueblos indios, no utiliza la cárcel más que en casos y momentos extremos, pues se considera que el encierro tiene efectos negativos físicos y mentales. Se prefiere casi siempre la "reparación del daño", el trabajo comunal, el convencimiento y la reflexión sobre quienes mantienen conductas o realizan acciones no aprobadas por la comunidad (alcoholismo, prostitución, violencia intrafamiliar).

En los conflictos entre particulares operan la conciliación, la negociación entre las partes hasta llegar a un acuerdo satisfactorio para las mismas. En este terreno, se atienden los problemas y se analiza cada uno de ellos para darle la razón "a quien la tenga" y sobre la base de que "todo se hace parejo". Para los casos graves, homicidio, violación, narcotráfico, se remite a los infractores a las autoridades oficiales, con el acompañamiento de las organizaciones de derechos humanos. Así, el peor castigo es separar al presunto culpable de su comunidad y dejarlo en manos de la justicia estatal o federal, en las que no hay conciliación ni reparación del daño y el encierro es la pena establecida.

Sustentabilidad económica

La sustentabilidad del proyecto autonómico es uno de los aspectos que más preocupan a las Juntas de Buen Gobierno; por eso uno de los principales retos es conseguir una mayor autosuficiencia económica, produciendo y consumiendo desde las propias comunidades. La siembra del fríjol, maíz y café, en muchas regiones realizada en forma colectiva, sigue siendo una de las principales actividades económicas, aunque hay conciencia del desgaste de la tierra en Los Altos, por ejemplo, por el uso de fertilizantes químicos; por ello, están aprendiendo a utilizar abonos orgánicos.

Paralelamente, varios proyectos productivos están en marcha: cooperativas para la exportación del café, talleres de zapatería, cooperativas de artesanías, tiendas y expendios de comida, café y miel. En algunas de las Juntas se cuentan con camiones utilizados para el transporte público y para sacar mercancía y evitar el coyotaje y el intermediarismo.


Restos del campamento Roberto Barrios, desmantelado por el Ejército Fotografía: Víctor Camacho

El zapatismo, a través de la Juntas, expresa su determinación de defender el territorio y la tierra, pues hay conciencia de que éstos son la base de su cultura y de su existencia como pueblos. Expresan enfáticamente "si venden la tierra, se acabó; la tierra es nuestra madre; el campesino no sabe más que trabajar la tierra." La identidad como pueblo y como clase campesina explica la defensa histórica de su territorio físico y simbólico. También saben que la migración está afectando la vida comunitaria y el desarrollo autonómico, aunque señalan que éste es un fenómeno histórico y recuerdan que la migración no es de hoy, "nosotros migramos, fuimos jornaleros y trabajadores en fincas y ciudades".

No se pierde de vista tampoco que los proyectos económicos del gobierno tienen una finalidad contrainsurgente, cuya estrategia es "dividir a los pueblos, afectar la unidad de las comunidades". Por ello, explican, "hay compañeros que no entienden la lucha, y se entregan al gobierno." También están al tanto de la finalidad del Plan Puebla Panamá que "no es en beneficio del pueblo." Y ante ese tipo de programas señalan: "No vamos a permitir que los gobiernos pongan presas hidroeléctricas ni proyectos ecoturísticos. Luchamos para que no nos destruyan como zapatistas y como indígenas. Estamos en resistencia. No dependemos de nadie; no aceptamos nada del mal gobierno. Pedimos respeto y nosotros respetamos a los demás."

Educación y salud

La educación y la salud son dos importantes pilares del proceso autonómico. Los zapatistas no permiten que el gobierno imponga sus programas educativos, por lo que se cuenta con el trabajo de los promotores de educación que no reciben ningún pago y que preparan los programas y materiales para que los "niños aprendan el carácter y la razón de la lucha zapatista".

Se afirma que "estamos caminando para que nuestros hijos sepan valer sus derechos, que nadie los engañe, para que nuestros hijos tengan una educación autónoma." Los promotores son apoyados por las comunidades, muchas de las cuales destinan una milpa para su sustento. Hay decenas de escuelas primarias en territorio rebelde y en el Caracol de Oventic funciona la única secundaria autónoma zapatista.

A las clínicas asentadas en los Caracoles llegan enfermos de todas las denominaciones religiosas y políticas, pues los servicios ofrecidos se han ganado la confianza y la aprobación de la gente. Incluso han llegado hasta paramilitares y priístas recalcitrantes que han sido atendidos con igual esmero y profesionalismo. Hay en los Caracoles un concepto integral de salud por lo que se practica la medicina alópata, junto a la farmacopea comunitaria y la medicina tradicional. El proyecto de salud incluye planes de higiene y aplicación de vacunas, farmacia, consultorio dental, banco de sangre, quirófanos, hospitalización y sala de partos.

Ejército y paramilitares

En las Juntas de Buen Gobierno se tiene conciencia del papel del Ejército en sus territorios, de los estragos de la militarización, con su secuela de prostitución, alcoholismo y narcotráfico, de la actividad permanente de los paramilitares. Se considera que toda esta fuerza lo que busca es destruir. Sin embargo, a esta estrategia se opone la de los zapatistas que es construir sus autonomías. "Ellos representan la muerte, nosotros la vida. El gobierno tiene sus ejércitos, sostiene a los paramilitares y busca la cabeza del EZLN. Sin embargo, los zapatistas tienen a la sociedad civil nacional e internacional que les ha dado todo el espacio para poder caminar." Frente al Ejército y los paramilitares, la respuesta de los zapatistas es "no caer en la provocación", lo que supone ejercer la tolerancia y buscar la reconciliación, valores no ajenos a las comunidades.

En el Caracol de La Garrucha, asiento de comunidades que fueron "quemadas" y "destruidas" por tropas federales después de la ofensiva militar de febrero de 1995, miembros de la JBG señalaron que el Ejército Mexicano "patrulla" los municipios autónomos, "está dentro del territorio zapatista" y "a veces utiliza a los paramilitares para hacer provocaciones (...) No nos confiamos. Puede haber otra traición, como la de (Ernesto) Zedillo". "El Estado nos atiende por pedacitos y nos hace pelear entre nosotros; nos divide". "El gobierno federal tiene su Ejército y sus paras. El Ejército quiere destruir las cabezas del Comité (Clandestino Revolucionario Indígena). Pero nosotros sabemos cómo defenderlos. (A nuestras comunidades) llegan convoyes del Ejército, tirando dulces a los niños. El gobierno no quiere escuchar que hay una organización rebelde. El gobierno quiere exterminarnos porque quiere traer inversiones de otros países. Lo que hacemos es resistir. Pero nosotros tenemos, además, al EZLN. Tenemos el respaldo de un ejército".

Esa visión que identifica entre las políticas gubernamentales la intención de "destruir" (aniquilar) al movimiento insurgente, fue recogida, también, en el Caracol de Roberto Barrios, donde la naturaleza de la acción militar del Ejército federal fue definida como una "guerra de baja intensidad" (GBI). "Lo que hace el gobierno es muy fino, nos aplica la guerra de baja intensidad. Nadie está tranquilo. (Los soldados) no están quietos. ¿Por qué? Porque saben que las bases de apoyo tampoco están quietas. Sólo que el zapatismo construye y el gobierno destruye". Además, el gobierno lleva a cabo "una guerra económica. Aplica políticas para dividir. A veces con frijoles. Con Maseca. Todo eso lo usa para dividir". Desde la perspectiva zapatista, se trata de "una lucha de resistencia en el territorio (...) Ahora tenemos territorio y lo vamos a defender".

Según el testimonio de un miembro de la JBG de Roberto Barrios, en los últimos meses "se está dejando ver mucha gente armada y encapuchada (paramilitares). Pero la gente no se confunde. Las bases de apoyo están en su trabajo, en las milpas (...) Los de Paz y Justicia no nacieron por arte de magia. Surgieron por los militares. Donde hay un campamento militar, es fuerte Paz y Justicia. Existe una relación entre el Ejército y el PRI, que reparte recursos". El gobierno formó una estructura paramilitar, "porque le conviene, no gasta en salarios y usa gente de la comunidad para que chingue a la comunidad. Su estrategia es la guerra de baja intensidad".

Conclusión sobre las JBG

Para Paz con Democracia, la visita a las Juntas de Buen Gobierno reveló la fortaleza del proceso autonómico zapatista; sus posibilidades de proyectar sus enseñanzas más allá de la geografía chiapaneca e incluso mexicana. También constató la persistencia del gobierno de mantener la guerra de contrainsurgencia y la administración del conflicto. Observamos que la resistencia, condición histórica de los pueblos indígenas, define las prácticas autonómicas de los mayas zapatistas, y éstas, a su vez, van construyendo ese mundo posible al que aspiramos todos y todas.

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Notas

1. En la visita participaron Alicia Castellanos, Carlos Fazio, Dolores González, Fernanda Navarro, Gilberto López y Rivas, Luis Menéndez, Luis Villoro, Miguel Álvarez Gándara, Miguel Concha Malo, Pablo Romo, Paulina Fernández y Teresa Estrada. Además, este texto es suscrito por Adelfo Regino, Alfredo López Austin, Ana Esther Ceceña, Guillermo Briceño, Juan Bañuelos, Luis Hernández Navarro, Magdalena Gómez, Manuel Pérez Rocha, Oscar González, Pablo González Casanova, Rafael Moreno Villa y Víctor Flores Olea.

2. La versión completa de este documento, que incluye la segunda parte: "Valoración política", puede encontrarse en la página de Internet: www.jornadasinfronteras.com.