Usted está aquí: domingo 24 de abril de 2005 Política BAJO LA LUPA

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Este de Asia: ganan China y Corea del Sur; pierden Japón y EU

La opción hipermilitarista enseña sus debilidades

SE PRODUJO EL primer efecto por las tensiones entre China y Japón: "la comunicación entre los líderes de Corea del Norte y Corea del Sur sobre una Corea unida para combatir a Japón", como señala en forma perspicaz Arvind Shekhar, del rotativo India Daily (22 de abril). No se podría entender el proyecto de unificación de la península coreana sin el tácito aval de China, que acaba de realizar una histórica alianza estratégica con India y que puede dejar a Japón seriamente aislado del continente euroasiático. Shekhar comenta que al margen de la "cumbre Asia-Africa", celebrada en Indonesia, "el primer ministro de Corea del Sur, Lee Hae-chan, se reunió brevemente con el jefe de Estado oficial de Norcorea, Kim Yong Nam, para enfrentar los reclamos de Japón sobre las islas Dokdo", y añade que las "interacciones en días recientes entre las dos Coreas han sido interesantes (sic). Las diferencias de opinión entre Estados Unidos y Corea del Sur sobre el comando de una fuerza conjunta fueron muy significativas".

SIN TAPUJOS, Francis Harris, del rotativo The Daily Telegraph, vinculado a los intereses del partido Likud y los neoconservadores straussianos (19 de febrero de 2005), apunta que "Japón se ha distanciado del pacifismo (sic) que había sido su política oficial durante décadas para unirse a Estados Unidos en una causa estratégica común contra China. El giro enviará ondas de choque (sic) a través del este asiático y representa un triunfo (sic) para la Casa Blanca, que tuvo éxito en sacar a Japón de su cascarón, en lo que otras administraciones habían fracasado". Harris se refería al acuerdo de Japón con Estados Unidos (junto con las anglosajonas Gran Bretaña y Australia, desde luego) para defender a Taiwán, considerado como "objetivo estratégico común", en caso de una agresión militar de China. En forma desequilibrada, Harris ponía en relieve las "señales ominosas en el entorno", las demandas de generales retirados chinos de invadir Taiwán antes de los Juegos Olímpicos de Shanghai, en 2008, pero ocultaba que el año pasado el Pentágono había puesto en boca prestada de los dirigentes de Taiwán las represalias macabras de un ataque misilístico a los Tres Desfiladeros en China, la mayor presa del planeta.

SE COSECHAN TEMPESTADES cuando se han sembrado vientos, y el giro bélico de Japón, sumado a sus infames manuales históricos que bendicen las atrocidades perpetradas por el irredentismo nipón en China y Corea, ha provocado manifestaciones multitudinarias en China contra la candidatura de su membresía permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Las violentas manifestaciones en varias ciudades, presuntamente azuzadas por el gobierno chino, fueron desbordadas, y en Shanghai, comenta Sean Curtin (Asia Times, 19 de abril), donde viven 40 mil japoneses, cundieron las demandas tanto para boicotear las mercancías niponas como para reclamar el petróleo del Mar del Este de China (donde ambos países se disputan los límites territoriales). Curtin admite que la "confianza empresarial, al borde de la ruptura, ha sufrido un severo golpe", pero considera en forma optimista que los "fuertes y crecientes vínculos económicos entre los dos países, en términos de comercio e inversiones, tienen el potencial de resistir la tensa situación política". La interdependencia entre ambos rivales suena aparatosa en las cifras de Curtin: "China es el mayor socio comercial de Japón" (20.1 por ciento del comercio nipón en 2004, con un valor bidireccional de más de 200 mil millones de dólares) y las "principales firmas niponas como Toyota Motor Corp. se expanden rápidamente en China, mientras los grandes jugadores chinos como Shanghai Electric Group han penetrado el mercado japonés". Más equilibrado que la prensa anglosajona, que en forma interesada ha tomado partido por Japón contra China, Curtin recuerda que desde 1978 "Japón ha honrado a 14 criminales de guerra de clase A en el santuario de Yasukuni", lo que ha ofendido a los asiáticos, y agrega un lúcido comentario autocrítico de Said Ryoji Yamauchi, presidente de la Universidad Asahikawa: "Koizumi ha sido el primer ministro de Japón más nacionalista desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Su comportamiento insensible ha ofendido a millones de asiáticos y es ampliamente responsable de nuestras actuales dificultades con China". Pero, ¿cuál es el problema, si el ultrabelicismo de Koizumi tiene felices al estadunidense Bush, al británico Blair y al australiano Howard, quienes además lo colman con armas avanzadas que no desean que le sean vendidas a China por Francia, Alemania y Rusia?

MUY SESGADOS Y con mentalidad balcanizadora, Brad Gosserman y Scout Zinder -del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, con sede en Washington (el muy tóxico CSIS, por sus siglas en inglés), vinculado a los intereses petroleros anglosajones, en un artículo reditado por Asia Times (22 de abril)- inculpan el "deterioro de las relaciones de Japón con China y Corea del Sur" a la ausencia de Estados Unidos, que sería la única capaz de alentar a la "cooperación" entre los tres países. ¡Cómo no! Lo interesante es que culpan a la "historia" (sic) como la "causa más reciente por las tensiones crecientes en Asia", en particular, "las disputas territoriales sobre las islas Takeshima/Tokdo/ Dokto, reclamadas por Japón y Corea del Sur, y las islas Senkaku/Daiyotais, reclamadas por Japón y China", con su abundante petróleo y gas. Uno de los axiomas archisabidos del unilateralismo bushiano es que balcaniza lo que no consigue globalizar bajo su férula financiera.

EN UNA ASOMBROSA nota editorial, Asia Times (23 de abril), después de citar las falsas disculpas de Koizumi sobre los crímenes de guerra de Japón (que deben ser aparejadas con actos y no con verborrea), sentencia que la relación económica de Japón con China es más importante para el primero que para la segunda, "lo que limita la libertad de acción del gobierno japonés". Brian Bremner y Dexter Roberts, de la revista Business Week (17 de abril), se pronuncian en el mismo sentido y ponen en evidencia que, más allá de consideraciones banales, lo que está en juego es el liderazgo asiático, y todo indica que China lleva la delantera sobre Japón.

EN UN JUICIOSO análisis, Erich Marquardt ("El nacionalismo de Japón pone en riesgo su poder en el este de Asia", PINR, 13 de abril) destaca el "impacto negativo en los intereses japoneses que aislarán todavía más a Japón en la región" debido a su disputa con Corea del Sur, que se ha acercado más a China, mientras "Japón goza del apoyo estratégico de Estados Unidos y Australia, que se encuentran muy lejos (sic), y que usan (sic) a Japón para mantener el actual equilibrio de fuerzas en el este de Asia". Marquardt concluye que el declive de Japón frente a China ha exacerbado su nacionalismo como mecanismo sicológico de defensa.

POR LO PRONTO, Japón parece haber perdido a Corea del Sur, que ha sido ganada por China y, lo peor, todavía no gana a Taiwán donde, quizá, también se refleje la molestia por el revisionismo histórico de Koizumi, quien pretende trasmutar las atrocidades niponas en actos heroicos, con la bendición de sus desvergonzados aliados anglosajones contemporáneos, quienes se han olvidado de que supuestamente sus antecesores lanzaron dos bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki por la misma razón histórica.

SONIA CHOPRA ANALIZA correctamente el "dilema de Japón" que, por un lado, "desea la defensa de Estados Unidos", y por otro lado, "necesita a los consumidores de China e India para salir de su deflación y recesión", y aduce que "Japón ha encontrado finalmente la verdad de que una mayor dependencia en los consumidores de Estados Unidos no le ayudará salir de la deflación y la recesión ni le va a permitir crecer en lo económico", pero al "mismo tiempo Japón se siente muy cómodo de contar con Estados Unidos como socio contra China y Norcorea" (India Daily, 19 de febrero de 2005).

NO SE PUEDE tener todo en la vida y Japón necesita jerarquizar y, lo peor del caso, parece haber sido empujado por la dupla anglosajona a seleccionar la peor opción: el militarismo, que frenará su mercantilismo en Eurasia, donde los dos gigantes asiáticos, India y China, dominarán intensamente en la próxima generación, mientras Japón sucumbirá a la nueva realidad geoeconómica y a su derretimiento demográfico, cuando el hipermilitarismo se ha vuelto contraproducente frente al innovativo boicot de los consumidores globales, quienes desechan las mercancías mancilladas de hemoglobina cuando cobran conciencia de ello.

EN LA COMPLEJA fase de transición planetaria hacia el nuevo orden multipolar ha surgido una asombrosa paradoja, cuando el pacifismo intrínseco de los consumidores globales choca frontalmente con el hipermilitarismo nihilista. El eje de la decadencia conformado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón ha escogido a su cuenta y riesgo la opción hipermilitar, que no aporta ventajas competitivas, como asentó el empantanamiento anglosajón-nipón en Irak (donde Japón aportó un ridículo contingente que le paga fortunas a los guerrilleros sunitas para que no los aniquilen), cuando la tripleta decadente ha perdido el liderazgo competitivo mercantil frente a la emergencia irresistible de las nuevas potencias del BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Tal paradoja, que no entienden los bélicos estrategas del eje anglosajón-nipón, aferrados al caduco pensamiento geopolítico decimonónico y al financierismo a ultranza, es que la opción pacifista, más que la hipermilitar, les rendiría mejores dividendos y los conectaría mejor con los consumidores globales, cuando tampoco pueden derrotar militarmente a sus nuevos competidores, que son legión: los habitantes de la Unión Europea y el BRIC, cuyos dirigentes más creativos están ganando conceptualmente la partida geoestratégica en el tablero de ajedrez mundial. Porque en cualquier escenario, sea el hipermilitar, sea el pacifista, Japón sale derrotado frente a China y, lo peor, todavía podría ser vendido bajo la mesa al peor postor en las pérfidas bolsas de Nueva York y la City, que saben muy bien cotizar las cabezas ajenas.

 
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