383 ° DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2005
 

La resistencia de 1968 y 1988
Los movimientos que forjaron el nuevo rostro de México

Jesús Ramírez Cuevas

Un nuevo país surgió de la certeza de que se podía actuar sin la tutela de las autoridades (y de los partidos) y de que el PRI podía ser derrotado. Entre 1968 y 1988 hubo muchas luchas que pasaron de la defensa de libertades democráticas a la exigencia del cambio en el poder por la vía electoral. La izquierda cambió la idea de la revolución por la de la democracia. Los estudiantes en 68 enfrentaron el autoritarismo; en 88 se derribó el mito del PRI invencible. Esas experiencias cambiaron la vida nacional

1968. Los estudiantes acallados por la fuerza del poder


El 88. El "realismo político" se impuso
Fotografía: Eniac Martinez Ulloa

El movimiento estudiantil de 1968 se convirtió en un duelo más que desigual entre el afán democratizador de sectores de las clases medias y la parte más tradicionalista y autoritaria del sistema político, encarnada en el presidente Gustavo Díaz Ordaz. Los estudiantes protagonizaron una lucha ciudadana pacífica y democrática; el gobierno se negó a escuchar sus reclamos y acabó con lo que consideró una "conjura comunista".

Las principales causas del movimiento fueron la protesta ante la represión policiaca y la cerrazón presidencial al diálogo, la exigencia de libertad de los presos políticos y la defensa de los derechos humanos.

Desde el principio, los estudiantes conocieron la mecánica del régimen: protestan por la barbarie de la policía, y, en respuesta, el gobierno les golpea y detiene; cuando insisten en el carácter legal y constitucional del movimiento, se les masacra en la plaza pública y a los sobrevivientes se les enjuicia por subversión. Todo ello contó con el apoyo de los poderes del Estado, de los medios de comunicación, de empresarios, y el silencio cómplice de la sociedad.

Cuando el Ejército ocupó la Preparatoria Uno, los estudiantes de la UNAM, del IPN y de otras escuelas se declararon en huelga. Organizaron numerosas manifestaciones, formaron brigadas de información que recorrieron la ciudad y el país. La marcha del silencio del 13 de septiembre fue la movilización más impresionante. "Nada con la fuerza, todo con la razón", fue uno de los lemas que congregó a 300 mil manifestantes que caminaron del Museo de Antropología al Zócalo. A su paso, las muestras de apoyo de la población se hicieron presentes.

Según Raúl Alvarez Garín ­uno de los principales dirigentes del Consejo Nacional de Huelga­, "el movimiento no fue derrotado, pero sí fue aplastado militarmente con la matanza de Tlaltelolco.

Ante su falta de argumentos ­y su negación a dialogar con los estudiantes­, Díaz Ordaz optó por la vía militar y el crimen".

En su libro La Estela de Tlatelolco, Alvarez Garín demuestra que "la actuación del Ejército respondía a un plan cuidadosamente formulado para realizar un triple cerco" sobre el mitin en Tlaltelolco aquel 2 de octubre, "de manera que nadie pudiera escapar a ese diluvio de balas y muerte". Al día siguiente, los diputados del PRI aplaudieron el crimen con una ovación en el Congreso.

A pesar de los muertos y de cientos de detenidos, hubo intentos de resistir y mantener la huelga en las escuelas, pero la persecución y la represión terminaron por disolver la organización estudiantil.

Los procesos judiciales contra los líderes del movimiento se convirtieron en ejemplo del uso del aparato de justicia para castigar a los disidentes políticos.

Muchos jóvenes concluyeron que el régimen había cancelado las vías pacíficas para cambiar el país, y optaron por la armada. Otros insistieron en la lucha social. Con los años han surgido nuevos movimientos sociales, pero el gobierno continúa usando a las fuerzas de seguridad para combatirlos.

El sistema político intentó imponer el olvido de aquellos trágicos acontecimientos, pero algunos sectores de la sociedad no cejaron en su empeño de reconstruir la verdad histórica. El rescate de la memoria forma parte de la resistencia ciudadana al autoritarismo del régimen.

En 1998 se presentó una denuncia penal por genocidio contra Díaz Ordaz (ya fallecido), Luis Echeverría Alvarez y 60 ex funcionarios más, por su responsabilidad en la represión de ese año. En 2002 un juez ordenó abrir una causa penal para indagar estos ominosos hechos y llamó a declarar a Echeverría y a otros, en calidad de indiciados. A la fecha, a pesar de las promesas del presidente Fox, nadie ha sido juzgado por estos crímenes.

Alvarez Garín menciona la actualidad de ese movimiento: "Siguen presentes las causas profundas de la inconformidad del pueblo del 68, mientras éstas subsistan, habrá mexicanos resueltos a luchar por cambiar las cosas. Lo que no pudieron los gobiernos priístas fue acallar las demandas de justicia y democracia aún vigentes".

El desenlace del movimiento del 68 tuvo consecuencias profundas en la conciencia nacional, y en el largo plazo multiplica sus aspiraciones en nuevos movimientos sociales y populares.

Ante el empuje democrático de la sociedad, el gobierno decidió, en 1977, abrir los "cauces legales" a la participación electoral de la izquierda. Pero a los grupos que no aceptan "las reglas del sistema" se les continúa reprimiendo.

1985. El temblor que despertó a la sociedad

El 19 de septiembre de 1985, la ciudad de México es sacudida por el terremoto más terrible que se recuerde. Muchas zonas de la capital se colapsan. Hay miles de muertos, heridos y atrapados en los escombros. El gobierno se paraliza ante la magnitud de la tragedia. La gente desobedece las indicaciones oficiales y asume las labores de rescate, de emergencia y de apoyo a los damnificados. Durante varios días, la sociedad rebasa a las autoridades y toma el control de varias zonas de la ciudad.

Este acontecimiento marcó la vida de los capitalinos y derribó la creencia popular de que nada podía hacerse sin el gobierno. En esos días, la gente comprobó sus capacidades de organización y de autogobierno al hacerse cargo de las zonas devastadas para atender la emergencia con una actividad incesante y colectiva no vista antes. Esas jornadas ciudadanas solidarias fueron el acta de bautizo de la sociedad civil. A partir de esta experiencia, surgen decenas de organizaciones ciudadanas y movimientos sociales. Tres años después, tendrán un papel protagónico en la insurgencia ciudadana que sacudió al país.

"Un país nuevo surgió de la certeza de que se podía actuar sin la tutela de las autoridades (y de los partidos) y de que el PRI podía ser derrotado", escribió entonces Carlos Monsiváis, autor del libro Entrada Libre. Crónicas de la sociedad que se organiza.

6 de julio de 1988. El despertar cívico de la Nación

Entre 1968 y 1988 se produjeron numerosas luchas democráticas que transitaron de la defensa de las libertades democráticas a la exigencia del cambio en el poder por la vía electoral. En ese lapso, la izquierda cambió la idea de la revolución por la de la democracia.

Las elecciones presidenciales de 1988 cambiaron la vida política nacional. La participación de Cuauhtémoc Cárdenas, al frente de una coalición de partidos, le dieron un giro inesperado. Su campaña fue un fenómeno político por el entusisamo popular que provocó.

La participación electoral fue histórica. Por primera vez, los votos de la oposición superaron a los del PRI. Fueron los comicios más reñidos desde la Revolución Mexicana y con ello, cayó el mito de que el PRI era invencible.

El 6 de julio, día de los comicios, ante la caída del sistema de cómputo de la Secretaría de Gobernación y las irregularidades reportadas, los tres aspirantes de la oposición, Cárdenas, del Frente Democrático Nacional (FDN), Rosario Ibarra, del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y Manuel J. Clouthier, del Partido Acción Nacional (PAN), llamaron al restablecimiento de la legalidad y convocaron al pueblo de México "a la defensa legal y activa el voto".

"Hoy se ha puesto en evidencia la determinación del grupo gobernante de consumar una imposición a despecho de la voluntad popular... La jornada electoral representó un despertar cívico del pueblo de México", dijeron en su declaración conjunta.

Ante el triunfo anticipado del PRI, denunciaron "un fraude de grandes proporciones". Comenzaron movilizaciones en todo el país.

Clouthier llamó a la resistencia civil "activa y pacífica", "sin odio y sin violencia estamos cambiando a México" y declaró: "No se dejen pisar, pueblo mexicano: el alma de la no violencia es la no cooperación y con ella sola bastaría para derribar a la tiranía, y si el pueblo toma conciencia, no se podrá usurpar el poder".

El 12 de julio, el panista intentó encarar al presidente Miguel De la Madrid en el Palacio de Bellas Artes y forcejeó con elementos del Estado Mayor Presidencial que lo detuvieron al cortarle cartucho.

Cárdenas se declaró ganador y con Rosario Ibarra, llamó a la movilización popular pacífica y legal para defender el voto: "Empeñarse en consumar el fraude equivaldría técnicamente a un golpe de Estado".

El FDN llamó formar comités en defensa del voto y pidió no caer en la provocación. "Habrá movilizaciones hasta que el pueblo alcance la victoria", aseguró Cárdenas.

El 16 de julio, el FDN organizó la movilización más grande contra el fraude, al juntar 300 mil personas, la mayoría gente sin partido. Cárdenas llamó a defender los triunfos electorales y precisó: "El pueblo sabe hasta dónde quiere y hasta dónde puede llegar. Conoce y valora las situaciones nacionales. Reconoce la fuerza de los adversarios".

En agosto, los tres aspirantes de la oposición advirtieron que si no se limpiaba la elección, demandarían su anulación.

En el Colegio Electoral de la Cámara, el PRI se negó a abrir los paquetes electorales, como lo demandaba el FDN y el PAN.

En tanto, el 20 de agosto, el asesinato de cuatro jóvenes ­dos de ellos activistas en defensa del voto, a quienes se torturó y se les dio el tiro de gracia­ conmocionó al país. El hecho provocó movilizaciones y condenas de todos los partidos y del gobierno.

El 31 de agosto, Cárdenas llamó a Salinas a negociar públicamente la limpieza de la elección. "Aceptaré el resultado sea el que sea".

El primero de septiembre, los legisladores del FDN acaban con el mito de la figura presidencial intocable al interpelar a De la Madrid en su informe de gobierno.

El 10 de septiembre, los priístas en la Cámara declaran presidente electo a Carlos Salinas. Días después, en el Zócalo, Cárdenas llama a formar "el partido que nació el 6 de julio" y pide la renuncia de Salinas.

A los gritos que llamaban a la lucha armada (sin eco en la multitud), Cárdenas responde: "Nos quieren empujar a autoderrotarnos aceptando la imposición o a la confrontación violenta"... Quisieran que llamáramos a la confrontación, a sacarlos como sea del poder, de manera desorganizada y no preparada para ellos responder con un baño de sangre y una ola devastadora de represión. Nuestra decisión de hacer valer la decisión popular dentro de la legalidad es inquebrantable".

Por su parte, Clouthier anunció el fin de las acciones de resistencia civil. Después, el PAN invitó a todas la fuerzas políticas del país "al diálogo, la reconciliación y la unidad" mediante un "compromiso por la legitimidad y la democracia". Era la aceptación de la imposición de Salinas.

El 20 de noviembre, en la última movilización del FDN en el Zócalo, Cárdenas también fue claro: "No nos proponemos evitar o tratar de impedir la realización física" (de la toma de posesión de Salinas) y llamó a sus simpatizantes a no realizar movilizaciones en la ciudad de México "por el riesgo a una confrontación con las fuerzas públicas". Hizo un llamado a los asistentes "para reprimir su justa indignación y abstenerse de actos que servirían de pretexto para desencadenar acciones tan irracionales como insostenibles".

Era el llamado a regresar a casa y la aceptación tácita de que la imposición se había consumado. Muchos creyeron que Cuauhtémoc derrotaría al PRI por las buenas o por las malas, y le siguen reprochando esa decisión. Pero muchos otros, incluidos destacados intelectuales, le reconocieron su estatura moral al evitar la confrontación nacional, "cuando no había condiciones ni capacidad organizativa para encarar al aparato represivo del régimen".

El "realismo político" se impuso al final y Cárdenas se dedicó a construir el PRD y llamó a sus partidarios a continuar la lucha en batallas democráticas futuras.

En la etapa posterior, cada comicio terminaba en nuevos conflictos poselectorales y denuncias de fraude, sobre todo, en los estados que concentraban el voto cardenista como Tabasco, Guerrero, Michoacán y Oaxaca.

En la guerra que desató el salinismo contra el PRD, más de 600 de sus militantes fueron asesinados (la mayoría sigue impune). La lucha cívica, legal y pacífica que enfrentó al régimen, se saldó con un alto costo para muchos ciudadanos que han creído en la democracia y han defendido su voto.

Este empuje democratizador, junto con el levantamiento indígena de Chiapas, precipitaron la crisis del sistema que se vio obligado a reformar la ley para garantizar elecciones limpias y libres, lo que abrió el camino a la alternancia en el poder.