Usted está aquí: martes 26 de abril de 2005 Opinión 68-88-05

Víctor M. Toledo

68-88-05

Nuestros hijos preguntan; nosotros les respondemos: 68-88-05. No es una cifra cabalística ni un número telefónico tomado al azar. Son tres fechas decisivas en el devenir nacional de los últimos tiempos. Los tres años en los que nuestro zoon politikon otea en el aire el mismo miedo colectivo, la misma impotencia, pero también el mismo coraje, la misma indignación. Como en 68 y en 88, la República tiembla.

No es A. M. López-Obrador y sí lo es, como ayer no lo fueron y sí lo fueron Javier Barros Sierra y Cuauhtémoc Cárdenas. Más allá de sus particulares visiones, sensibilidades e intereses, los individuos asumen, representan y encabezan la dignidad de un colectivo nacional, se vuelven, sin saberlo, voz y vector de un mecanismo común de resistencia.

Nuestros hijos preguntan, nosotros les respondemos y sus maestros lo confirman. Uno en su escuela liberal por conducto de su profesor de filosofía, el otro en su universidad selecta por medio de su brillante maestro de derecho privado. Ambos, no obstante sus obvias diferencias, coinciden en su vocación democrática, en su honestidad ciudadana y en sus juicios: ¡Es una canallada! Y la República tiembla.

Siento mi indignación transmitida generacionalmente a través de una valiosísima estafeta, y me siento satisfecho. Mientras nuestros hijos se preparan para asistir a la manifestación del silencio. Mientras escribo de madrugada, profundamente preocupado, y las fechas resuenan decididas a quedarse: 68-88-05. Mientras el alma se estremece de nuevo y la República tiembla.

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