Usted está aquí: martes 26 de abril de 2005 Opinión ¿Por qué no se ha solidarizado América Latina?

Marco Rascón

¿Por qué no se ha solidarizado América Latina?

Contrasta el silencio latinoamericano con las manifestaciones europeas y estadunidenses de solidaridad y preocupación por la situación de la democracia en México.

Quizás sea un acto de reciprocidad dado el deslinde tácito en el discurso lopezobradorista respecto al momento que vive América Latina, dando por hecho que México no es parte del ascenso político de la izquierda en Latinoamérica, sino una manifestación de segmentos políticos de la desdibujada izquierda mexicana junto a políticos desplazados del salinismo con muy alta presencia del zedillismo en el contexto de integración con América del Norte.

No es invención del autor de este espacio la ausencia de definiciones sobre América Latina en el "proyecto alternativo de nación" de Andrés Manuel López Obrador ni las muestras de simpatía de Washington y la derecha estadunidense en este movimiento, cuya preocupación central sería evitar la versión mexicana de Hugo Chávez.

Más que descuido de la dirección lopezobradorista pareciera una fina determinación deslindarse de todo aquello que pudiera significar que el actual movimiento contra el desafuero tendiera hacia la sincronía latinoamericana, ratificando, contraria e implícitamente, que éste es un movimiento inscrito dentro del bloque de América del Norte, hegemonizado por Washington en su manejo de la transición mexicana sin pretender ninguna alteración del modelo económico ni la subordinación comercial.

De reafirmarse esta tendencia, ¿cuáles serían las implicaciones? No sólo habría un agravamiento, sino una confrontación -vacío contra vacío- entre el foxismo y el lopezobradorismo, pero sobre todo una pérdida del rumbo que necesita México para fortalecerse internamente y enfrentar el proceso de integración y subordinación que sufre frente a Estados Unidos.

En esta última jornada del 24 de abril en muchas plazas de Europa y de Estados Unidos hubo manifestaciones de solidaridad que contrastaron con el silencio latinoamericano. Esto inscribe la movilización más en el espíritu del 5 de mayo, del que se han apropiado las administraciones estadunidenses como muestra del latinismo de la doctrina Monroe de América para los americanos, en oposición al desdén que les produce la fecha del 16 de septiembre, pletórica de sentimientos independentistas. Tiene implicaciones futuras sobre la posición de México con respecto al Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA) contra el proyecto del Mercosur, promovido por Brasil, Argentina, Venezuela y Uruguay.

Esta posición tiene implicaciones, pues suma más silencio del PRD y del lopezobradorismo en torno a la elección del secretario de la OEA y la descarada negociación de México por este cargo a cambio de agredir nuevamente a Cuba.

Desde hace tiempo el PRD -lo mismo bajo la conducción de López Obrador que de Amalia García, Rosario Robles y los leoneles- dejó de tener definiciones internacionales latinoamericanistas y las pocas que ha retomado han sido profundamente conservadoras con respecto a Cuba, la crisis y las respuestas populares en América Latina. Por ello mismo el PRD lopezobradorista no ha tenido definiciones ni sobre el 11 de septiembre de 2001 ni en cuanto a la invasión a Irak por las tropas estadunidenses ni ha condenando las resoluciones intervencionistas contra Cuba. Menos aún sobre el Mercosur.

No obstante, muchos de los participantes contra el desafuero sí se solidarizan con la realidad latinoamericana, no así la dirección impuesta en el PRD. Y es natural, sobre todo cuando vemos la creciente presencia zedillista en el contenido del discurso lopezobradorista, como en el caso de Humberto Roque Villanueva, quien fue jefe político del actual dirigente del PRD, Leonel Cota Montaño, y ahora se lanza a buscar definiciones en la cúpula del Ejército. ¿Quién está detrás de Roque Villanueva? Ernesto Zedillo. ¿Y quién está atrás de Zedillo? Washington y los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de quienes es su empleado.

Más allá de las torpezas judiciales y el desafuero, la gran movilización del domingo pareció estar montada sobre un gran vacío de definiciones en torno al rumbo. Parece que hoy se repite el fenómeno que generó El crimen del padre Amaro. En el momento en que la jerarquía de la Iglesia católica pretendió censurarla llamando a los fieles a que no la vieran, despertó todo un movimiento en el que se atacaba y se defendía la película sin que siquiera hubiera sido vista. No importaba que fuera buena o mala, lo importante era el derecho de verla.

Hoy la situación se repite a escala mayor, pero con una implicación: esto no es una película, es la realidad, y lo que se está jugando ahora es el futuro de México y el lugar que deseamos tener en el mundo; por ello, no sólo lo explícito es lo importante, sino también las definiciones que surgen del silencio. Desgraciadamente no hay movimiento que vea hacia Latinoamérica; la izquierda abandonó esa trinchera, ahondando el vacío y la dependencia.

 
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