Usted está aquí: viernes 29 de abril de 2005 Capital CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

¿A quién obedecía Macedo de la Concha?

Su obsesión por dañar a AMLO

Esto aún no acaba

QUIEN SUPONGA que la pugna entre Los Pinos y Andrés Manuel López Obrador terminó con la caída de Rafael Macedo de la Concha, olvida lo principal, lo más importante: el proyecto de nación, la inmensa diferencia en la idea de país que se tiene de un lado y de otro.

CLARO ESTA que esas diferencias se pueden resolver, siempre, por los cauces que se han dado los ciudadanos a través de sus leyes, aplicadas con justicia, para dirimirlas. El diálogo es uno de esos cauces, y si se logra establecer, será un triunfo para todos, pero principalmente para Andrés Manuel López Obrador.

PERO VAYAMOS recordando. Desde siempre, el jefe de Gobierno acusó al ex procurador de ser un fiscal de consigna, es decir, que recibe órdenes y simplemente las cumple. Si es verdad lo que dijo Fox en su mensaje del miércoles pasado, es necesario encontrar ya a quien tenía a Macedo bajo sus designios, antes de que las cosas se vuelvan a descomponer.

MACEDO ERA el sacrificable, o para decirlo de otra manera, el que menos costo tiene para el equipo panista y el más lucidor en términos de impacto mediático. No obstante, uno se pregunta necesariamente: ¿A quién obedecía el ex procurador?

LOS PANISTAS que unas horas antes del anuncio foxista -que ya todo mundo conocía en su contenido fundamental- aseguraban que la dimisión de Macedo, si bien parece justa por todos los errores cometidos, es también producto de la obsesión, o la de otros, por dañar a López Obrador.

PERO HAY más. Para ellos, los panistas, la salida de Macedo también resulta un punto a favor de los intereses más oscuros de Acción Nacional. Según ellos, la nueva situación favorecerá a Manuel Espino, el presidente nacional del PAN y sus nuevas alianzas en Los Pinos. Sin decirlo, advierten que El Yunque y Marta Sahagún están felices.

SI ESTO fuera cierto, la alocución de Fox será, como es costumbre en el de Guanajuato, otro embuste de consecuencias inimaginables, porque los ataques malsanos, los golpes bajos, se repetirán más tarde que temprano, indudablemente, y la irritación que suscite entre la gente irá más allá de una marcha silenciosa.

SERA MUY difícil cortar los tentáculos al pulpo salinista, pero seguramente será más fácil no volver a escuchar sus "consejos" o dejarse llevar por sus ideas -que esta vez sacaron a la calle, pacíficamente, a más de un millón de personas- y no confiar, otra vez, en las tácticas sucias y en la política tenebrosa.

LAS CUENTAS no se han cerrado de ninguna manera. Santiago Creel es parte de la resaca de la canallada que aún no se ha desactivado, aunque él se canse de autoproclamarse demócrata frente a cualquier micrófono que le ponen enfrente.

CREEL Y su partido, el PAN, fueron hallados culpables de defraudar la democracia al sobrepasar los topes de campaña en el proceso electoral de 2000. Eso es indiscutible, pero se le perdonó, o mejor dicho, se le dejó impune, porque las pruebas presentadas por la Comisión de Fiscalización del Instituto Electoral del Distrito Federal lo hicieron reo de un delito en contra de la democracia; sin embargo, no recibió castigo.

EN SINTESIS, y para no ir muy lejos, se fue Macedo. ¡Qué bueno! Pero el peligro no ha terminado, es más, los principales factores humanos que provocaron la crisis de El Encino, como Johnny Walker, siguen tan campantes.

POR ESO no hay que echar las campanas a vuelo ni pensar que de aquí en adelante el camino para un juego limpio está despejado. Por el contrario, rodó la cabeza del verdugo, pero nada más. El cambio de actitud aún no sufre alteración, aunque se hable de diálogo y de buenas intenciones.

EN EL recuento de los daños, el encono de los 360 diputados, de algunos panistas que con posturas histéricas defendían el desafuero y hasta lo pretendían legal, de los jueces que le entraron al complot y, desde luego, de las verdaderas cabezas de este muy doloroso episodio de la historia, va en aumento y juran venganza contra todos, así que esto aún no acaba. ¡Qué va!

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