Usted está aquí: viernes 29 de abril de 2005 Opinión Un poder disminuido *

Jacobo Zabludovsky

Un poder disminuido *

La rectificación pública hecha por el presidente Vicente Fox, relacionada con el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, obliga a un comentario inaplazable: se pasó en una fracción de segundo del declarado respeto absoluto a la ley a la negociación política prácticamente sin limitaciones.

Siempre pensé, y lo dije en este programa, que el desafuero era el último retén en el camino de López Obrador a Los Pinos, sin juzgar la base jurídica. Dije y lo repetí: que si López Obrador no fuera el favorito para llegar a la Presidencia, sus enemigos no mostrarían, en este caso, el celo por la justicia que en otros muchos no tuvieron.

A mi modo de ver, la consecuencia más lamentable de este cambio de la noche al día es el deterioro de la institución presidencial. Perdió fuerza el Poder Ejecutivo que, de acuerdo con la ley, se deposita en un solo hombre que es el Presidente.

Digo esto con preocupación y respeto, con cuidado y prudencia. El Presidente, como rector de la vida política del país, debe estar por encima de pasiones circunstanciales para que nadie influya y menos le impida tomar las decisiones que beneficien al mayor número de mexicanos.

Pasar de un extremo al otro, darle vuelta a la tortilla sin una explicación indispensable, desconcierta. Estamos ante el cargo más alto que los mexicanos confieren a un conciudadano.

Creo que el daño está hecho. Poco tiempo queda en el sexenio para repararlo. El Presidente ha tenido tiempo de lanzar cohetes, le queda poco para levantar varitas.

Saquemos por lo menos una lección de toda esta historia, y es que los medios masivos, la televisión en primer lugar, no son tan todopoderosos como suponíamos. López Obrador venció todos los escollos, empezando por la televisión, que fue contra él cuando exhibió los videos de Ahumada, que por su gravedad nadie admite que hayan podido ser transmitidos sin el más alto visto bueno.

El día del desafuero, para no detenerme en otros ejemplos, la televisión hizo como que estuvo pero no estuvo en el discurso de López Obrador desde el Zócalo y en el inmediato debate de los diputados que votaron su desafuero. Transmitió, pero no informó. La reacción adversa que tal conducta desató en la opinión pública deber haber sido como una voz de alerta para quienes deciden los contenidos de la televisión y también para quienes no logran el acceso a ella. Hay otros caminos, según se está viendo. Esa es una lección no menor y que habrá de tener consecuencias.

Pero ahora, ¿qué pasará en los próximos meses? Un poquito más de 20 que le quedan a este sexenio. Vienen las campañas políticas y la elección del nuevo Presidente, y la órbita del poder que ya empezó a desplazarse seguirá su inexorable camino sexenal para marcar el cambio político. Es hora de sacudir la casa para dejarla en manos del sucesor.

* Editorial del programa De una a tres

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.