Usted está aquí: lunes 2 de mayo de 2005 Sociedad y Justicia Cooperativa de migrantes abrirá restaurante en NY

Cooperativa de migrantes abrirá restaurante en NY

REUTERS

Nueva York. Es el sueño americano, pero para un grupo de trabajadores inmigrantes cuyos colegas murieron en los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra las torres del World Trade Center, abrir un nuevo restaurante es más que eso.

El espacio honrará a los 73 compañeros de trabajo que murieron cuando Windows on the top of the world, un restaurante que estaba en el último piso del World Trade Center, se convirtió en cenizas.

Pero también será un modelo de justicia en una industria que regularmente explota a los inmigrantes, dijo Fekkak Mamdouh, uno de los más de 30 ex trabajadores de Windows que integran la cooperativa de Colors en Greenwich Village, y que espera abrir en septiembre.

"Esas cenizas no sólo serán el legado a los que perdieron la vida; también mostrarán a otros restaurantes cómo deben funcionar", dijo Mamdouh, quien trabajará con compañeros de 22 países en todos los cargos, desde cocineros y cantineros hasta camareros.

El grupo dice que muchos inmigrantes, quien laboran en las calurosas cocinas y pasillos traseros de restaurantes de todo el país, reciben salarios bajos a cambio de turnos largos con pocos descansos y ninguna oportunidad de pago extra o ascensos.

"En la mayoría de los restaurantes nos tratan mal; nos dan el trabajo sucio y obtenemos menos dinero", dijo Mamdouh, quien emigró de Marruecos hace 17 años. "Trataremos a nuestros empleados con dignidad, trabajando en su propio negocio, con buena paga y beneficios sociales."

La industria de servicios alimentarios de Estados Unidos se apoya fuertemente en los trabajadores inmigrantes, con un millón 600 mil extranjeros en una industria con 7 millones 300 mil empleados, según datos de 2003 de la Oficina de Estadísticas Laborales de este país.

Miles se dirigen a Nueva York, donde 24 mil establecimientos de comidas y bebidas en la ciudad generan 8 mil millones de dólares al año.

Los analistas de la industria de restaurantes dicen que la historia de Colors y la propiedad en manos de empleados probablemente serán atractivos para los clientes, pero en última instancia el éxito depende de una combinación de factores incluyendo la localización, la comida, el servicio y los costos laborales.

A pesar de los altos salarios que pagará Colors, el jefe de la asociación de investigación, Hudson Riehle, dijo que tener empleados-dueños es una decisión acertada.

Rutina dura

Para la mayoría de trabajadores inmigrantes en el ramo de los restaurantes, la realidad es triste. El mexicano Miguel de la Cruz dijo que cambiaba regularmente de trabajos cuando enfrentaba abusos y violaciones salariales.

De la Cruz, que no es parte de Colors, fue despedido varias veces por reclamar horas extras. "Pregunté por mi sueldo un par de veces. Grité y fui despedido", dijo en una reunión reciente sobre las condiciones de trabajo de los inmigrantes de Nueva York.

Otros, como Lansana Canran, un africano de Guinea que asistió al mismo acto patrocinado por un grupo de Nueva York, no tienen tiempo para buscar otros empleos, pues luchan para pagar el alquiler y enviar una parte del dinero a su hogar.

Canran, de 37 años, ganaba 6.50 dólares por hora como lavaplatos, apenas arriba del salario mínimo estatal, hasta que comenzó a limpiar un restaurante a partir de las dos de la mañana cada noche por siete dólares la hora.

"Cincuenta centavos pueden significar cinco dólares más por turno", dijo, y agregó que lo máximo que había ganado en una semana desde que llegó, hace 16 años, eran 300 dólares.

Una minoría pequeña, como el caso de Apolinar Salas, lucha por el cambio. El mexicano de 36 años es uno de los 23 inmigrantes que compartieron recientemente un arreglo de 164 mil dólares por un litigio contra uno de los dos restaurantes más importantes de Manhattan por cargos de discriminación y violaciones salariales.

Charles Hunt, del grupo Restaurant Association de Nueva York, dijo que las violaciones a la ley podían evitarse si se educa a los patrones.

"Necesitamos sacar la mala hierba, que es la gente que comete estas violaciones", dijo. "Necesitamos educar mejor a los patrones sobre cuáles son los leyes."

Salas y sus colegas ganaron eventualmente su caso y lograron mejores condiciones de trabajo después de alistarse en el nuevo grupo de ayuda con base en Nueva York, Restaurant Opportunities Center, el cual patrocinó la reunión mencionada.

El centro está ayudando a Colors a financiarse, para poder abrir en septiembre, cuando los trabajadores asistirán a una escuela de entrenamiento, y recibirán seguro médico; el pago comienza en 13 dólares por hora para los lavaplatos, en turnos de ocho horas con descansos.

Un informe reciente del centro detalló la amplia discriminación, abuso y los bajos salarios que se pagan en la industria. Encontró que los trabajos de la "parte trasera", como los de lavaplatos, eran para los inmigrantes mientras la amplia mayoría de posiciones mejor remuneradas eran para los blancos.

Los restaurantes discriminan al publicar anuncios para "personas con tipo de modelo, atractivos", y los inmigrantes "enfrentan un techo impenetrable" al buscar ascensos, dijo Saru Jayaraman, director ejecutivo de Restaurant Opportunities Center.

"Los patrones dicen abiertamente 'queremos caras bonitas al frente del negocio y trabajadores duros atrás', lo cual significa trabajadores blancos adelante e inmigrantes en la parte posterior", agregó.

 
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