Jueves 5 de mayo de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus
La secretaría de Salud informa

El nuevo Papa y el futuro de la iglesia católica

Ante la muerte de Juan Pablo II, Católicas por el Derecho a Decidir manifestó oportunamente su dolor y se unió al duelo de la comunidad mundial. Recordó, al mismo tiempo, las múltiples contribuciones a los derechos humanos, la paz mundial y la justicia social del pontífice. Juan Pablo II será recordado como uno de los papas más significativos y controversiales de todos los tiempos, pues sus contribuciones externas no coincidieron con un espíritu generoso y democrático dentro de la Iglesia Católica.

La elección del cardenal Joseph Ratzinger nos preocupa profundamente, porque significa la continuidad de la línea más conservadora y la que menor respeto ha profesado a la libertad de conciencia y a los derechos humanos de católicas y católicos. A pesar de lo que se considera lógico, pues Ratzinger fue el ideólogo del papado que termina, nosotras conservábamos una esperanza: que los cardenales del mundo pasaran por encima de las estructuras de poder del Vaticano y fuesen sensibles al sensus fidelium, a las voces y necesidades de la feligresía católica; esperábamos que pondrían en consideración a las millones de personas que sufren y a las miles que mueren debido a estas enseñanzas.

Desafortunadamente esto no sucedió. Hacia el futuro vemos una iglesia dividida: un disenso fuerte al interior y una distancia cada vez mayor entre el magisterio y la vida, los derechos y las necesidades de la feligresía. Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger se encargó de imponer disciplina, suprimir la discusión y silenciar voces disidentes, como las de los teólogos de la liberación. Con esta elección, no vemos una respuesta de la jerarquía a la demanda sentida por la comunidad de creyentes: una Iglesia incluyente, respetuosa de las diferencias, en donde la justicia y la defensa de los derechos humanos sean principios rectores.

Joseph Ratzinger, hoy nombrado Benedicto XVI, fue responsable de varios documentos eclesiales de corte conservador, entre los que destacan:

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La Declaración Dominus Iesus (2000) que afirma, que “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación”, desconociendo el papel de las otras religiones del mundo.

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La Nota Doctrinal sobre Algunas Cuestiones relativas al Compromiso y a la Conducta de los Católicos en la Vida Política (2002) que hace un llamado a los políticos católicos para que no ejerzan su libertad de conciencia y voten en contra de leyes y programas contrarios a la fe y la moral tradicional católica, ignorando que el deber de funcionarios en un Estado laico, como el mexicano, es separar sus creencias religiosas de su labor pública.

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Las Consideraciones acerca de los Proyectos de Reconocimiento Legal de las Uniones entre Personas Homosexuales (2002) que afirma que no se puede hacer una analogía entre las uniones de homosexuales, el matrimonio y la familia porque ésta es contraria a los valores morales fundamentales.

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La Carta sobre la Colaboración del Hombre y la Mujer en la Iglesia y el Mundo (2004) que afirma que el papel fundamental de las mujeres en la sociedad es la maternidad y el cuidado de los otros, reforzando su subordinación al hombre y desconociendo los avances en los derechos de las mujeres y la equidad de género reconocidos a nivel mundial.

A pesar de que la elección de Ratzinger es un fuerte golpe simbólico a las esperanzas de amplísimos sectores de nuestra Iglesia, mantenemos la esperanza. Esperamos que el espíritu de Dios mueva la sensibilidad y la sabiduría del nuevo Papa, para dar respuesta a dos de los desafíos más grandes de la Iglesia: los abusos sexuales por parte del clero y la política eclesiástica sobre el uso del condón para prevenir el VIH/sida. Esperamos también que abra sus estructuras a la participación de las mujeres en los niveles de toma de decisión y reconozca las importantes contribuciones que hemos hecho a la vida de nuestra Iglesia.

Consideramos que si este Papa tiene la voluntad de sanear las fracturas internas de nuestra iglesia debería reunirse de inmediato con religiosas violadas y sobrevivientes de abuso sexual, levantar la prohibición sobre el uso del condón, y llamar a las mujeres a sentarse en la mesa en la que se toman las decisiones. Estos pasos no requieren cambios en las enseñanzas; son consistentes con las normas teológicas y disciplinarias de nuestra Iglesia.