Usted está aquí: domingo 8 de mayo de 2005 Opinión Culpable por popular Carmen Boullosa desde NY

Elena Poniatowska

Culpable por popular Carmen Boullosa desde NY

El artículo de Carmen Boullosa de 930 palabras, en el New York Times, el pasado 19 de abril, "Guilty of Popularity", sobre López Obrador, tuvo mucha respuesta en Estados Unidos. La llamaron de la televisión para hacerle entrevistas, de California, de Texas, de Miami, cosa que le pareció muy bien, "porque yo soy parte de una emigración mexicana. Somos muchos los inmigrantes a Nueva York, muchos que salieron en el éxodo de la pobreza, pero muchos también que enseñamos en las universidades, y ahora una cuarta parte de la ciudad de Nueva York es latinoamericana. Hay gran presencia y vida social mexicana. También del lado estadunidense, la respuesta al artículo que escribí fue cálida, buena, entusiasta. Me la paso explicándole mi país a mi compañero Mike Wallace para que lo entienda. Traduzco lo que somos para él. Doy clases en el City College. Aunque mi curso es de novela latinoamericana contemporánea, lo interrumpí para hablar del desafuero y mis alumnos se dieron cuenta de que América Latina es otra cosa, porque muchos de ellos son hijos de inmigrantes y creen que dejaron tras de ellos un desierto, y ahora saben que provienen de una región fantástica y son parte, aunque estén lejos, de un acontecimiento social de primera línea. Creo que para los mexicanos fue muy importante ver un cambio político que les da una nueva idea de su país.

"Viví con dolor la marcha del silencio porque me hubiera encantado estar allí, sentirla en la piel, ser parte de la masa, pero me la perdí".

No podía dormir en la noche si no escribía

"Me empezó a dar coraje lo del desafuero. Leía los diarios mexicanos, fui a México también, hablé con todo el mundo y me di cuenta que lo de El Encino era una baladronada ilegal, y aunque no soy periodista empecé a escribir un artículo para el New York Times. Sí, ya sabes que mi pasión es escribir, escribo en la cama, con mi pluma fuente. No podía dormir en la noche si no escribía sobre el tema e hice varias versiones para explicarle a un estadunidense culto lo que me parecía inverosímil: desaforar al jefe de Gobierno sólo porque era el favorito a la Presidencia de la República. Cuando sentí que tenía una primera versión le hablé a Julia Preston. Me hizo comentarios pertinentes y me dijo envíalo. Mike Wallace, mi compañero, quien ganó el premio Pulitzer por la historia de Nueva York, me ayudó a ponerlo en inglés. El editor me pidió que dijera cómo me relacionaba con López Obrador. A mí, López Obrador me encanta, aunque no me gustan los segundos pisos. Ahora que vivo en Nueva York utilizo el subway y sé la maravilla que es un transporte público eficaz como el Metro, que además de llevar y traer a la gente nos mezcla a todos, no hay clases sociales. Tú te subes al subway y te sientas al lado del más pobre y del más rico. Eso es muy importante para una sociedad y para una ciudad, porque te da un sentido del otro, de la igualdad. En el DF recorrí en coche los segundos pisos, que no me gustan como proyectos sociales, no me parecen bien en un hombre de izquierda. Hay otra cosa que no me gusta, pero eso no está en López Obrador, sino en el desafuero. Al jefe de Gobierno lo pusieron en una situación en la que todos nos vimos obligados a adorarlo. Ya sé que es un hombre adorable, pero cualquier gobernante necesita un ojo crítico, no uno de adoración. Al desaforarlo lo pusieron en tal posición que sentimos el deber de defenderlo. Por suerte todo ha tenido un final feliz, primero por la respuesta popular, que habla de la extraordinaria sanidad social de México. ¡Qué país somos! Nos llueve mierda encima tres veces al día y salimos adelante. El nuestro es un país sin par. Es un país espiritual, con poder de organización, vitalidad, alegría, esperanza. Y con este sentido de nación, con esta indudable identidad ahora evidenciada. Ahora López Obrador puede ir a la Presidencia de México acompañado por nuestras miradas críticas, porque necesita que lo critiquemos para ampliar su espacio democrático.

"Los videoescándalos me rompieron el corazón, porque es mi gente, y tú sabes muy bien que para mi generación el sueño era primero la democracia y segundo que tuviéramos un gobernante de izquierda. Creo que debió hacer más equipo con Cárdenas. Qué bueno que Cárdenas ha regresado, me da mucha alegría. Se han cometido muchos errores políticos dentro de la izquierda, pero todo es remediable. Ahora podemos pensar que hay posibilidades de construir un México con una sociedad más igualitaria, más justa con toda la riqueza económica, no sólo la moral, mejor distribuida y administrada. Creo que el país da para eso si hay buena administración. Andrés Manuel puede hacerlo, si lo acompaña nuestra mirada crítica. No me importa si los hombres que lo acompañan son ex priístas, con tal de que sean honestos. Tampoco me importa si son viejos. Es un error enorme pensar que el viejo es desechable. El viejo es el que sabe, el que ha vivido, el que ha leído. Mira, los libros se hacen mejores con la edad. Mi última novela, La otra mano de Lepanto, es mejor que todo lo que he escrito hasta ahora".

La otra mano de Lepanto, de 440 páginas, editada por el Fondo de Cultura Económica en el año del cuarto centenario del Quijote es, en efecto, la mejor novela de Carmen Boullosa.

 
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