Usted está aquí: domingo 8 de mayo de 2005 Opinión Elecciones y alternativas

Antonio Gershenson

Elecciones y alternativas

Ahora la procuraduría federal, luego de sus anteriores actuaciones, encontró una muy peculiar manera de lo que se ha llamado des-desafuero: hay delito, pero no penalidad. Eso me recuerda que, en la secundaria, nos decían que ya el derecho romano establecía que no puede haber un delito si no tiene una pena asignada. Pero hasta eso niegan.

Sin embargo, lo sustantivo del asunto es que ya no hay causa para suspenderle sus derechos políticos al jefe de Gobierno del Distrito Federal. Es más, el contexto político se ha estado modificando, en el sentido de que las elecciones de 2006 se parezcan más a una elección y menos a una guerra.

Por eso mismo, uno de los elementos que debe ir pasando a un primer plano es la definición de las alternativas. Es más, tanto el PRI como el PAN ya tienen su alternativa, que es, en lo fundamental, que las cosas se queden como están. La Secretaría de Hacienda seguirá en manos de los tecnócratas, como ha sucedido con el actual gobierno panista y con los últimos priístas, y la dependencia continuará teniendo todos los poderes relacionados con la política económica, la cual, por lo mismo, seguirá igual.

De hecho, entonces, hay que definir la alternativa del cambio, y ésta debe ser discutida con la mayor amplitud. Y aunque esa alternativa se defina en diferentes niveles de detalle, habrá necesariamente una especie de resumen con el cual se pueda medir, además, el nivel de cumplimiento del programa. Por ejemplo, durante la campaña que se inició hace casi un sexenio para la elección del actual jefe de Gobierno destacaron los "40 puntos", que ahora ya han sido cumplidos.

Un ejemplo. Marchó, y se reunió, un montón de gente en el Zócalo y en vías de acceso al mismo. Tenían en común que estaban contra la supresión de los derechos políticos, del desafuero, etcétera. No será fácil que esa gente, y más, tenga un consenso en favor del proyecto alternativo. Tal vez sea más fácil que sigan a un candidato que se fortaleció con los sucesos recientes, pero eso no basta. El sentido de los cambios es lo fundamental, y éstos deben ser, al mismo tiempo, la bandera del candidato.

No se trata de un programa que describa un modelo ideal de país, sino de señalar el camino de solución de los problemas más candentes, con medidas realizables, cuando mucho, en un sexenio. Pero en muchos casos no se va a poder esperar más de un año, y en otros serán necesarios tiempos intermedios entre los de esos dos ejemplos. Es más, algunas medidas tendrán resultados casi inmediatos.

Otros puntos son definiciones de fondo. Por ejemplo, el respeto al, y la no modificación del, artículo 27 constitucional en materia de energéticos. En especial, se trata de la oposición a privatizar el petróleo y el servicio público de energía eléctrica.

Hay, en un plano más general, objetivos medulares en los cuales incidirían varios puntos específicos. Un ejemplo es la reactivación de la economía, urgente después de más de 20 años de estancamiento. Para lograrla, uno de los medios es la realización de obras públicas, que a su vez reactivan la industria de la construcción. Esta, a su vez, genera empleos y amplía el mercado interno, indirectamente por conducto del personal empleado y directamente al comprar cemento, varilla, etcétera. Pero también es importante la inversión pública en el sector energético, cuyo efecto será mucho más duradero, por las mismas vías. Claro, las obras públicas tendrán sentido por sí mismas: las presas, los puentes, las vías ferroviarias y los hospitales, entre otras, tienen objetivos propios y formas específicas de repercutir en la reactivación de la economía, en la generación de empleos y en la ampliación del mercado interno. Y las industrias petrolera, eléctrica y relacionadas también tienen sentido por sí mismas, garantizando energía en sus diversas formas en cantidad suficiente y a precios más accesibles. Además, permitirán que se vuelva a desarrollar en México la petroquímica, suministrando gas natural y los refinados que se requieren como materia prima.

De hecho, en algunos casos ya se ha empezado a dar un buen número de temas para su discusión y su análisis. Ahora este proceso debe continuar y ampliar su ámbito a la participación de cada vez más ciudadanos.

 
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