Usted está aquí: domingo 8 de mayo de 2005 Opinión ¿LA FIESTA EN PAZ?

¿LA FIESTA EN PAZ?

LeonardoPáez

Plática sin desperdicio

SI EL FOBAPROA, la maroma financiera catalogada como el robo del siglo, el mayor atraco jamás cometido contra nación alguna, el fraude más grande a México en toda su existencia y otros calificativos menos académicos, le importó un cacahuate al grueso de nuestra sociedad -incapaz de exigir la comparecencia de Carlos Salinas, primero, y de su "enemigo" Ernesto Zedillo, después-, no obstante sus terribles consecuencias y los colosales costos cargados a la espalda de tres generaciones de mexicanos, ¿a quién puede importarle que una tradición popular de 479 años de existencia viva o deje de existir?

"SUPONGO QUE a nadie", respondió medio intimidado uno de los presentes, a lo que un tercero precisó: "Mira, en la actualidad la fiesta de los toros en México le interesa a un centenar de los llamados taurinos, es decir, gente que destina, con una torpeza sólo proporcional a su descaro, ciertas sumas de dinero para evadir al fisco, o si prefieres, para pagar a Hacienda menos a la hora de declarar impuestos. Dentro de ese centenar hay que incluir a una veintena de ganaderos comerciales, que desde luego no viven de la venta de su basura de cuatro patas, sino del sueño obsesivo de que una figura les toree sus ejemplares y poder con ésta dar una apoteósica vuelta al ruedo, sea la México o la de Penjamillo, pues el nivel de seriedad es el mismo.

"TAMBIEN A MEDIA docena de matadores que pueden vivir de lo que les pagan a cambio de que su dignidad personal, profesional y gremial sea pisoteada por propios y extraños, y a algunos cuantos comerciantes, incluidos locutores y chicos de la prensa. Y párale de contar.

"¿Y EL PUBLICO?", preguntó otro. "Bueno, calcula los asistentes anuales a las ferias, así como a 3 mil asiduos, sobre todo a la idiotez, en la plazota de Insurgentes, sea temporada mediana o chica, pues una verdaderamente grande se mide por la edad y trapío de los toros que se lidian y lo competitivo de los carteles que se anuncian."

"ENTONCES, ¿COMO SOBREVIVE?", insistió. "Porque en nuestro país la tauromaquia ha tenido tanto pasado que aún tiene cierto presente, lo que no impide que carezca de futuro. No es una visión catastrofista del espectáculo, sino realista a partir de dos posturas reiteradas por parte de los taurinos: una, su falta de voluntad para coordinar esfuerzos, no obstante su desfachatez para invertir capital sin el menor rigor de resultados en lo que toca al espectáculo en sí, y dos, la falta de profesionalismo que permea en todos los sectores de la fiesta, lo que se traduce en el aumento de la creciente dependencia taurina con respecto a diestros españoles y la consiguiente disminución de honorarios a los pasmados nacionales que di-cen arriesgar el pellejo."

ANTE ESTA CONFLUENCIA de irresponsabilidades no se pue-de entender que el Presidente de la República haya optado por un sistemático mutismo en torno a una tradición más antigua incluso que las apariciones de la Guadalupana, aunque posea una plaza particular en su rancho, donde periódicamente celebra festejos privados con los diestros del momento.

Tampoco que al jefe de Gobierno del Distrito Federal le hayan echado para atrás cuantas sanciones y medidas reglamentarias im-puso para que no siguiéramos siendo el hazmerreír de los profesionales españoles y sus alegres contratadores.

Lo bueno es que Ponce, en caritativo gesto, impuso al Zotoluco en un cartel de la próxima Feria de San Isidro.

 
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