Usted está aquí: martes 10 de mayo de 2005 Economía La petrolera, en la mira del BM para ser dividida y desaparecida en provecho de trasnacionales

Saxe-Fernández y Delgado presentaron su libro Imperialismo económico en México

La petrolera, en la mira del BM para ser dividida y desaparecida en provecho de trasnacionales

DAVID ZUÑIGA

Ampliar la imagen Gian Carlo Delgado y John Saxe-Fern�ez, en entrevista con La Jornada FOTO Mar�Mel�rez Parada

Petróleos Mexicanos (Pemex) está en la mira del Banco Mundial (BM). La división de la principal empresa mexicana en subsidiarias, la aplicación de impuestos depredadores a la paraestatal, la falta de inversión pública y los contratos de servicios múltiples (CSM) son sólo parte de una estrategia cuyo fin es la desaparición de la paraestatal y la entrega de la riqueza petrolera a compañías trasnacionales.

Esta es una de las principales conclusiones del libro Imperialismo económico en México. Las operaciones del Banco Mundial en nuestro país, de John Saxe-Fernández, investigador de la UNAM y colaborador de La Jornada, y Gian Carlo Delgado, especialista en economía ecológica y gestión ambiental.

En la obra los analistas explican que los CSM, defendidos por el gobierno de Vicente Fox a pesar de su ''flagrante ilegalidad'', permiten a las empresas contratistas quedarse con la utilidad neta de operación de los proyectos; advierten que se planea extender este esquema a las actividades de refinación, petroquímica básica e incluso a la producción de petróleo.

Para el BM y para las compañías petroleras de Estados Unidos, explica el libro, Pemex es ''un serio impedimento estratégico, político, comercial y empresarial''.

El mapa trazado por el Banco Mundial aparece en sus Mexico Strategy Papers y se basa en cinco medidas que son exactamente lo contrario de lo que han hecho compañías petroleras exitosas de otros países: permitir contratos de riesgo para la exploración y desarrollo petrolero; autorizar inversión extranjera mayoritaria en petroquímica; dividir a Pemex en empresas separadas y en competencia; permitir la competencia interna e internacional, y finalmente, privatizar Pemex.

Una ruta alterna para el desmantelamiento consiste en fraccionar más a la paraestatal: cada una de las empresas subsidiarias se dividiría en al menos cuatro empresas independientes de propiedad estatal, cuatro de exploración y producción y cuatro de refinación y mercadeo. Asimismo, el Corporativo Pemex ''dejaría de existir'' y en su lugar se crearía una agencia federal de hidrocarburos similar a la que opera en Estados Unidos, sometida al poder de la industria petrolera de ese país.

En su obra, Saxe-Fernández y Delgado parten de la base de que el BM no es un organismo multilateral, sino una entidad al servicio de Estados Unidos y de otros países desarrollados, cuyo objetivo es mantener el esquema de explotación colonial y apoderarse de los bienes estratégicos de los países emergentes.

En México, señalan, el BM ha cogobernado con sucesivas administraciones y ha estado vinculado con numerosos fracasos para la economía nacional, como la desaparición de industrias, la destrucción de cadenas productivas, la extinción de los astilleros, la quiebra de la industria de fertilizantes, la privatización de los ferrocarriles y la creciente pérdida de control sobre recursos estratégicos como el petróleo, la electricidad, el agua y el patrimonio biológico.

Sobre este último punto, Gian Carlo Delgado explica que durante el gobierno de Vicente Fox se ha permitido a empresas trasnacionales el acceso, gestión y usufructo del patrimonio natural del país, con proyectos como el Plan Puebla-Panamá y la creación de los corredores ecológico y coralino de Mesoamérica. La clave, explica, ha sido la descentralización de la administración de los recursos a los estados y municipios, pues a las corporaciones les resulta más fácil obtener tratos ventajosos con las autoridades locales que con las federales.

Al contratar un préstamo con el BM, explica el libro, México no se obliga a pagar la deuda y los intereses, sino también ''comisiones de compromiso''. Además, los proyectos generalmente benefician a empresas de Estados Unidos y de otras naciones desarrolladas, excluyendo al sector privado nacional, y permiten al BM decidir el destino de recursos públicos.

Este esquema, señalan los autores, ha sido avalado por una élite empresarial mexicana que no aspira a un liderazgo efectivo ni a crear una industria capaz de innovar y competir internacionalmente, sino que sólo busca ''su enriquecimiento personal'' y apoya estrategias desnacionalizantes e ineficientes basadas en deuda e inversión extranjera directa.

 
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