Usted está aquí: martes 10 de mayo de 2005 Estados ¿Día de las Madres?... normal para migrante oaxaqueña en Ensenada

Margarita Guzmán tiene 8 hijos, pero nunca lo ha festejado

¿Día de las Madres?... normal para migrante oaxaqueña en Ensenada

ANTONIO HERAS CORRESPONSAL

Mexicali, BC, 9 de mayo. "No tenemos seguro ni nada. Los mayordomos tratan muy mal a los trabajadores", afirmó Margarita Guzmán, indígena triqui, madre de ocho hijos, a quienes mantiene con su labor de jornalera agrícola en campos de San Vicente, municipio de Ensenada. Es una de los 160 mil migrantes que viven en la región sur de la entidad, según el Consejo Estatal de Población.

Margarita nunca ha festejado el Día de las Madres, y este año no será diferente: saldrá a las 4 de la mañana al campo a pizcar tomate, y regresará 12 horas después para alimentar a sus vástagos. "Este día no, porque no alcanza el dinero", comentó.

La mujer, de unos 40 años de edad, salió de su pueblo natal, San Juan Copala, en Oaxaca, porque ahí no había trabajo para mujeres, "sólo para hombres". En la frontera sí hay empleos, pero mal pagados: "nos pagan a 80 pesos el jornal", comentó.

Viste huipil típico de su etnia triqui, la segunda en número en Baja California después de la mixteca. En entrevista dijo no saber de políticos, que sólo llegan a Ensenada en campaña, y nunca más se vuelven a ver.

Para ella, lo único cierto es que no le alcanza el dinero para sacar adelante a los hijos, para tener una vida mejor. De sus retoños sólo trabajan los dos mayores (un varón de 23 años, y una joven de 20), mientras los demás estudian preparatoria y educación básica.

"No tenemos apoyo de gobierno", dijo Margarita, al tiempo que su rostro se ocultaba tras una manta que trajo a esta capital, adonde llegó para exigir la regularización del terreno que posee en la zona del cañón Buenavista, conocida como El Zorillo.

A Margarita le gustaría recibir becas educativas para sus hijos, un pie de casa para transformar su jacal de madera en vivienda de ladrillo, y que se regularice su terreno.

Piensa regresar a su tierra oaxaqueña algún día. Pero esa decisión ahora depende de sus hijos. "No estoy mejor aquí o allá, de todos modos es México. Aquí hay trabajo, escuela. Allá es un pueblo lindo, pero no hay trabajo".

Recordó que empezó a trabajar a los diez años de edad. Cortaba café, limpiaba milpas, hacía tortillas y lavaba ropa ajena. Pero ahora, en Ensenada, trabaja en las cosechas de tomate y chícharo de sol a sol.

 
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