Usted está aquí: martes 17 de mayo de 2005 Opinión CINE

CINE

Carlos Bonfil

1973, tres historias sobre una generación desencantada

"SALES DE TU casa y no sabes si vas a regresar, si vas a matar o te van a matar." Así se expresa frente a la cámara Rodolfo Escogido Rodríguez, figura central del primer segmento de 1973, el impactante documental, primer largometraje, del joven egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, Antonino Isordia.

RODOLFO REVELA CON detalle sus pasadas actividades como porro estudiantil, su primera vinculación con las fuerzas de choque financiadas por el partido político omnipotente, destinadas a reprimir cualquier brote de rebeldía estudiantil, afincadas en la UNAM y en las escuelas vocacionales del Politécnico.

A ESTE PRIMER episodio, larga confidencia de escepticismo y desencanto, próximo a un relato de Carlos Fuentes en Agua quemada, le sigue una segunda historia, el itinerario de la joven Mafer, María Fernanda Ramos Macín: su relación con las drogas, sus broncas laborales, la caída en el alcoholismo, y el desenlace trágico que sin acabar con su vida, la condenó a sobrellevarla en una silla de ruedas. Una existencia marcada por el abuso repetido, la tentación continua del suicidio y la conciencia amarga de tener todas las oportunidades canceladas de antemano.

COMO EL PROPIO director, y como Rodolfo Escogido, Mafer nace también en 1973, con lo que la reunión de historias se define de modo deliberado como un retrato generacional. Una generación desencantada que no conoció la efervescencia popular de 1968, y sólo los efectos de la crisis económica y el auge de la corrupción política. Rodolfo se integra a las fuerzas de choque cuando éstas comienzan a dar signos evidentes de división y decadencia, en tanto a Mafer le toca vivir, no la revolución sexual y sus euforias liberadoras, sino una etapa muy desoladora de violencia intrafamiliar y de un abuso sexual legitimado por el machismo.

NACIDO TAMBIEN EN 1973, el irreductible Alex, Alejandro Cota figura como protagonista de la tercera historia, sin duda la mejor, la más redonda, la que con mayor fuerza cala en el ánimo de los espectadores. Su retrato se delineaba ya, de modo un tanto lírico, en Descenso, cortometraje de Antonino Isordia, realizado hace cinco años. Lo relatado, el asesinato de la familia del protagonista, perpetrado por él mismo en compañía de otros tres individuos, remonta al momento en que Alejandro declara tener 18 años, aunque ningún dato es confiable en la declaración contradictoria y desenfadada de este criminal mitómano.

EN INTENSA RECONSTRUCCION de los hechos, filmada en el reclusorio donde purga hoy su condena, Alex refiere implacable la indiferencia materna y los abusos sexuales a que lo sometía su hermano, y también su vinculación con otras personas para llevar a cabo el asalto a su propia casa, el ajusticiamiento de sus seres más cercanos -desde los objetos directos del rencor personal hasta otros familiares entrañables cuya mala suerte fue encontrarse en el lugar del crimen.

A LA CRONICA puntual del hecho de nota roja, se añade la confidencia emotiva que una mujer hace al infante que le pregunta por qué murió su tía, por qué sus primos, y por qué sobrevivió Alex. Hay en el relato escenas de realismo muy crudo, el hallazgo de los cadáveres en el interior de un auto abandonado, o el testimonio alucinado de Alejandro con su idea de involucrar a personas inocentes en el crimen, y reivindicar, a lo Genet, una traición que le persigue hasta su propia celda.

EN EL RETRATO de un criminal impenitente, imposible de erigir, sin impudor, en figura romántica, el realizador mantiene la distancia requerida y no cede a la tentación de explicar el caso mediante la sociología instantánea o el expediente sicológico. Presenta la crónica del hecho trágico de modo directo, en la voz del propio protagonista, bajo el escrutinio de primeros planos y acercamientos, y a través de un relato fragmentado, producto del excelente trabajo de edición de Tatiana Huezo y Ana García.

ONCE AÑOS DE preparación y rodaje, un total aproximado de 2 mil 500 cortes, y una recuperación inteligente de las películas caseras filmadas en súper 8, propiedad de una familia, le siguen la pista de Rodolfo, a Mafer y a Alex en diferentes etapas de su vida, con sus ánimos cambiantes y su historial de desencanto compartido. Un protagonista más: la ciudad de México, capturada en aceleración de imágenes nocturnas, o a vuelo de pájaro, como un vasto escenario de hechos delictivos o un croquis judicial, o como lo prefiere el director, a la manera de un gran cuadro impresionista.

ANTONIO ISORDIA SEÑALA un aspecto común en las tres historias: el carácter irreversible de la experiencia vivida. A partir de esta reflexión moral se entienden mejor los propósitos de este documental y su innegable originalidad artística.

1973 SE EXHIBIO en el Panorama de Cine Mexicano presentado este mes por la Cineteca Nacional.

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