Usted está aquí: jueves 19 de mayo de 2005 Opinión Edomex: proceso electoral descompuesto

Editorial

Edomex: proceso electoral descompuesto

La virtual remoción de los siete consejeros del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), incluido su presidente, José Gómez Urbina, decidida y efectuada ayer por la Junta de Coordinación Política del Congreso estatal, termina de descomponer el panorama de un proceso comicial de por sí conflictivo, viciado e incierto.

Ciertamente fueron el propio Gómez Urbina y los consejeros Bernardo García Cisneros e Isael Montoya Arce los responsables principales del desbarajuste, toda vez que ellos mismos se pusieron bajo sospecha al hablar de las cantidades de dinero que estarían dispuestos a aceptar para favorecer a un proveedor de material electoral. Si la charla fue reflejo de acciones corruptas o si se trató de una mera "broma", como argumentaron posteriormente, es algo que deberá deslindarse en los próximos días por las autoridades correspondientes, en primer lugar, el órgano de fiscalización del legislativo mexiquense.

El hecho es que ellos mismos, en forma inusitadamente torpe, destruyeron su propia credibilidad e introdujeron una duda que los imposibilitaba para mantenerse en sus cargos. Arrastraron consigo a los otros cuatro integrantes del Consejo General del IEEM e introdujeron un obstáculo gravísimo para la normal realización de las elecciones estatales previstas para el próximo 3 de julio.

En efecto, cabe preguntarse cómo van a realizarse tales comicios cuando la autoridad electoral está descabezada, y si quienes remplacen a los consejeros removidos podrán lograr, en 40 días, ya no digamos restaurar la autoridad moral del IEEM, sino al menos realizar el trabajo organizativo indispensable para que la votación pueda realizarse en los tiempos y formas requeridos.

Desde otra perspectiva, resulta obligado el escepticismo ante la capacidad de la autoridad electoral mexiquense, así sea renovada, para poner alto a la descarada falta de equidad en que se desarrollan las campañas políticas de los tres candidatos a la gubernatura, con un abanderado priísta que hace derroche de recursos y de apoyos oficiales, y un aspirante panista a cuyo favor se mueven ­con mayor discreción, sí, pero en forma igualmente inocultable­ los programas sociales del gobierno federal.

Es tan abrumadora y evidente la naturaleza antidemocrática de la campaña del Revolucionario Institucional local y de Enrique Peña Nieto, considerado delfín del gobernador Arturo Montiel, que no pocos ciudadanos mexiquenses empiezan a preguntarse si la absurda y exasperante crisis que estalló en el IEEM no fue, en realidad, un operativo, una suerte de cortina de humo para desviar la atención del desaseo ­la desembozada compra de votos, por dar un ejemplo­ con que el partido tricolor realiza proselitismo en la entidad.

Por otra parte, si el desastre de la institución electoral mexiquense se agrega a hechos como la exculpación de Santiago Creel, quien rebasó los topes de campaña en 2000, y la impunidad conseguida por Amigos de Fox, resulta claro que hay en las instituciones nacionales ­federales y estatales­ encargadas de organizar comicios una creciente inoperancia que difícilmente puede considerarse compatible con la normalidad democrática, y que constituye un factor de riesgo y preocupación ante la proximidad de las elecciones federales del año entrante.

 
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