Usted está aquí: jueves 19 de mayo de 2005 Espectáculos Lo último de Rodríguez... y algunos mexicanos verdaderos

Leonardo García Tsao

Lo último de Rodríguez... y algunos mexicanos verdaderos

Cannes, 18 de mayo. Por alguna razón inexplicable, el director Tex-Mex Robert Rodríguez ha gozado de la promoción de los festivales de prestigio. Desde El mariachi, estrenada en la Berlinale en 1992, sus posteriores churros, como Pistolero, Del crepúsculo al amanecer y hasta Spy kids, han sido mostrados en tales celebraciones como si realmente se tratara de un auteur. Pero nunca había aspirado a un premio de la talla de la Palma de Oro, como ocurre ahora con la exhibición en Cannes de Sin city (Ciudad del pecado).

Según se ha publicitado en la mayoría de los folletos de promoción que pasan por revistas de cine, se trata de una estrecha colaboración entre Rodríguez y el dibujante Frank Miller, quien lleva crédito de codirector y es conocido por sus novelas gráficas (el término pretencioso para denominar a las historietas para adultos). Así, Sin city debe ser el cómic llevado con mayor fidelidad a la pantalla: casi toda la escenografía es una creación digital y, salvo algunos brochazos de color (rojo, sobre todo), la película es en blanco y negro. Uno se pregunta por qué no se decidieron por hacer un proyecto total de animación, ya que hasta los actores -en especial Mickey Rourke, maquillado como una versión deforme de Kirk Douglas- parecen caricaturas.

Todo ese trabajo de extrema estilización se ha puesto al servicio de varios relatos sobre héroes duros -Bruce Willis, Clive Owen, el propio Rourke- enfrentados a variadas formas de villanía exagerada, en un mundo artificial de horror noir. En esencia, un espectáculo para el disfrute exclusivo de adolescentes con problemas hormonales. Nomás hay que ver cómo todas las figuras femeninas han sido caracterizadas como dominatrices buenotas, que portan grandes armas de fuego. (Para reforzar ese aspecto pubescente, una secuencia ha sido dirigida por el "invitado especial" Quentin Tarantino). Tal vez la sensibilidad camp del seleccionador Thierry Frémaux se ha extralimitado en esta ocasión.

Todavía faltan por ver las nuevas obras de Hou Hsiao-Shien y Wim Wenders. No cabe esperar demasiado del cineasta alemán, quien lleva 15 años sin poder salir de un estancamiento expresivo.

La proyección de Los olvidados, de Luis Buñuel, dentro de la sección Cannes Classics significó la mejor opción el día de ayer para ver una incontestable obra maestra. Una copia prístina aportada por Televisa permitió apreciar en condiciones ideales el matizado trabajo de Gabriel Figueroa. (Se reportan planes para reestrenar la película en México. Uno espera que si así ocurre, alguien tome la providencia de asegurar que los proyectores posean las lámparas y mascarillas adecuadas.)

En cuanto a otras presencias mexicanas, hoy compite el corto El violín dentro del concurso Cinéfondation, dedicado a egresados de escuela de cine. Producida por el Centro de Capacitación Cinematográfica, la tesis de Francisco Vargas es un bien filmado relato sobre campesinos hostigados por el ejército. Un premio no sería remoto ya que el tema es irresistible para la mentalidad europea.

Y hace unos días Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro convocaron a la prensa para anunciar la coproducción hispano-mexicana El laberinto del fauno, a ser dirigida por el segundo este verano. Se trata de una historia fantástica situada en la España posterior a la guerra civil.

Tras días de lluvia y viento frío hoy ha vuelto a brillar el sol en Cannes. Que eso haya coincidido con la partida del cineasta Arturo Ripstein, mejor conocido como el Señor de la Lluvia, ya se ha vuelto un fenómeno científico, digno de ser analizado por los mejores meteorólogos del mundo.

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