Usted está aquí: jueves 19 de mayo de 2005 Opinión De dar pena

Octavio Rodríguez Araujo

De dar pena

¿Francamente? Sí, sí me da pena, aunque sea ajena.

Hace muchos años, en 1974, les hacía bromas a mis amigos argentinos por tener a una mujer que apenas terminó primaria, y bailarina, como presidenta de su país. A ellos les daba pena, pero argumentaban que no fue culpa de los argentinos en general, sino de Domingo Perón que se hizo acompañar de su mujer, María Estela Martínez Cartas, alias Isabelita, como candidata a la vicepresidencia y que ellos votaron por él y, ni modo, también por ella. El supuesto fue que Perón no se enfermaría de gravedad y que terminaría su periodo de gobierno, pero esto no ocurrió e Isabelita, con su gurú de cabecera (José López Rega), des-gobernó por un poco más de año y medio, y finalmente fue derrocada por los militares. La situación era muy grave con Isabelita, pero empeoró con los militares. Argentina conoció el desastre seguido por la tragedia.

Ahora las cosas han cambiado. Son mis amigos argentinos los que me hacen bromas por el gobierno que tenemos. Ellos saben, porque son gente enterada, que en México no existe la figura constitucional de la vicepresidencia, pero creen que en los hechos ésta sí existe. Lo que no saben, o por lo menos tienen duda, es quién sería el presidente y quién el vicepresidente, así en general, porque algunos me han dicho que se debería usar el femenino en uno de los dos cargos. Yo no lo sé muy bien, por lo que les dejo a los lectores esa tarea de adivinos.

Las más recientes declaraciones (nótese que no dije "las últimas") del señor Vicente Fox, que los mexicanos asumimos como el Presidente, nos provocaron una sensación de repulsión. Nunca, antes de ahora, un jefe de Estado y de gobierno había hecho una declaración racista, por más que él mismo y sus voceros la hayan querido disminuir con poderosos disolventes. Nunca, antes de ahora, aunque no se trata de una declaración tan reciente, un jefe de Estado y de gobierno mexicano había dicho, aunque fuera desde antes una realidad, que se trataba de empresarios gobernando para empresarios. Esto molesta, como también que otro ex empresario, pero de Jalisco, se haga publicidad en la lucha contra los incendios forestales como si de él, y no de su oficina, dependiera que los incendios en el campo disminuyan o dejen de existir. Si esto no es usar recursos públicos para su promoción personal (pues quiere ser candidato presidencial), entonces no entiendo qué son los recursos públicos.

Pero las razones por las que sufro de pena, con riesgo de que se convierta en crónica y luego no me la pueda quitar siquiera un chamán, no terminan con el señor Fox y con el señor Cárdenas Jiménez, el de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Van más allá: a la señora Marta Sahagún y sus hijos.

En una nota de Daniel Pensamiento (Reforma, 14/05/05) leí sobre lo que ha gastado la esposa del señor Fox en viajes. Las cantidades son grandes, y aunque ahora ya no viajo, en años pasados fui un viajero casi incansable, y algo aprendí. Contra lo que pudiera pensarse, no es fácil gastar 18 mil 500 dólares diarios en hoteles y comidas en la ciudad de Nueva York. En Internet se puede consultar la lista de los very expensive hotels (los más caros) en esa ciudad y ni la suite más lujosa tiene ese precio. La revista Forbes no ubica ninguno de los hoteles más caros del mundo en Nueva York. Estos están en Las Vegas, Miami, Seychelles, Fidji, Nueva Zelanda y otros lugares exóticos, y sus precios pueden llegar a 5 mil dólares por noche y por pareja, pero en general están entre mil 500 y dos mil 500 dólares por pareja y por noche (debo suponer que por persona son más baratos y, en este caso, estoy refiriéndome a viajes personales de la señora, es decir, sin pareja). Sin embargo la señora Marta Sahagún pudo gastar 18 mil 500 dólares (alrededor de 210 mil pesos) diarios en Nueva York, del 22 al 24 de octubre de 2004, y más de esta cantidad en Amsterdam del 1º al 3 de marzo de 2002. Lo que se sabe es que esos gastos no han salido del sueldo de su marido, sino del erario sin que ella sea funcionaria del gobierno.

¿Los gastos incluyen el hospedaje de su séquito? Daría igual, sigue siendo muy caro, y si la comitiva de la señora es muy numerosa, mal para un país pobre como México y vergonzoso para quienes sean testigos de esos excesos más propios de los tiempos de Echeverría y sus aviones cargados de "intelectuales" con los que acostumbraba viajar.

Los hijos de la señora tampoco son parte del gobierno ni están comprendidos en los gastos presupuestados para Presidencia. Yo no sé si el Lear Jet modelo 25-D sea o no sea del señor Manuel Bribiesca Sahagún, y si el señor Enrique Gómez Orozco, director del periódico a.m. de León, comprobó realmente la propiedad del avión, pero sí sé que usado -pues el modelo no es nuevo- costaría entre 10 y 13 millones de pesos, y rentado alrededor de 25-28 mil pesos por hora, es decir, un poco más de lo que gana un trabajador de salario mínimo en casi dos años (me refiero al precio por hora de alquiler de un Lear Jet, no a su precio de compra).

Sí, da pena. A otros quizá les indigne. Bueno, a mí también.

 
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