Usted está aquí: viernes 27 de mayo de 2005 Opinión Educación sexual en el siglo XXI

Gabriela Rodríguez

Educación sexual en el siglo XXI

En medio de las disputas electorales entre los partidos y los poderes federales, a nadie parece importarle la importantísima reforma integral que la Secretaría de Educación Pública está impulsando en el plan de estudios de la secundaria. Se trata de cambiar el currículum de un nivel educativo que lo requiere desde hace muchos años, y que tendría que responder a las necesidades de las nuevas generaciones.

Como parte de esa reforma se incluye una revisión de la relativamente nueva materia de formación cívica y ética, en la cual la administración anterior introdujo por primera vez la cultura de los derechos humanos en los tres grados de la formación escolar secundaria, y dentro de la cual integró la educación sexual. Si bien desde 1948 se han venido institucionalizando los derechos humanos en las Naciones Unidas, y desde entonces México ha firmado un conjunto de instrumentos que lo comprometen a garantizarlos, es un hecho que la cultura de los derechos sexuales y reproductivos, en particular entre adolescentes, ha sido tema de preocupación muy reciente. En el lenguaje internacional esta cultura arrancó con el Plan de acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo realizada en El Cairo en 1994 y, el siguiente año, en el que México se comprometió a impulsar la equidad de género y los "derechos sexuales" en la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Pekín en 1995; ambas conferencias han sido ratificadas por consenso, a 10 años de haber sido signadas. Hay que considerar también que la Convención de los Derechos del Niño de 1989 extiende todos los derechos humanos a los menores y considera su exclusión como un acto de discriminación por edad. En México fue apenas en 2001 cuando se garantizó en la Constitución la no discriminación por edad en el artículo primero, que permite basar la exigibilidad de todos los derechos humanos para los menores de edad.

El plan de estudios de la materia de formación cívica y ética se colocó en la vanguardia mundial al incorporar los derechos sexuales como parte de la formación de niños y niñas en los procesos de ciudadanía, así como en el conocimiento y ejercicio de los derechos humanos, situación que es importante preservar e impulsar con la actual reforma curricular. Se incluyeron, entre otros, los temas de: valores cívicos de libertad, igualdad, equidad, justicia, respeto, tolerancia, solidaridad y responsabilidad; la toma de decisiones y compromiso, las garantías individuales y los derechos sociales, la responsabilidad y toma de decisiones individuales. Más relacionados con los derechos sexuales se incluyó la sexualidad y la equidad de género, las implicaciones de la sexualidad en las relaciones humanas, el papel de los medios de comunicación; el concepto de violencia y factores que la propician, relaciones familiares y diferentes posibilidades de estructura familiar, amistad, compañerismo y autoestima. La maternidad y la paternidad precoces, así como sus efectos personales y sociales. Las relaciones sentimentales y de pareja en la adolescencia; amor, atracción sexual, afinidad y respeto; riesgos: agresión, falta de reflexión en el comportamiento sexual, embarazos prematuros e infecciones de transmisión sexual. La maternidad y la paternidad precoces y sus efectos personales y sociales.

El cambio curricular de la secundaria tendría que haberse acompañado de un programa de capacitación, tanto de los maestros en ejercicio como de los estudiantes de las escuelas normales, pero aunque hay acciones puntuales, no ha habido la suficiente voluntad política. Se trata de un esfuerzo colosal para transformar a más de un millón de profesores, que mientras están luchando por mejorar sus derechos laborales y condiciones salariales, exigen el derecho a la actualización y capacitación, y a participar en la reforma curricular.

Organos ciudadanos reconocidos formalmente como interlocutores especializados, como es el caso del Consejo Consultivo Ciudadano para la Política de Población, del Conapo, y el Consejo Nacional de Prevención, del Conasida, estamos esperando que se nos den a conocer las reformas curriculares específicas antes de que se vayan a realizar las pruebas piloto. Hasta ahora sabemos que se pretende reducir a dos años la materia de formación cívica y ética, y que se está proponiendo la inclusión de una nueva asignatura de ciencia y tecnología. Es necesario que se tomen en cuenta los beneficios alcanzados en 30 años de educación sexual, y que también se avance para responder a las necesidades educativas de la generación del siglo XXI. Caracterizada por "la falta de sentido", el pragmatismo, la secularización, el valor al placer y el desencanto institucional, es claro que la generación actual además de exigir una educación sexual más ligada a su vida cotidiana, no va a admitir ni un paso atrás en el ejercicio de sus derechos humanos.

 
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