Usted está aquí: sábado 28 de mayo de 2005 Espectáculos Vedette sin leyenda negra pierde esencia, asegura Miguel Barnet

Está en México el autor de La canción de Rachel, obra que protagoniza Niurka

Vedette sin leyenda negra pierde esencia, asegura Miguel Barnet

"La frivolidad bien asimilada, categoría de la inteligencia, vacuna contra los maleficios cotidianos"

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen La versi�e La canci�e Rachel que m�me ha gustado es la que protagoniza Niurka, afirma el cubano FOTOS Jos�arlo Gonz�z Francisco Olvera

¿Qué es una vedette? Una artista, una fantasía colectiva, un objeto sexual, quintaesencia del glamour, marioneta de los hombres, un momento de alegría, una leyenda negra y también rosa, rehén de su belleza, una vida deshilachada, un mito contemporáneo.

Todo eso es una vedette. Lo dice en entrevista alguien que sabe largo rato del tema, el escritor cubano Miguel Barnet, autor de La canción de Rachel, novela que cuenta la historia de una mujer que es de algún modo la historia de todas las vedettes que habitan el imaginario popular latinoamericano. A partir del libro se han montado obras de teatro y filmado una película, La bella del Alhambra.

Barnet está en México. Vino a ver el espectáculo que su paisana Niurka Marcos presenta en el teatro Fru Fru, basado precisamente en La canción de Rachel.

-Rachel sigue dando de qué hablar.

-Rachel es Ninón Sevilla, María Antonieta Pons, Irma Serrano, Rosita Fornés, Tongolele, Edith González, Niurka. Las grandes vedettes que han trabajado en el cine, en el teatro, a veces haciendo concesiones, a veces en teatros de cuarta categoría y otras veces en teatros de primera.

Extraña asociación

Para quienes sólo conocen de Niurka sus escándalos mediáticos con tufo autopublicitario, puede resultar extraña la asociación con el autor, que entre su bibliografía cuenta con otra obra notable que le ha valido reconocimiento mundial, Biografía de un cimarrón.

-¿Niurka tiene algo de Rachel?

-Mucho. En primer lugar la versatilidad, la capacidad de actuar con un guión dramático y uno frívolo, pero siempre con calidad artística. En el imaginario popular la vedette es un símbolo erótico, es Eros, no Thanatos. Y Niurka es Eros de pies a cabeza.

"Me dicen que su estilo es fuerte, escandaloso. No sé, la que yo conozco es una muchacha con un talento extraordinario, tenaz, con mucho espíritu, que defiende sus valores de vida, comprensiva; baila impecablemente, canta, es melódica, tiene una musicalidad absoluta, no desafina. Es muy completa. Si ha hecho escándalo quizá le tocó la mala suerte de que la manipularan".

-¿Hasta en eso cumple con el mito de la vedette?

-La vedette que no tenga una leyenda negra no es vedette. Puede tener una leyenda rosa. Al final todas las vedettes tienen una leyenda rosa, pero si no hay una leyenda negra subyacente, esa vedette pierde carácter, esencia.

Barnet se muestra complacido con la versión que hace Niurka de La canción de Rachel: "hay aspectos políticos que no aparecen en la puesta en escena, pero no tengo inconveniente porque todo se hizo en función del gran espectáculo y porque se hace un homenaje al teatro de revista cubano, al mexicano, al latinoamericano".

La obra se ha representado en países como Argentina y Cuba. "La que más me ha gustado es ésta, la de Niurka y Bobby. Es la de mayor calidad interpretativa", asegura el autor.

Rachel existió. Su verdadero nombre era Amalia Sorg, hija de húngaros: la madre, mujer de la vida fácil; el padre, su padrote.

"De todas las vedettes del Teatro Alhambra era la más sensual, la más sicalíptica. La conocí de 88 años, en 1969. Se ponía unos tacones muy altos, pelucas, maquillaje exagerado. Me enamoré de ella, un amor platónico, y ella de mí, no tan platónicamente", agregó.

Necesitamos ver mujeres bellas

Barnet le hizo varias entrevistas que en La canción de Rachel intercaló con otros puntos de vista en una estructura no cronológica que él llama "contrapuntística".

-¿En la actualidad es vigente y posible una vedette como Rachel?

-¿Por qué no? Todos los días hablamos de guerras, de que falta el agua, de terremotos, de ciclones, de la corrupción en la política, de destrucción y muerte en Irak, de la rapiña de los hegemónicos. Necesitamos entretenernos, ver mujeres bellas en un escenario, hombres guapos, bellos trajes, necesitamos color, soñar con la belleza, divertirnos, darle un poco de alegría al alma y al cuerpo.

-¿No es evasión?

-No, es compensación. Yo soy un hombre político, consciente de donde vivo, totalmente a favor del proceso revolucionario de mi país, pero también quiero tener momentos de felicidad, de alegría banal. ¿Por qué no? La frivolidad bien asimilada es una categoría de la inteligencia y es necesaria como vacuna contra los maleficios cotidianos.

-¿La vida de una vedette es inevitablemente triste, si no es que trágica?

-Tiene de todo, pero al final muchas son vidas deshilachadas porque viven en función del espectáculo, dependientes del público y a veces son marionetas de los hombres, de los políticos.

-¿Y rehenes de su belleza?

-No conozco una sola que se resigne a perder su belleza. Las conozco mucho, soy amigo de todas. Cuando son viejas están supermaquilladas, superestiradas, sobreactuadas, como buscando goteras en el techo.

-Qué dura vida ¿no?

-Dura, histriónica y siempre frisando con el peligro. Hasta para preguntar dónde esta el baño lo dicen como si le hablaran a la televisión. Son maravillosas. Por eso las amo, por eso las recreé en La canción de Rachel. Dicen que para escribirla me metí en el alma y en el cuerpo de una mujer. Así fue. Puedo decir como Flaubert: 'Madame Bobary se mua'. Yo digo: 'Rachel se mua'. Soy yo".

 
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