De la Sierra de Guadalupe y de cómo rescatar sus tesoros

Daniel Granados Marmolejo

Juan Carlos Campos Martínez

Grupo Ambientalista Sierra de Guadalupe, AC

Correo electrónico: [email protected]

Sitio web: www.sierraguadalupe.org

Tel/Fax: 57.87.27.05

La Iglesia también dictará otro mandamiento que se le había olvidado a Dios:
“Amarás a la naturaleza de la que formas parte”.
Eduardo Galeano. Patas arriba.

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La Sierra de Guadalupe es una región poco reconocida por la mayoría de quienes allí viven y lo es más para los habitantes de la zona metropolitana de la Ciudad de México. A este conjunto montañoso se le llama “los cerros” cuando no es que se habla de él como “un problema” que impide hacer menos tiempo de recorrido entre ciertas áreas del estado de México ubicadas al norte del Distrito Federal.

La inmensa mayoría de quienes viven en esta área virtualmente desconoce esta sierra y la importancia que tiene como captadora de agua, como espacio único que alberga una importante diversidad biológica al norte del Distrito Federal y como filtro natural que retiene muchos de los contaminantes que generan los numerosos vehículos e industrias de esta parte norte.

Es un rompecabezas que, a través de este texto, pretendemos dar a conocer a los lectores de La Jornada Ecológica. Para ello, los invitamos a viajar con la imaginación por la carretera México-Pachuca y a través de la vialidad José López Portillo, donde las edificaciones se han atrevido a desafiar la gravedad.

Los problemas que arrastra esta zona han provocado que diferentes actores se preocupen cada vez más por evitar su crisis total y definitiva. Hoy, el paisaje es muy diferente al que en forma magistral captó hace más de cien años en sus cuadros el insuperable pintor José María Velasco. De aquella imagen rodeada por los lagos de Texcoco, de agua salada, y de Xaltocan, de agua dulce, apenas queda el recuerdo en fotos y pinturas; con el agravante de que su futuro puede ser el de un polvorín, debido a los “proyectos de urbanización” en marcha y que darían al traste con la sierra.

La Sierra de Guadalupe abarca cuatro municipios del estado de México: Coacalco de Berriozábal, Ecatepec de Morelos, Tlalnepantla de Báez, Tultitlán y la delegación Gustavo A. Madero del Distrito Federal. Su superficie es de 6 mil 503 hectáreas, de las cuales la inmensa mayoría (el 82 por ciento) se localiza en el estado de México y el porcentaje restante en el Distrito Federal.

Su nombre se debe a las distintas apariciones del mito guadalupano que le dieron nombre a este conjunto de alrededor de 10 elevaciones, cuyo pico más alto es El Picacho, que alcanza poco más de tres mil metros sobre el nivel del mar y que es la más alta elevación al norte del Distrito Federal.

La sierra tiene forma de arco, peineta o herradura, como se le quiera poner, y su administración y preservación está también dividida. Por una parte, está la Coordinación Regional de Tultitlán (estado de México) y, por otra, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural del DF (Corena).

I. DATOS GENERALES

Clima

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En general, el clima de la sierra es templado subhúmedo con lluvias durante el verano. Su precipitación oscila entre los 700 y 800 mm, y su temperatura entre los 12 y 16 ºC. En la parte oriente, el clima es mucho más seco, y en el poniente y centro tiende a ser más húmedo, de acuerdo a su vegetación.

Flora

En las partes altas, y sobre todo hacia el norte, abarcando los municipios de Tultitlán y Coacalco de Berriozábal, hay formaciones de encinos, mientras que en las planicies predomina el matorral. Hacia el oriente, en los municipio de Ecatepec de Morelos y Tlalnepantla de Báez, sobresalen los pastizales y cactáceas, mientras que en la parte que corresponde al DF las formaciones son generalmente mixtas.

Las especies introducidas son el pino, el cedro, la casuarina y el eucalipto. Una de las especies nativas que está rápidamente desapareciendo es el palo dulce que se encuentra en la zona centro de la sierra y cuyo rescate es de vital importancia. Esta especie disminuye cada vez más debido al crecimiento urbano que se registra en la zona y porque sirve como alimento para el ganado.

Se calcula que en la Sierra de Guadalupe, cerca del 10 por ciento de su superficie se conforma con bosque de encino, 29 con pastizal secundario, el 24 xerófito, 17 es bosque cultivado, 10 nopalera, 1 por ciento es matorral de encino, y alrededor del 9 por ciento se destina a agricultura o es zona erosionada.

Los primeros intentos oficiales de preservar la sierra se caracterizaron por introducir especies de “fácil crecimiento”. Tal fue el caso del eucalipto, árbol que esperemos ya no se siembre nunca más por los motivos que más adelante detallamos. El haber plantado eucaliptos en la sierra tendrá repercusiones desfavorables en el mediano plazo.

Fauna

Está integrada por cerca de 150 especies de las cuales sobresalen los anfibios: sapo y ranita; reptiles: lagartija, las serpientes cincuate y cascabel; entre las aves sobresale el cernícalo americano, el correcaminos, los carpinteros, gorriones y golondrinas. Entre los mamíferos destacan el tlacuache, el coyote, el zorro, el zorrillo, la comadreja, y el gato montés.

La venta ilegal de fauna procedente de la sierra es una realidad que detectamos los integrantes del Grupo Ambientalista Sierra de Guadalupe, AC, durante el mes de noviembre de 2004. En un negocio veterinario del municipio de Coacalco de Berriozábal se vendían ejemplares de tlacuache, reptiles y aves diversas.

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Recientemente, la Secretaría de Ecología del Gobierno del Estado de México introdujo especies como el venado cola blanca, el tapir, cuyo primer cría ya se ha registrado, y dos bisontes que servirán muy positivamente en la educación ambiental de quienes visitan la sierra.

Historia

La más antigua evidencia humana en la sierra corresponde al petroglifo de Cabeza Blanca, en Tulpetlac, que representaba un mamut. Su antigüedad se calcula en 20 mil años. Durante el Preclásico (mil 300 años antes de nuestra era), florecieron sitios como Zacatenco y El Arbolillo con una cultura que practicaba la agricultura y la alfarería.

Los primeros asentamientos datan de hace 7 mil años. Existen antecedentes que demuestran cómo entonces comenzó a desarrollarse la agricultura. El lago de Xaltocan era aprovechado para la pesca y la irrigación y las montañas servían como resguardo en la temporada de lluvias.

En un principio, eran pueblos dispersos que paulatinamente se convirtieron en sociedades estratificadas, tributarios, caracterizados por batallas por la tierra y por cambios constantes de tlatoani. Posteriormente, los habitantes de la zona estuvieron gobernados por caciques.

A la montaña más alta se le conocía como Cuautepec, actualmente Picacho, en donde, según nos dice Sahagún en su Historia General de las Cosas de Nueva España, “A los niños o niñas que allí mataban, poníanlos el nombre del mismo monte, que es Quauhtépetl…”

Actualmente, la sierra tiene un legado prehispánico relevante y algunos de los sitios que pueden visitarse son:

En Tlalnepantla de Báez se encuentra la pirámide de Acatitla, que significa “lugar de los carrizales” por la abundancia de esas plantas en las orillas del lago. Cercana a ésta se encuentra la de Tenayuca, destruida totalmente por los españoles y la cual fue reemplazada por una iglesia, en donde hay una recreación de dicha pirámide.

En Tultitlán, sobresale la arquitectura religiosa; los templos más destacados son los de San Lorenzo, San Antonio de Padua y la capilla de la Santa Cruz, ubicados en la cabecera municipal. Existe además una infinidad de capillas ubicadas en la Concepción, Belem, Los Reyes o Santiaguito.

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En Ecatepec de Morelos, en el cerro Ehécatl, existía una cueva denominada Los Tecolines, que contenía un mural que fue destruido. En él se plasmaba la figura de una pirámide con la imagen de Ehécatl y el albarradón que dividía las aguas del lago.

Existe, asimismo, una historia forestal pendiente de rescatar por los especialistas; sabemos que en los alrededores de Tultitlán existía un gran aserradero a finales del siglo XIX, y que se sobreexplotó forestalmente esta zona caracterizada por la presencia de encinos y no sólo por cactáceas, como se le suele identificar ahora.

Desde la década de los cincuenta del siglo pasado, cuando la desecación de los lagos de Xaltocan y Texcoco fue drástica, estuvo acompañada de un crecimiento urbano acelerado de toda la parte norte del Valle de México. En una primera etapa, la zona metropolitana de la ciudad de México (ZMCM) comenzó a perfilarse geoespacialmente. Pero es hasta la década de los ochenta que registra el mayor impacto y con ello se hace más relevante la crisis en la sierra. La introducción masiva de servicios (en especial pavimentación, agua y electricidad) iniciada en 1994 ha propiciado que los asentamientos antes ilegales se conviertan en regulares. A la vez, la zona, ocupada en su mayoría por gente pobre, se convierte en área de disputa partidista con miras a sumar votos en tiempo de elecciones.

Esta última etapa se vio acompañada también por la proliferación de fraccionamientos de “casas de interés social” que le dieron un rostro de clase media a la sierra. Tampoco faltan los grupos solicitantes de vivienda a través del Movimiento Urbano Popular, los cuales obtuvieron créditos oficiales para construirlas.

Es importante señalar que los esfuerzos por preservar la Sierra de Guadalupe datan de hace casi cien años. En efecto, el 31 de mayo de 1923 se le considera por las autoridades como “zona de protección forestal”. Casi medio siglo después, el 10 de agosto de 1976, es convertida por decreto en “parque estatal”, con 6 mil 322.50 hectáreas. Dos años más tarde, en noviembre de 1978, se suman a esta superficie otras mil hectáreas. Pero hace seis años se reconoce oficialmente que el parque cuenta con 5 mil 306 hectáreas; dos mil menos que las señaladas en 1978.

Festividades

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La presencia de población migrante de varios estados, en especial de Oaxaca, Michoacán, Veracruz, hacen que en Sierra Guadalupe y áreas circunvecinas existan expresiones culturales muy originales, arraigadas a través del tiempo y que los migrantes conservan y expresan durante el año. Al respecto, destacan las siguientes celebraciones:

Las que se realizan en la Semana Santa en los parajes La Presa, del municipio de Coacalco de Berriozábal; la Esperanza y Buenos Aires, en Ecatepec de Morelos, y San Marcos, en Tultitlán.

La fiesta de la Santa Cruz, el 3 de mayo, en el Parque Ehécatl; el último día de domingo de mayo, se celebra la fiesta de María Auxiliadora en el paraje Xolo, del municipio de Coacalco de Berriozábal. Y, finalmente, el 12 de diciembre se rinde homenaje a la Virgen de Guadalupe, de la que existen varias imágenes en varios sitios del parque.

Infraestructura del parque

Con recursos provenientes de un convenio de apoyo establecido el 14 de junio de 1992 con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para el proyecto: Conservación Ecológica de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, se pudo dotar de cierta infraestructura, así como generar un plan de manejo de la sierra. Gracias a este convenio se pretende restaurar ecológicamente la Sierra de Guadalupe y la reforestación agrícola en 24 municipios del estado de México. Entre lo logrado destaca:

En el estado de México se cuenta con 14 casetas de vigilancia atendidas “día y noche” por 28 personas.

Tres torres de vigilancia, ubicadas en pico Tres Padres, en el cerro Cola de Caballo y Tlalayotes, que son utilizadas para la detección de incendios forestales.

Poco más de 40 kilómetros de circuito vial, el cual se destina para ejercer el control confiable de acceso, facilitar la vigilancia de las zonas de alto riesgo de incendios. Igualmente se emplea para practicar el ciclismo y celebrar competencias de atletismo. Cuenta con seis arcos de acceso y de varias “palapas” para facilitar las reuniones de las familias que visitan el parque.

Tiene nueve kilómetros de muro y otros 15 de malla ciclónica.

Un centro de educación ambiental, localizado en la parte de Tultitlán, así como un centro “interactivo” en el parque Ehécatl, administrado por el municipio de Ecatepec de Morelos, conformado por una sala de proyecciones, y oficinas administrativas. Se había planeado construir un aviario y un jardín botánico pero jamás se concluyeron. Se dice que no se concretó este proyecto por “falta de recursos, permisos correspondientes o corrupción de administraciones pasadas”.

En el DF se cuenta con una torre de observación; no existen kilómetros pavimentados, la mayoría es empedrado, tiene un arco de acceso, un centro de educación ambiental, que está “en espera de ser empleado” debido a que la delegación Gustavo A. Madero no ha asumido su administración. Toda el área natural protegida (ANP) está rodeada por un muro de contención.

Importancia paisajista

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Los sitios que pueden visitarse por su importancia paisajista y de recursos naturales así como sus parajes son: La Virgen, La Cabaña, las Venitas, Cuamilpa, Ehécatl, María Auxiliadora, Viguineros, San Andrés de la Cañada, y La Presa.

II. PROBLEMÁTICA

El amor a la Naturaleza no da trabajo a las fábricas.
Se decidió abolir el amor a la Naturaleza, entre las clases bajas
cuando menos, pero no la inclinación a consumir transporte.
Aldous Huxley. Un mundo feliz.

Tres son los principales problemas que enfrenta esta zona y que en su conjunto la exponen a ser en un espacio más que puede pasar a la historia como lo que fue un área natural:

1)    Los incendios. Anualmente destruyen 100 hectáreas, aunque en la presente temporada los incendios casi se han triplicado. Los daños por el fuego se deben, según los encargados de la Corena, a “la falta de coordinación con los municipios del estado de México, ya que la gran mayoría de los incendios se inician en el estado”. Se trata en su inmensa mayoría de incendios “provocados” que se expanden debido a la orientación del viento o bien al tránsito continuo de habitantes del estado de México al Distrito Federal o viceversa. Los encargados de la Corena agregan que han invitado a diferentes representantes o autoridades de la entidad vecina para coordinar los esfuerzos que eviten los incendios, o para actuar conjuntamente cuando éstos se presentan. Como es sabido, los incendios forestales pueden neutralizarse si se actúa a tiempo y en forma, y si la población adquiere conciencia de que hay que cuidar un bien natural que a todos pertenece y beneficia.

2)    Los asentamientos irregulares y regulares hacen que cerca de 20 a 30 hectáreas se pierdan por año. En esto influye el boom de los fraccionamientos y la expansión sin control de la zona metropolitana. Lo que está ocurriendo, el avance de la mancha de asfalto a costa de zonas arboladas de reserva, se acentúa cada vez más en el municipio de Ecatepec de Morelos. Debe reconocerse que las diferentes administraciones de este cada vez más poblado municipio poco han hecho para evitar la proliferación de asentamientos urbanos. Y lo que es más grave y peligroso: que muchos de ellos se encuentran en zonas consideradas de alto riesgo.

3)    Actividades incompatibles, llamémosle así a todas aquellas que están en el polo opuesto a lo que es el cuidado de un recurso natural. Por ejemplo, la habilitación de dos áreas como basurero. Aunque han sido clausurados, continúan funcionando como si fueran un paisaje negativo en la sierra. Los basureros pertenecen a los municipios de Tultitlán y Coacalco de Berriozábal, este último tiene una extensión de seis a siete hectáreas.

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La construcción de un relleno sanitario en el municipio de Coacalco de Berriozábal, concretamente en la colonia Calpulli del Valle. Se ubicaría a 500 metros de dicha zona habitacional y a unos cien metros del pozo que la abastece de agua. Este “relleno sanitario” representa un grave problema ambiental, tomando en consideración que sería un foco de contaminación de los mantos freáticos, se perdería una zona de captación de agua al ocupar un espacio importante que ahora funciona como tal, y estaría en riesgo la salud de quienes habitan diez colonias cercanas. Estudios realizados por Greenpeace demuestran la gran probabilidad que existe de contraer diversas enfermedades, entre ellas cáncer de la piel, originadas todas por el relleno que se quiere hacer aparecer como de “alta tecnología”. Con obras como la descrita se pasa por alto que la sierra es generadora de oxígeno, de humedad, y que permite la producción del agua que demandan los habitantes de numerosas colonias de Ecatepec de Morelos, Coacalco de Berriozábal y Tultitlán.

La siembra de bosques de eucalipto que se realizó como parte de las primeras acciones de reforestación, perjudicará a esta zona, debido a los múltiples inconvenientes de este árbol. El impacto de su presencia fue inmediato pues crece muy rápido. Pero trae problemas de plagas, desertificación de suelos, competencia con otras especies, acidificación de los suelos. Todos estos problemas han sido expuestos en La Jornada y en otros medios de información.

A pesar de ser considerada la Sierra de Guadalupe como parque estatal, la parte del estado de México registra diversidad de regímenes en la tenencia de la tierra: 14 ejidos, un bien comunal y 27 propiedades privadas; el DF ha expropiado la parte correspondiente. Son muchas las referencias de venta irregular de terrenos, presencia de caciques, zonas en las que incluso no es posible realizar desalojos debido a que invasores o “conocidos” de los propietarios con arma en mano impiden desalojos.

Sabemos, de acuerdo a seguimiento periodístico, que la situación no es nada fácil y que el compromiso de los propietarios con esta zona pareciera ser nulo; convendría quizá debatir su posible expropiación.

La problemática de la sierra se hace más compleja si incorporamos la venta de especies en peligro de extinción que hemos podido detectar en diferentes veterinarias de los municipios circunvecinos.

Si a ello le sumamos el más reciente “proyecto”, consistente en abrir un “cruce” que atraviese la sierra para “beneficiar” a un millón de habitantes. Se trata de un viejo proyecto resucitado por el actual alcalde de Tultitlán. El munícipe cree que partiendo en dos el área natural mejoraría las condiciones en que viven miles de personas de la zona. Bien se sabe que abrir vías de comunicación en áreas naturales termina por servir a la invasión “hormiga” y la expansión de la mancha de asfalto; que se fragmenta, además, el hábitat de las especies propias de la reserva y se altera el flujo de las corrientes de agua. Es necesario y urgente exigir todos los estudios relacionados con los efectos ambientales que tal obra causaría y saber si cuenta con las autorizaciones de las instancias ambientales.

Cambio climático

Al intentar analizar las consecuencias del cambio climático en esta zona, encontramos sólo elementos generales, si es muy difícil hablar de los efectos del cambio climático en amplias regiones, aun lo es más para regiones más pequeñas como la cuenca de México y la Sierra de Guadalupe; sin embargo, los estudios más confiables (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) indican que aumentarán el número de tormentas particularmente intensas; esto resulta crítico si consideramos el continuo avance de la mancha urbana hacia las partes elevadas de la sierra, lo cual aumenta su vulnerabilidad. Una de las consecuencias visibles es la presencia de inundaciones más severas. El año pasado se registraron al menos cinco inundaciones en las vialidades López Portillo y en la Morelos que afectaron a más de cien viviendas. Se pudo comprobar que la capa asfáltica impedía la infiltración natural del agua de lluvia a los mantos freáticos.

Asimismo, cada construcción nueva que se realice en esta zona propiciará un mayor calentamiento, propiciando también una más rápida evaporación de la cantidad de agua captada en la zona de la sierra. La pérdida de la evapotranspiración posibilita los incendios forestales.

La pérdida de biodiversidad debido al avance de la mancha urbana no se ha estudiado a profundidad, pero algunos trabajos internacionales muestran que los primeros efectos del calentamiento global son la pérdida de anfibios y pequeños mamíferos.

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La pobreza

Desde lejos, el panorama en la sierra y áreas aledañas se aprecia muy diverso. Pero domina un mundo gris de casas de cemento, que en una ocasión tiñeron de verde para indicar la filiación partidista y que el tiempo borró. Ahora, en la parte de Tlalnepantla de Báez recurren al mexicanismo, a los colores naranjas, y ocres para darle “otro rostro”. Si llegamos a la avenida López Portillo, el paisaje es menos dramático: en esta parte los cerros se pintan de casas de “interés social”, fraccionamientos “regulares” y algunas colonias irregulares. Un tejido de distintos hilos que busca nuevos espacios a costa de las áreas de reserva o las pocas agrícolas que todavía quedan.

Hacia el DF, la sierra parece una fortaleza. Varios kilómetros de muros de contención tratan de impedir el crecimiento demográfico. Cuautepec registra altos índices delictivos, desintegración familiar y violencia. Nada nuevo en esta megalópolis.

Con cerca de 2 millones de habitantes, la Sierra de Guadalupe presenta una composición socioeconómica diversa que incluye la clase pobre, obrera y de servicios, y algunos sectores medios. El Grupo Ambientalista Sierra de Guadalupe, AC, pudo identificar, de acuerdo a datos del Consejo Nacional de Población, tres principales problemas relacionados con la pobreza: población con bajos ingresos (67.25 por ciento), más de la mitad de su población sin agua entubada (66.14 por ciento) y una población considerable sin primaria completa (41.06 por ciento). El 39.55 por ciento de viviendas no cuenta con sanitario, 35.54 tiene piso de tierra, el 13.29 por ciento de la población de 15 años o más es analfabeta y el 17.16 de viviendas no tiene energía eléctrica. La urbanización abarca casas de un solo piso o de dos, algunas con antenas parabólicas; no faltan los que afirman que en estas últimas viven los “asaltantes”, los que se dedican a actividades delictivas.

Pero a la pobreza y a la marginación que existe en esta zona se agregan las acciones que diversos actores llevan a cabo y que disminuyen las posibilidades de desarrollo y conservación de una riqueza natural necesaria por los beneficios ambientales que presta. Bajo el pretexto de “modernizar” se reemplaza lo verde por lo gris del asfalto y la contaminación.

III. ALTERNATIVAS

…serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.
Eduardo Galeano. Patas arriba.

Preocupados por esta zona y con muy escasos recursos, se convocó a diferentes sectores: académico, gubernamental y social para escuchar propuestas de solución a los problemas, y debatir el futuro de un espacio que debemos preservar. El foro se realizó en la Unitec, campus Ecatepec; sin embargo, la convocatoria no alcanzó a reunir a todos: a través de este primer ensayo ciudadano fue sólo posible iniciar el conocimiento y la divulgación de los problemas más urgentes de tratar y resolver.

Desde una perspectiva multidisciplinaria, contamos con un primer diagnóstico de la zona que arroja las siguientes propuestas:

Se requiere realizar estudios integrales específicos en la sierra que contemplen lo ambiental, climático, de impacto socioeconómico, de riesgos, con la finalidad de plantear medidas viables que eviten la destrucción de la sierra.

Aunque Guadalupe registra una división municipal y estatal, debe ser vista como un todo, en forma integral. La conformación de un grupo multidisciplinario que se avoque a realizar los estudios correspondientes y a plantear soluciones viables es una tarea pendiente, lo que es urgente es poner en marcha acciones y alternativas de política que permitan contener el crecimiento urbano a costa de los recursos naturales de la zona; establecer mecanismos de coordinación para evitar y neutralizar los incendios, solucionar el problema de la basura y de los sitios donde ésta se deposita.

Es necesario incorporar en el debate de los problemas que enfrenta la Sierra de Guadalupe a diferentes actores sociales que intervienen o han intervenido en ella: ejidatarios, propietarios, agrupaciones políticas y de lucha social, organizaciones no gubernamentales que luchan por un medio ambiente mejor, dependencias gubernamentales, medios de comunicación y los habitantes de la región. Solamente con la participación efectiva de todos será posible trazar un futuro mejor para este espacio natural.

Conformar una mesa para identificar predios que pueden ser regularizados y de esta manera dar certeza jurídica a sus habitantes. Los proyectos para dotar de servicios a los asentamientos humanos deben ser analizados desde una perspectiva ambiental, buscando el empedrado como alternativa de pavimentación ya que asfaltar calles o avenidas reduce la captación de agua. Fomentar proyectos de hidroponía, pintar las casas de blanco para evitar la radiación y evapotranspiración. Se trata de alternativas no tan costosas y muy benéficas.

Consideramos que ciertos proyectos falsamente denominados “ecoturísticos” deben eliminarse. Incluyen construir un club de golf y hasta un teleférico. Los campos de golf, se sabe, demandan mucha agua y agroquímicos. La búsqueda de recursos para preservar el área natural no debe ser motivo para sobreexplotar la zona o implantar proyectos nocivos en términos ambientales.

Se debe impedir la construcción del “cruce”, porque sería el principio del fin de la sierra como reserva ecológica. Si ya de por sí la sierra quedó aislada del cerro del Tepeyac, su vecino, construir esta vialidad en la zona con mayor abundancia forestal ocasionará un grave impacto ambiental en detrimento de la calidad de vida de la población, la producción de agua y del clima regional, entre otros. Además de que no resolvería el problema ambiental.

El cierre de los dos basureros municipales de Coacalco de Berriozábal y Tultitlán no se ha cumplido ni se han transformado en áreas verdes. El problema de la basura es complejo pero hay forma de solucionarlo sin deteriorar el medio. Hay, al respecto, la tecnología necesaria, que debe ir de la mano de campañas para producir menos basura y separarla. Las políticas para alentar el reúso y el reciclaje brillan por su ausencia en la región y en todo el país. Si la sierra nos ha dotado de agua, oxígeno, biodiversidad; si es un filtro natural ante tanta contaminación como existe al norte de la zona metropolitana; si promueve en sus espacios la convivencia y la recreación, no debe terminar ahogada por basura y pavimento. Hay que privilegiar el árbol por sobre el automóvil y el camión.

Debe replantearse la ubicación del nuevo relleno sanitario. Se quiere construir en un terreno que está en litigio, no cumple las normas ambientales y no se han hecho los estudios de impacto inmediato.

La sierra requiere de nuestra solidaridad como sujetos y actores de su historia. Para ello es necesario realizar acciones medioambientales en este único espacio verde al norte de la ciudad, con información y estudios emanados de los centros de investigación especializados en el tema.

Investigadores como el doctor Armando García Palomo, de la UNAM, y el maestro Gilberto Vela Correo, sostienen que la sierra requiere controlar su crecimiento poblacional de manera urgente y drástica ya que la gran mayoría de estas zonas son realmente inestables. Es una zona de riesgo. Asimismo, las acciones de reforestación deben ir acompañadas de un análisis detallado de cada área. La reforestación no debe verse solamente como el sembrar sólo pinos. Exige plantar las especies más propicias a la sierra.

En la solución de los problemas que arrastra Guadalupe es indispensable que participen los propietarios de la tierra en la zona. Ellos, además, deben recibir todo el apoyo necesario a fin de encontrar y establecer estrategias y proyectos sustentables. Ello permitiría disuadirlos de vender la tierra a los “fraccionadores”, a los que se beneficia con el crecimiento de la mancha de asfalto. Asimismo se debe contemplar la posibilidad de expropiar esta zona para un mejor manejo.

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El muro de contención que evite la invasión de la sierra es la única salida viable. Gracias a él se ha detenido la proliferación de más casas en la parte sur. En el oriente, que involucra a Ecatepec de Morelos, se debe impulsar su construcción.

Contar con viveros municipales y regionales es una demanda permanente para cultivar árboles nativos, tales como el palo dulce, capulín, tejocote, entre otros. Debe realizarse con urgencia un estudio especial sobre el impacto del eucalipto en el ecosistema forestal y, a la vez, evitar introducir árboles no propios de la sierra.

No existen programas de educación ambiental dirigidos a los habitantes de la sierra. Se trata de algo prioritario que ayudaría a evitar mayor depredación ecológica. Con realismo, debemos reconocer que el mayor depredador es el habitante local. Aunque su reeducación no es cosa fácil, debemos apostar más a este sector desde una perspectiva de revalorar la historia de la zona y su importancia a nivel ambiental y regional.

Se deben destinar mayores recursos para preservar la sierra. Los centros de educación ambiental son, al respecto, urgentes. Solicitamos a la delegación Gustavo A. Madero responsabilizarse de este aspecto y destinar recursos para que funcionen debidamente.

Al municipio de Ecatepec de Morelos y a su cabildo les toca la tarea de ser actores de cambio en materia ambiental. Se trata del municipio más poblado de la región y por eso mismo el que más acciones debería emprender a fin de consolidar un verdadero centro interactivo de enseñanza. Para ello, resulta muy provechoso hacer realidad el jardín botánico y el vivero municipal. Este último en realidad es ahora un depósito de árboles. Por otro lado, debe concluirse con urgencia el muro de contención en las zonas críticas de la sierra a fin de contener la expansión urbana.

Como organización no gubernamental, pedimos un mayor apoyo para realizar nuestros trabajos que incluyen poder transitar por la sierra, el intercambio de información, establecer mecanismos de coordinación y complementación con las autoridades y el intercambio continuo de puntos de vista. Consideramos importante la consolidación de espacios multidisciplinarios y la realización de eventos, talleres, cursos y seminarios sobre ecología de manera periódica.

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Impulsar leyes a nivel estatal que promuevan la preservación de esta región. Insistimos en que se trata del único espacio biodiverso que subsiste en la parte norte de la zona metropolitana. Y que su papel como pulmón verde es en beneficio de todos.

Agradecimientos

Consideramos importante reconocer los apoyos que nos han permitido realizar este primer recorrido, en especial a Iván Restrepo por su ayuda, revisión del texto y permitirnos la oportunidad de comunicar un poco más sobre la sierra; a Lorena San Román por su calidez, solidaridad, asesoría y fomento de las ONG; a Jaime Ramírez Rivas por sus atenciones y debate de ideas; Gilberto Vela Correa y Armando García Palomo por su visión universitaria, científica, crítica y realmente urgente, y al Instituto Mexicano de la Juventud por el apoyo proporcionado para constituirnos legalmente a través de la convocatoria de Proyectos Juveniles 2004.